Por qué el techo de cristal del Barça se hizo añicos en Göteborg
El conjunto azulgrana se sacudió los miedos y los complejos y se reinventó para reinar en Europa
Enviada especial en TurínBudapest, Göteborg y Turín. Tres escenarios, tres finales, y cada una en un contexto totalmente diferente: el golpe de realidad, el triunfo y la confirmación de una nueva era (?). El Barça tiene la oportunidad este sábado (19 h, DAZN y TV3) de consolidarse como el referente del fútbol femenino en Europa e iniciar un nuevo reinado. El camino para llegar hasta aquí, sin embargo, no ha sido nada fácil. Todo empezó entre los asientos de la sala de espera del aeropuerto de Budapest, en una reunión en que se pusieron las bases del equipo que puede levantar su segunda Champions consecutiva.
El trabajo que se había empezado hacía más de cinco años con la profesionalización del equipo había topado con un techo de cristal. La derrota contra el Olympique de Lyon fue extremadamente dolorosa, pero no lo fue solo por el resultado (4-1), sino porque evidenció cuáles eran las carencias del conjunto culé. "Lo que más costó fue perder la final, a la que llegamos antes de lo que esperábamos. Cómo fue y cómo lo vivimos no nos lo esperábamos para nada y fue un punto de inflexión para conseguir lo que estamos consiguiendo ahora. Dice mucho nosotras el cambio de chip que hicimos después de ver lo que nos encontramos contra el Lyon, y todo el trabajo que hemos hecho tanto el staff como las jugadoras para cambiar esta situación es muy importante", afirma Sandra Paños antes del gran duelo.
La final en Budapest quizás llegó demasiado pronto, como afirman las protagonistas, pero se convirtió en el punto de inflexión perfecto para reformular el equipo y plantar las semillas del Barça que levantaría el primer triplete de la historia del fútbol femenino. "Hacía falta entrenarse más y mejor, tanto en volumen como en intensidad", relatan fuentes del vestuario. "Se tenía que mejorar en todas las áreas", añaden. La diferencia en cuanto a potencia física entre el equipo catalán y el francés fue abismal durante los noventa minutos, y las futbolistas, sobrepasadas, con la connivencia del staff, se conjuraron para dar el salto.
Las claves: entrenamientos y nutrición
Este salto, sin embargo, comportaba cierto vértigo. Todas las rutinas del día a día tenían que mejorar y hacía falta el compromiso de todos, sin que nadie abdicara de su responsabilidad. El punto más importante, en el que el equipo técnico hizo hincapié, fue la preparación física de las futbolistas. El gimnasio pasó de ser un accesorio a convertirse en clave. Las dobles sesiones y los entrenamientos especializados se convirtieron en el pan de cada día, y toda la plantilla, convencida, aceptó esta duplicación del trabajo por un motivo: no volver a sentir lo que vivieron en Budapest. A raíz de la final quedó una especie de trauma en la plantilla, unos miedos que han cuajado en cada una de las futbolistas que formaban parte del conjunto culé y que siempre sirven de recordatorio de lo que no tiene que volver a suceder. "No me costó nada. Me gusta y es mi pasión. Volvería a hacer lo que hice sin pensármelo", reivindica Melanie Serrano.
Llevar el cuerpo al límite comportaba aumentar el riesgo de lesiones. Para evitarlo, había que exigir un tono físico alto a toda la plantilla y mejorar actividades complementarias como la nutrición o la rehabilitación y la recuperación física. Hay jugadoras que, cuando llegaron a la entidad culé, se encontraron en medio de esta revolución, como Ana Maria Crnogocevic: "Cuando llegué al Barça, hablé mucho con mis compañeras del cambio que estaban haciendo a escala individual. Querían trabajar más, entrenarse más, estar más fuertes, aprender más… Yo llegué en aquel momento en que todo empezaba a cambiar y ahora es un equipo muy diferente", recuerda la suiza. "Cuando estaba negociando para venir al Barça, hablé con Markel y me dijo: «De aquí dos o tres años queremos ganar la Champions», y yo pensé: «¡Yo también!» [ríe] Tenían una visión del equipo que querían y lo han conseguido", recuerda riendo.
Además de las nuevas rutinas de entrenamiento, desde el club se invirtieron recursos a mejorar y actualizar estas herramientas que estaban a disposición del equipo. El papel de la nutrición se acentuó, desayunando y comiendo en la Ciutat Esportiva, y a la vez se hacía pedagogía y se enseñaba cómo cuidar el cuerpo para poder llevarlo al máximo ritmo competitivo sin que se rompiera. Mientras tanto, las tareas de recuperación y rehabilitación pasaban a ser más sofisticadas: nuevas máquinas y tratamientos innovadores permitirían hacer un salto cualitativo.
Una vez todas estas vertientes del equipo estaban reajustados y automatizados, tocaba centrarse en lo que pasaba en el césped. "Aquí fue cuando consolidamos el modelo de juego", reconocen fuentes del vestuario. "Hubo un estudio individualizado de cada jugadora para poder extraer su mejor versión", recalcan. La tecnología fue clave en esta mejora. Cada día una compilación de vídeo llegaba a cada jugadora vía mail o mensaje. Una a una las jugadoras eran analizadas y se les destacaba los pros y los contras, las cosas a mejorar o reforzar y cuáles eran los aspectos que ya tenían logrados.
Cada día que pasaba era un paso de hormiga hacia adelante. Un golpe al techo de cristal para acabar haciéndolo añicos en Göteborg con un triplete que estará por siempre jamás en los libros de historia. Y ahora la gesta puede hacerse todavía más grande. En Turín, con el favoritismo ligeramente adjudicado al actual campeón, las culés quieren que el Lyon pague las facturas de los miedos que les generaron y que tengan su propio Budapest en el césped del Juventus Stadium.