Liga

Una oda al fútbol para sentenciar la Liga y zamparse al Madrid

El equipo de Flick levanta un 0-2 en contra, derrota por cuarta vez consecutiva a los discípulos de Ancelotti y ya puede ser campeón esta próxima semana (4-3)

Lamine y Ferran, celebrando el 2-2 ante el Madrid
12/05/2025
5 min

BarcelonaYa lo dijo Lamine Yamal tras ganar la Copa del Rey, y el Real Madrid no quiso hacerle caso. Este año los blancos pueden marcar todos los goles que quieran en el Barça, que les tocará arrodillarse. Ya se pueden situar 0-2 a favor nada más empezar el partido, que les tocará chocar contra un muro de realidad: no pueden con este Barça, que se puede proclamar el jueves campeón de Liga en el campo del Espanyol tras deshacerse por cuarta vez consecutiva del equipo de Carlo Ancelotti en un clásico eléctrico en el que pasó de todo. Fue el mejor inicio de despedida del Estadi Olímpic, con una lluvia de goles en la que por momentos dio la sensación de que al Barça ya le había ido bien encajar dos goles enseguida. En lugar de hacer reaparecer los fantasmas del Inter, los dos goles tempraneros de Mbappé hirieron el orgullo del equipo e hicieron despertar a una fiera que se zamparía a un Madrid con orgullo, pero muy pequeño si hablamos de fútbol. Suerte tuvo el equipo Ancelotti de las decisiones arbitrales, o aún pudo tomarse más daño, como con unas manos de Tchouaméni no pitadas al final del partido.

La Liga ya está sentenciada. El Barça ya pone botellas de cava, vino, Corpinnat o ratafía en la nevera. El Madrid abdica tras ser atropellado cuatro veces por un Barça que transmite alegría y gozo de vivir. El equipo de Flick es una oda al deporte, un equipo en el que se une juventud y veteranía y el viejo Canto del Barça se canta al mismo ritmo que los temas de Travis Scott, el rapero que celebraba goles en el palco consciente de que el Barça le estaba haciendo una buena campaña publicitaria con su logo en la camiseta. Es el Barça de Lamine Yamal, el demonio de Rocafonda que martiriza a madridistas, pero también el de la constancia de Raphinha, incansable. Y, especialmente, es el Barça de Flick. Los barcelonistas que hace cinco años sufrieron en carne propia la ambición del técnico alemán en una noche oscura de Lisboa, hacen fiesta grande gracias a él. Flick es el nuevo patrón del barcelonismo. El hombre de los milagros en un equipo en el que todo el mundo tiene una historia que contar, ya sea un portero que hace poco estaba jubilado o Gerard Martín, que ha pasado del Cornellà al primer equipo azulgrana en un santiamén. Un Barça romántico, también. Un equipo que en lugar de proteger un 4-3 prefiere buscar al quinto.

En el pasado, cuando el Barça llegaba a un partido demasiado optimista solía perder. Pero los años de prudencia han terminado. Los aficionados sentían que el equipo no les fallaría. Aunque los jugadores estuvieran cansados ​​después de los hechos de Milán. Y así fue. Una lluvia de goles permitió ir dejando lejos, en su recuerdo, la derrota europea. Con Lewandowski, Ter Stegen y Balde en el banquillo, el Barça salió con el mismo equipo de San Siro en el césped. Y, como en tierras lombardas, se encontró encajando dos goles, el primero en un fallo de Pau Cubarsí que acabó con penalti de Szczęsny sobre Mbappé. El barcelonismo protestó, con cierta razón, un posible fuera de juego del delantero francés que el VAR ignoró. El segundo tanto fue aún más polémico, ya que Mbappé marcó el 0-2 en una acción iniciada con una clara falta sobre Lamine Yamal. De nuevo, la justicia fue ciega.

Pero los dos goles hirieron el orgullo de un Barça que se ha especializado en levantar resultados adversos. Lamine Yamal, que iba recibiendo un montón de golpes en los tobillos, se puso serio. Pedri fue apareciendo y De Jong firmó uno de sus mejores partidos vestido de azulgrana, aunque la remontada la firmó Eric Garcia, como en Milán, en córner. Luego le tocó a Lamine Yamal, que rozó su lámpara mágica y dio un efecto diabólico al balón destinado a ser el 2-2. Y el Madrid se asustó. Se fue haciendo pequeño, pequeño, y sufría por no ser aplastado por un Barça cada vez mayor. Un equipo en el que Ferran jugaría su papel, repartiendo hasta tres asistencias: a Eric y Lamine Yamal, pero también a Raphinha, el encargado de acabar de herir a los rivales con dos goles antes del descanso. Uno después de una preciosa jugada colectiva y una estela en evidencia a un Lucas Vázquez que parecía un amateur intentando detener a un profesional.

