Aún no sé qué quieren las futbolistas

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Alexia Putellas e Irene Paredes celebran uno de los goles ante Suecia.

BarcelonaNada menos que 39 de las mejores jugadoras del fútbol español, 21 de ellas campeonas del mundo, emitieron un comunicado el 15 de septiembre en el que dicen que no volverán a la selección hasta que haya cambios estructurales en la RFEF. Lo hacen, principalmente, para sentirse seguras y para materializar la tolerancia cero ante personas del organismo que han tenido, incitado, escondido o aplaudido actitudes que van contra la dignidad de las mujeres. Además, el jueves, Alexia Putellas e Irene Paredes dieron un recital de argumentos -ampliados el domingo- para explicar su posición. "Cuando tomas una decisión tan importante como no ir a la selección española tienes que explicar de forma muy clara cuáles son los motivos", sentenciaba en la Cope al día siguiente, sin embargo, Santiago Cañizares, exportero del Real Madrid y el Valencia.

Parece que para los Cañizares de la vida no es suficiente el motivo de querer sentirse seguras en el ecosistema de una federación que tiene decenas de personas que aplaudieron ante los ojos de todos -también de Cañizares- un discurso exageradamente machista de un presunto agresor sexual de una de sus compañeras. Para encontrar la respuesta a su inquietud, todos ellos hubiesen podido prestar algo de atención a los hechos ocurridos, por ejemplo, durante el año previo a la disputa del Mundial. Hubo dirigentes de la RFEF que pusieron una y otra vez bastones en las ruedas a las mejoras solicitadas por las jugadoras relacionadas con la preparación deportiva y las condiciones de los viajes, las cuales la selección masculina hace mucho tiempo que disfruta. También hubo listas negras elaboradas por la RFEF y Jorge Vilda sobre las 15 que más difícil lo tenían para volver a la selección en caso de querer jugar el Mundial -Mariona Caldentey estaba allí por una simple decepción personal de Vilda-. Y las jugadoras vivieron la dura experiencia de estar inmersas en la lucha por poder hacer su trabajo y avanzar en un sistema retrógrado y clientelista que tanto lleva presuntamente 'chicas jóvenes' pagadas por la RFEF a una reunión de trabajo como, también presuntamente, tiene directivos de una federación territorial como la catalana -liderada por Joan Soteras, vicepresidente de la RFEF durante el mandato de Luis Rubiales- que hacen bailar sobre la mesa durante una cena a la única mujer directiva para pasárselo bien.

Así que si alguien todavía no sabe qué reclaman las futbolistas es porque, después de haber pasado un año desde el inicio de la lucha histórica de las jugadoras, no se ha parado a escucharlas (a ellas y a otras mujeres del mundo del fútbol) con atención ni un solo minuto. O, simplemente, ha visto que no iban con él ciertas imágenes e informaciones que una pantalla le ha mostrado. Precisamente, Soteras resumió muy bien esta posición despistada en una entrevista en el diario ARA mientras justificaba por qué no había estado contundente desde un primer momento con Rubiales. "Yo había visto el vídeo [del beso de Rubiales a Hermoso] alguna vez, pero tampoco me había fijado mucho. Después de dos o tres días de reflexión, de verlo y volverlo a ver y de observar todo lo que se iba explicando, dijimos [en referencia a que el beso fuera consentido]: 'Hostia, quizás esto no es tan real como pensábamos'".

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