Es un gato, pero diremos que es una liebre

BarcelonaNos movemos en unos tiempos en los que la realidad es relativa y maleable como la plastilina. La gran obsesión de los núcleos de poder es controlar el relato de lo que ocurre para que les sea favorable ante los feligreses, mayoritariamente acríticos. Lo hacen los partidos políticos, las grandes corporaciones y los dirigentes de los clubs de fútbol. El Barça es un ejemplo rutinario desde hace años: la patología arrolló a Josep Maria Bartomeu y, a estas alturas, sigue presente en la nave de Joan Laporta. Las redes sociales se llenan de perfiles anónimos que pian argumentos positivos hacia las decisiones del presidente o ataques contra quien es considerado una amenaza. Cientos de seguidores lo comparten sin saber que el rastro de los avatares los acabaría llevando cerca de los canapés del palco. Pudiendo ser felices, ¿quién elige hacerse preguntas?

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El Barça está saliendo del pozo: ha sumado 12 millones de euros de beneficios ordinarios en el último ejercicio con cifras récord en distintas áreas y la situación económica está controlada. Ya lo dijo el presidente: el club no ha vuelto a la regla 1-1 este verano porque no ha querido. Según el relato oficial, la palanca fantasma de Barça Vision, con 408 millones de valor anotados hace un año, es una neblina que carece de importancia. Los 91 millones de euros de pérdidas por culpa de la mochila de los impagos reiterados mejor desdibujarla en un segundo plano. Sin vergüenza. Da igual que, hace un año, la junta directiva destacase por tierra, mar y aire los 303 millones de beneficios conseguidos contando este globo lleno de humo. Da igual que los beneficios ordinarios que Laporta separa ahora del resto también provengan de 80 millones de euros gracias a los traspasos, como si formaran parte del funcionamiento habitual de la entidad. Es un gato, pero diremos que es una liebre.

Lo previsible es que la asamblea de compromisarios, de nuevo 100% telemática —no sea que con algo de presencialidad se incomodara a alguien—, apruebe las cuentas que ha formulado la junta sin sobresalto alguno. Al fin y al cabo, la pelotita está entrando gracias alsavoir fairede Hansi Flick, el primer entrenador que ha escogido a Laporta con pleno convencimiento. Esto es lo único que de verdad importa: ganar partidos, no hacer el ridículo en Europa y poder decir “ahora sí que trabajan bien, no como con Xavi”. Da igual que los números del alemán y el vallesano se parezcan más de lo que se pueda percibir. Al final del día, el animal quizás hace "mio", pero el relato dirá que la liebre tenía unas orejas muy largas y suaves.

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