Fútbol

Cataluña ha dejado de ser interesante

La selección de fútbol ha perdido la efervescencia de los últimos años y ha acabado regalando entradas para llenar los campos jugando contra rivales menores

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Los jugadores de Catalunya, celebrando un gol contra Venezuela en Montilivi

BarcelonaBojan Krkic iba a disputar su último partido como profesional el 8 de junio en Lleida. Debía estar con la camiseta de Catalunya, que ese día tenía programado un amistoso contra Mali en el Camp d'Esports. Pero una semana antes, la federación del país africano envió una carta diciendo que renunciaba al partido por una "causa de fuerza mayor". No dio más detalles. A falta de siete días, no había tiempo para buscar a un rival alternativo. El duelo acabó suspendiéndose.

En la Federación Catalana (FCF) no hay ninguna previsión de que la selección vuelva a jugar a corto plazo. El objetivo, decía el presidente Joan Soteras a finales de septiembre, era encontrar fechas y rivales pensando en el 2024. Pero sólo es una declaración de intenciones que, de momento, queda muy lejos de materializarse. La intención es que jueguen ambos equipos absolutos. El masculino y el femenino. Éste último también tenía que jugar, contra Venezuela en noviembre del 2022, pero el partido acabó anulándose. Según aclaraba Soteras en una entrevista en el ARA, la FCF estaba inmersa en la repetición del proceso electoral y no podía asumir su organización. La última vez que las jugadoras vistieron la cuatribarrada fue en el 2019, contra Chile, un duelo que acabó con empate sin goles.

La efervescencia de Catalunya con el impulso de la plataforma Pro Selecciones

El equipo femenino se creó en la década de los 80, aunque tan sólo participaba en competiciones territoriales españolas y no cogió vuelo hasta el 2014, aprovechando la profesionalización del fútbol femenino. La historia de la selección masculina, en cambio, se remonta a 1904. Durante este tiempo ha disputado más de 200 partidos, incluidos tres contra España (1934, 47 y 53). Todos los duelos, por supuesto, amistosos. Precisamente, el sueño que fuera reconocida internacionalmente impulsó la plataforma Pro Selecciones, y desde el año 1997 se programaron anualmente partidos de Catalunya, sobre todo durante el parón de Navidad. Algunos años habían jugado incluso dos veces. Eran épocas de bonanza, el estadio de Montjuïc se había quedado pequeño y el equipo se trasladó al Camp Nou para jugar dos veces contra Brasil (2002 y 04) y tres contra Argentina (04, 08 y 09), aprovechando que las selecciones sudamericanas se preparaban o bien para el Mundial o bien para la Copa América.

Pero ese 2009 se evidenció que algo fallaba. La selección había perdido la efervescencia de los años anteriores y apenas el Camp Nou superó a las 50.000 personas en el duelo contra el albiceleste. Los siguientes partidos fueron en Lluís Companys o en el RCDE Stadium, exceptuando una nueva visita al estadio azulgrana, en el 2015, para un Catalunya-Euskadi. Nuevamente, poco más de 50.000 personas.

La llegada de Johan Cruyff, que fue el seleccionador absoluto entre 2009 y 2013, supuso un gran impulso mediático y sirvió de reclamo para que muchos jugadores quisieran ser convocados para estar, ni que fuese un día, bajo las órdenes del mítico entrenador del Barça del Dream Team. Pero el contexto político que se vivía en Cataluña no favorecía a la selección catalana. Algunos clubs, como el Atlético de Madrid, se negaron sistemáticamente a ceder a sus futbolistas. Además, la Federación Española se puso de por medio y presionó a las grandes selecciones para que declinaran cualquier invitación catalana. Se rompió la rutina de jugar cada año y los últimos rivales fueron Túnez (2016), Venezuela (19) y Jamaica (22). Selecciones menos atractivas para el espectador que, como consecuencia, forzaron a la FCF a buscar estadios más pequeños. Se escogió el del Girona. Y lo que debía disputarse contra Mali, y se canceló, estaba programado en Lleida.

Dificultad para cuadrar los números con los partidos de Catalunya

Dejando a un lado las cuestiones ideológicas, o la aspiración de ser algún día reconocida internacionalmente, para la FCF los partidos de la selección también tienen interés recaudatorio. Como ocurre con todas las federaciones de todos los deportes, la FCF debe hacerse cargo de los gastos de gestión y del viaje de la selección invitada –y pagarle un caché, en su caso–. A cambio, se queda el dinero de las entradas y de lo que pueda hacer con derechos televisivos o publicidad. Si bien en un principio el negocio estaba claro, en las últimas ediciones ha sido difícil acabar cuadrando los números. Muy a menudo se han acabado regalando entradas a escuelas o entidades para que el estadio ofreciera un aspecto digno. Después de la temporada de clubes y antes de la Eurocopa, y se buscaría algún equipo que estuviera dispuesto a realizar un partido de preparación para el torneo. Aunque desde la FCF existe escepticismo, conscientes de que, una vez más, las interferencias políticas lo complicarán. Además, la selección catalana no podría tener a los mejores jugadores, que estarían convocados con España. Demasiados bastones en las ruedas para un equipo que, entre una cosa y otra, ha dejado de ser interesante.

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