Las claves del estropicio entre Laporta y Xavi

BarcelonaXavi entrenador ya es historia. Cierra su etapa en el banquillo con 142 partidos dirigidos, con un balance de 90 victorias, 23 empates y 29 derrotas. Pese a que dijo en enero que iba a plegar a final de curso, a Xavi se le hace marchar. En su última comparecencia, tras el amargo triunfo en el Sánchez Pizjuán, se soltó un poco, sólo un poco: "Me gustaría haber cumplido el año de contrato que quedaba. Pensábamos que esto no había terminado. Es una pena". En sólo un mes, el técnico pasó de ser ratificado entre lágrimas por Joan Laporta (25 de abril) a que el presidente le confirmara en un breve y frío encuentro (24 de mayo) en la Ciudad Deportiva que ya podía ir haciendo las maletas.

El preparador, dolido, tuvo que afrontar dos ruedas de prensa –la previa y el post del duelo ante el Sevilla– después de que le fuera comunicada la decisión final, que llegó después de una semana de incertidumbre en qué Laporta fue dando largas a Xavi. Son varios los motivos que explican el último volantazo de la gestión presidencialista de Laporta, pero la sentencia del entrenador pivota en dos grandes ejes: una desconfianza enquistada y una petición de bajas de peso que el presidente no quería tolerar, hasta el punto de considerar que el técnico no confiaba en las posibilidades de la plantilla.

Vamos a palmos. Pese a que Laporta, acostumbrado a mostrar su lado más sentimental en sus últimas apariciones –la ratificación de papel mojado de Xavi, la renovación de Alexia Putellas–, vendió que confiaba en Xavi y en el proyecto, siempre se ha mirado el egarense con un punto de desconfianza. Desde el primer día. Antes de las elecciones, Xavi era el entrenador de Víctor Font, por mucho que el técnico guardara un silencio tan sepulcral como prudencial durante la campaña. Laporta, que ya entonces tenía entre ceja y ceja fichar a un entrenador de la escuela alemana, prefirió mantener hasta el límite a un Koeman desacreditado que no apostar por Xavi.

Xavi parte peras con uno de sus principales valedores

Cuando la situación con el neerlandés llegó a un punto de no retorno fue cuando a Laporta, asesorado por su excuñado Alejandro Echevarría, no le quedó otro remedio que fichar a Xavi. El egarense, que tuvo que poner dinero de su bolsillo para deshacer su contrato con el Al Sadd, estaba esperando con candelas ese momento después de haber rechazado hasta dos ocasiones la opción de volver cuando mandaba Josep Maria Bartolomé. Pese a que nunca había sido la prioridad de Laporta ficharle, al presidente no se le escapaba la ilusión que generaba en la afición el regreso de Xavi y lo presentó de forma grandilocuente en el Camp Nou.

Entre sus principales aliados para volver al Barça, Xavi tenía a Echevarría. Sin embargo, recientemente han partido peras. Por un lado, el técnico se siente traicionado. Considera que no le ha apoyado ahora que se jugaba el cargo. Echevarría, asesor sin cargo del presidente, había detectado que Xavi había perdido apoyo de parte de algunos de los peces gordos del vestuario hasta el punto de dejar de defender que su continuidad era la mejor opción.

Robert Lewandowski, uno de los grandes conflictos

Esto nos lleva a hablar de otro de los grandes motivos que explican la destitución de Xavi: las bajas que consideraba necesarias para rehacer el rumbo del equipo. Después del cena del sushi, en la que el entrenador convenció al presidente, Xavi empezó a trabajar con el director deportivo Deco la planificación de la próxima temporada. Y, durante este proceso, el principal punto de desacuerdo entre Laporta y el técnico pasa por Robert Lewandowski.

Xavi considera que es necesario un 9 que sea más activo en la primera presión y que participe más en el juego coral; motivos, por ejemplo, que le llevaron a confiar en Marc Guiu en algunos momentos de necesidad. Y, sobre todo, cómo Lewandowski condiciona el fair play salarial, del que el Barça sigue excedido y por lo que no puede fichar con normalidad, que es lo que quisiera Xavi, sobre todo, para reforzar el pívot. Según reveló la SER y pudo confirmar el ARA, el polaco, que este verano cumplirá 36 años, cobró 20 millones brutos su primera temporada, percibirá 26 este curso y tiene garantizados otros 32 lo que viene. Además, si disputa el 55% de los partidos de la próxima temporada, tendrá derecho a un cuarto año de contrato a razón de 26 millones brutos.

Si Lewandowski, que no tiene ninguna intención de salir del Barça, tiene un contrato creciente (y fuera de mercado) es porque así lo pactó Laporta con su representante Pini Zahavi –a quien el presidente se ha referido públicamente como bro (hermano)– para poder ficharlo hace dos veranos. El presidente considera a Lewandowski como el eje del equipo, mientras que Xavi cree que condiciona el proyecto.

Otro nombre de la planificación deportiva que hizo chocar a Laporta y Xavi es el de João Félix. El portugués, representado por el logrador Jorge Mendes –también amigo de Laporta–, nunca fue una petición de Xavi, a quien ya habían dado a entender que debería quedarse en el equipo, como mínimo, una temporada más . Mendes logró una cesión para Ansu y, sobre todo, controla el futuro de Lamine Yamal, que cuando cumpla 18 años tendrá que renegociar su vínculo con el Barça. El superagente también se mueve a cambio de favores.

El vicepresidente Rafa Yuste, el único fiel a Xavi hasta el final

El poco entendimiento en cuestiones futbolísticas troncales, sumadas al discurso realista sobre la situación económica del club que Xavi entonó antes del Almería-Barça y que enojó a Laporta, ha terminado provocando que el técnico se quede solo, con el único apoyo de Rafa Yuste, que sí ha apostado por el egarense hasta el final. "No puedo aconsejar al nuevo entrenador del Barça, sólo puedo decirle que tenga paciencia, que es una plaza muy difícil", dijo Xavi en su última comparecencia. Cuando se haya resuelto su finiquito, Hansi Flick será anunciado como nuevo técnico del Barça.