Raphinha, autor del 4-2 ante el Madrid.

El Lluís Companys pasó del susto y de la rabia contra el arbitraje a hurgar al Madrid con los rondos gigantes de un Barça que jugaba con su rival tal y como juegan algunos leones con sus víctimas, antes del mordisco final. Vinícius, el hombre que había anunciado que haría todo lo posible por ser Balón de Oro este año, parecía perdido y perdía balones solo. Sólo Mbappé parecía intentarlo en un Madrid en el que Asencio demostraba no saber perder repartiendo patadas. Básicamente, el Madrid quería evitar una goleada histórica en contra en manos de un Barça en el que la energía empezó a faltar en la segunda parte, después de tantas batallas. Cubarsí y Gerard dejaron su sitio a Christensen y Balde, con el reto de mantener el nivel alto para ver si llegaba el quinto.

Una cifra mágica, el cinco, cuando se habla del Barça. Lamine Yamal, Raphinha y Ferran lo sabían y le buscaban durante toda la segunda parte. Pedri jugaba con la misma elegancia con la que las bailarinas dan saltos imposibles al Bolshoi, y detenía el juego y volvía a ponerlo en marcha, escondiendo el balón a un Madrid que aprovecharía la debilidad defensiva azulgrana para dar emoción al partido con el tercer gol de Mbappé tras romper el fuera de juego de un Barça idealista. Si toca ganar, lo hará fiel a sus ideales, aunque signifique poder dañar y llevarse un buen susto, como en dos ocasiones de Mbappé y del joven madridista Víctor Muñoz solos ante Szczęsny. Si el martes un 4-3 rompió el corazón del Barça, ahora un 4-3 le da la Liga a un equipo que acabó el partido fuera, jugando con fuego. Y cabreado con el árbitro, ya que no validó el quinto gol de Fermín y no pitó un penalti claro de Tchouaméni por manos que hizo perder los papeles a más de uno en el banquillo. Fue un pésimo arbitraje.

Pero ni así el Madrid evitó el cuarto tirón de orejas consecutivas. Ésta es la Liga del Barça de Flick, campeón del torneo con justicia y ganador también en partidos con decisiones injustas, como éste. Un equipo que buscando la belleza también hace sufrir mucho. Cosas de los románticos y los idealistas. El Madrid queda condenado a interpretar el papel más complicado de todos, el de quien pierde todo. Ni Copa, ni Liga, ni Champions, ni Supercopa. El año que lo querían ganar todo con Mbappé, han visto cómo el gran mural blanco donde querían inscribir sus títulos era pintado de azul y de semilla por Lamine Yamal y compañía. El presente pertenece a un Barça que transmite ganas de vivir. Y el futuro seguramente también.

  • Barcelona: Wojciech Szczęsny, Eric Garcia (Héctor Fort, 76'), Pau Cubarsí (Andreas Christensen, 57'), Iñigo Martínez, Gerard Martin (Alejandro Balde, 57'); Pedri, De Jong, Dani Olmo (Fermín López, 76'); Lamine Yamal, Raphinha y Ferran Torres (Gavi, 87'). Entrenador: Hansi Flick.
  • Real Madrid: Courtois, Lucas Vázquez (Endrick, 84'), Asencio, Tchouaméni, Fran García; Fede Valverde, Arda Güler (Brahim Díaz, 64'), Dani Ceballos (Modric, 46'), Bellingham; Vinícius (Víctor Muñoz, 87') y Kylian Mbappé. Entrenador: Carlo Ancelotti.
  • Goles: 0-1 Mbappé de penalti (5'), 0-2 Mbappé (14'), 1-2 Eric Garcia (19'), 2-2 Lamine Yamal (32'), 3-2 Raphinha (33'), 4-2 Raphinha (44') y 4-3 Mbapp.
  • Árbitro: Alejandro José Hernández Hernández (Comité Canario) y Juan Martínez Munuera (Comité Valenciano) en el VAR.
  • Tarjetas amarillas: Valverde (29'), Tchouaméni (36'), Araujo en el banquillo (44'), Asencio (50'), Iñigo Martínez (55') y Fermín López (80').
  • Tarjetas rojas: Ninguna.
  • Estadio: Olímpico Lluís Companys. 50.319 espectadores.
stats