Fútbol

La Gabarra del Athletic reaparece después de 40 años de sequía

El equipo de Ernesto Valverde gana la final de Copa en el Mallorca en la tanda de penaltis

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Ernesto Valverde, entrenador del Athletic Club, con la Copa del Rey

BarcelonaHan tenido que pasar 40 años para que el Athletic Club vuelva a ganar una Copa. De ese título del 84, que se recuerda más por la trifulca final con los jugadores del Barça de Maradona, el conjunto vasco había disputado seis finales, todas perdidas. Esta vez partía como favorito contra un Mallorca que se había plantado en la última ronda contra pronóstico y que estuvo a punto de estropear la fiesta a los de Ernesto Valverde. Nada peor que un rival que nada tiene que perder para complicarte las cosas y que se adelantaba con un gol de Dani Rodríguez. Pero los nervios y el miedo por acumular otro fracaso empezaban a desaparecer en la segunda mitad con un gol de Sancet, y terminaban en una tanda de penaltis donde el Athletic no perdonaba ni uno (1-1, 4-2 ). La Gabarra ya tiene permiso para recorrer triunfal la ría de Bilbao.

El fútbol son detalles, momentos, estados de ánimo. Y todo habría sido distinto si Nico Williams hubiera tenido puntería en la primera acción del partido, cuando no se había llegado ni al minuto de juego, después de recuperar un balón y realizar una aventura en solitario que acababa con un disparo que tocaba el lateral de la red. O al cuarto de hora, cuando Galarreta chutó de golpe en el bote desde la frontal pero el tiro le salvaba Greif. El Athletic hacía lo que le gustaba a Valverde, presionar y atacar con juego de combinación, con Sancet y Galarreta como directores de orquesta y los hermanos Williams de finalizadores. Pero se impuso en el primer tiempo la fórmula de Aguirre, ese juego más primario, menos elaborado pero que, bien ejecutado, es tanto o más efectivo. Y así se abría el marcador con un córner que la defensa vasca no supo despejar y que, en el tercer remate, acababa con el balón de Dani Rodríguez al fondo de la red.

Al Athletic no le salía nada y el Mallorca sabía tener paciencia, esperar el error y salir de nuevo al ataque. Así pudo llegar el segundo en una jugada calcada a la del primer gol que, esta vez, Vivian rehusó a tiempo. Era un escenario idilico para los baleares hasta que Sancet recibió un balón afortunado en el área y chutó de primeras. Greif tuvo que intervenir. No fue gol, pero los de Aguirre vieron las orejas al lobo y se echaron atrás. Un error que acabaría pagando caro al equipo porque el Athletic tuvo todo el campo para construir jugadas. Nico marcaba un golazo, anulado por fuera de juego, y llegaban otras tres ocasiones, clarísimas, del propio Nico, de Iñaki y de Galarreta. Fue un milagro que el partido llegara con victoria mallorquinista al descanso.

Una segunda parte de dominio del Athletic

Valverde movió ficha. Se desesperaba en la primera mitad por las ocasiones falladas y daba oxígeno en el centro del campo con la entrada de Vesga. Curiosamente, la primera ocasión de la reanudación fue para el Mallorca. Y clarísima, porque Larin desperdició un mano a mano con Aguirrezabala. El Athletic se recuperó pronto e impuso el mismo ritmo con el que había terminado la primera parte. La insistencia tuvo premio y esta vez Nico se disfrazaba de asistente para habilitar a Sancet, con un pase interior que el centrocampista enviaba a la escuadra. Efectivamente, todo era distinto.

Sancet, autor del gol del Athletic Club en la final de Copa

Aguirre sabía que el equipo no resistiría, tan hundido, y cambiaba el planteamiento para añadir a un hombre en medio del campo, pasando del 5-3-2 al 5-4-1. Necesitaba controlar el partido. No se hizo con el balón, pero sí mermó el ataque vasco. El Athletic seguía dominando, pero no asfixiante. Ahora bien, el fútbol consiste en marcar goles y mientras las llegadas de unos eran tímidas y con cuentagotas, las del Athletic eran martillazos. Greif mantenía al Mallorca vivo y, con unos últimos paros, enviaba el partido a una prórroga que tendría el mismo guión.

El Athletic sería un equipo temible si tuviera más pólvora en ataque. Porque jugar, sabe jugar de narices. Pero las ocasiones seguían sin entrar. El más claro, un remate de Iñaki que Maffeo desviaba con la punta de la bota cuando el guardameta ya estaba vencido. Aunque, justo antes de terminar, llegó un último susto para los vascos, cuando Muriqi cabeceó y forzó a Aguirrezabala a hacer uno de los paros del partido. Fue el único remate mallorquinista con cara y ojos desde el gol y no entró de milagro.

Si fuera boxeo, el Athletic habría ganado por puntos. Pero en ese caso, los penaltis dictarían sentencia. Aguirre intentó rebajar la tensión de sus hombres, bromeando en la pequeña charla previa para sacudirles los nervios. No salió adelante. Al contrario. El Mallorca falló dos: El de Morlanes le tuteaba el portero y el de Radonjic se iba a las nubes. En cambio, el Athletic no perdonó. Raúl García, Muniain y Vesga dejaban el título a punto de caramelo y Berenguer remataba el trabajo. Cuatro décadas después, Bilbao se va de copas.

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