50 años de la muerte de Franco

"Llegué a dormir con una escopeta en la habitación"

Testimonio, 50 años después, de dos jugadores de Primera División que protestaron por las últimas ejecuciones del franquismo

Arnau Segura
19/11/2025

TorellóEl franquismo agonizaba, pero quería morir matando y el 27 de septiembre de 1975 se produjeron las últimas cinco ejecuciones del régimen. Dos presuntos miembros de ETA y tres del FRAP fueron fusilados tras torturas y un proceso judicial con irregularidades e injusticias flagrantes, de acuerdo con una ley creada expresamente y aplicada con carácter retroactivo. Las condenas a muerte generaron una enorme ola de indignación y movilizaciones dentro y fuera de las fronteras, con ataques a muchas embajadas españolas. El papa Pablo VI suplicó "clemencia", el presidente de México pidió la suspensión de España como miembro de Naciones Unidas y el presidente de Suecia se paseó por las calles de Estocolmo con una hucha para recaudar dinero "por la libertad de España". Pero el régimen respondió con violencia. De hecho, el párroco de Hoyo de Manzanares, el municipio de Madrid donde fueron ejecutados los miembros del FRAP, aseguró a Interviú: "Llegaron más policías en buses para aclamar las ejecuciones. Muchos estaban borrachos. Cuando fui a dar la extremaunción a uno de los fusilados, todavía respiraba. Se acercó un teniente y le disparó el tiro de gracia sin dejarme tiempo de separarme. La sangre me salpicó".

Aquella noche Aitor Aguirre y Sergio Manzanera, jugadores del Racing, estaban concentrados en el Hotel Rhin: al día siguiente el equipo de Santander recibía al Elche en un partido de Primera. Sintonizaron La Pirenaica y oyeron la noticia. "Teníamos que hacer algo para protestar. Éramos personas públicas y podíamos dar mucho eco al tema para que la gente se movilizara y empezara a darse cuenta de que ya no eran tiempo de ejecutar a las personas por sus ideas", explica Aguirre (Sondika, Vizcaya, 1949), después jugador del Athletic Club. "Las cosas no podían seguir así", recuerda Sergio Manzanera (Valencia, 1950), campeón de Liga con el Valencia en 1971.

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El día del partido acabaron de ultimar el plan secreto. José María Errandonea, suplente, cortó los cordones de unas botas y se los dio cuando ya estaban en el vestuario. "Nos esperamos en el último momento y nos los pusimos en un rincón. Aitor a mí y yo a Aitor. Si lo hubiéramos hecho antes no nos hubieran dejado salir. En el túnel de vestuarios un compañero ya se dio cuenta y nos pidió por qué era y nos dijo que nos lo quitáramos," la haríamos. Pero saltaron al césped con los cordones negros sobre la manga izquierda de la camiseta blanca. "Poco a poco empezó a correr la voz por el campo" y sonaron los primeros silbidos de la afición en Santander, una ciudad con tradición de derechas. A la media hora de juego Aguirre remató un centro de Manzanera para hacer el 1 a 0.

Cuando acabó la primera parte se encontraron con que el túnel de vestuarios estaba lleno de policías. Les dijeron que o se quitaban las pulseras o se les llevarían detenidos. Hicieron caso. "Ya habíamos hecho lo que teníamos que hacer", dicen. El gerundense Miquel Sitjà empató para el Elche, pero el Racing ganó gracias a otro tanto de Aguirre en el minuto 88. Ese año fue el segundo máximo goleador de Primera, por detrás de Quini. Cuando acabó el partido les dijeron que al día siguiente tenían que ir a comisaría.

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Afirman que se notaba que la policía les tenía "ganas" y que les salvó ser figuras relevantes. "A mí me decían: «Hombre, que lo haga él, que es vasco... pero tú, siendo valenciano, ¿qué cojones pintas con un brazalete?»", explica Manzanera. Justificaron que los llevaban porque era el cumpleaños de la muerte de un expresidente. "No se lo creía nadie", dice Aguirre. "La preocupación llegó por la tarde", añade Manzanera, en los juzgados, con la sombra de una posible condena de cinco años y un día de prisión por alteración del orden público de acuerdo con la ley antiterrorista. Se salvaron, pero tuvieron que pagar una multa de 100.000 pesetas: "Era infinitamente más de lo que cobrábamos en un mes. Hacía pocos años mi padre había comprado un piso por 150.000 pesetas". También les intervinieron el correo.

Amenazas de muerte de los Guerrilleros de Cristo Rey

Al cabo de unos días Manzanera entró en el vestuario y alguien le dijo si había visto a la prensa: un diario decía que habían sido condenados a muerte en un consejo de guerra de grupos de extrema derecha. Empezaron las amenazas de muerte de los Guerrilleros de Cristo Rey. El miedo. Aguirre envió a su esposa y sus dos hijos a Euskadi. "No abríamos la puerta a nadie. Durante unos días sólo salíamos de casa para irnos a entrenar", destaca. Manzanera durmió alguna noche en casa de Aguirre. Tenía una escopeta porque le gustaba salir a cazar conejos o perdices de vez en cuando. "Aquellos días dormía con la escopeta tras la puerta de la habitación", apunta el valenciano. Coge aire y continúa: "Aitor me dijo que mirara debajo del coche porque a veces tal. Yo no lo había pensado. Sólo lo hice una o dos veces. No sabía qué tenía que mirar o ver. ¿Algo que pusiera «bomba»?", dice riendo. La situación se fue "diluyendo poco a poco", sobre todo después de la muerte del dictador.

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Cinco décadas después Manzanera asegura que esto es una de las cosas más bonitas que ha hecho en la vida: "Fue una lucha, un gesto a favor de la democracia y en contra de la pena de muerte y de la falta de libertad, de la injusticia. Fue un gesto de rabia, de querer que cambiaran las cosas y que España cambiaran las cosas". Aquel 1 de octubre Franco dijo en su última aparición pública que en España y en Europa se había formado "una conspiración masónica izquierdista en contubernio con la subversión comunista-terrorista que si a nosotros nos honra a ellos les envilece".