Fútbol

Por qué los paros de selecciones son una buena noticia (sólo para algunos)

La Liga ha pasado de estar en contra a apoyarla, con el argumento económico por bandera

BarcelonaCada vez que hay un paro de selecciones sale a debate el tema del calendario. Los clubs se quejan porque pierden a sus jugadores internacionales y por el riesgo de lesión que esto conlleva. Los futbolistas sacan el hígado por la boca y amenazan con ir a la huelga. Y los aficionados se quedan sin partidos de su equipo los fines de semana. La cáscara es la cáscara y el negocio del fútbol solo funciona –o eso opinan los que mandan– si la pelota rueda. Con contratos millonarios de por medio, nadie está dispuesto a renunciar a su parte del pastel.

Sobre el papel, los paros deberían perjudicar a la Liga. De hecho, el ente que preside Javier Tebas había sido crítico con la UEFA y la FIFA por estas jornadas internacionales que detenían la competición doméstica en septiembre, octubre, noviembre y marzo. Pero un buen día cambiaron de parecer. "¡Nos dimos cuenta de que nos podía acabar beneficiando!", decía Tebas en Barcelona, ​​donde participó hace un tiempo en un coloquio sobre fútbol y finanzas. "La gente ya se ha acostumbrado a estas interrupciones. No se quedan sin fútbol, ​​ven otro fútbol, ​​el de selecciones. Y, a efectos prácticos, a nosotros nos permite alargar nuestra competición y vender un producto que está en marcha durante diez meses".

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Para entender la importancia de estirar la competición es necesario fijarse en la compraventa de los derechos audiovisuales, que son la gran fuente de ingresos de las competiciones futbolísticas. Aunque el mayor porcentaje de telespectadores de una liga son los de su mismo país, la globalización ha dado una lluvia de millones extras. Sobre todo, a quienes se disputan en Europa, donde la Liga, la Premier League, la Serie A, la Ligue 1 y la Bundesliga son las que más facturan. El problema es cuando buscan ingresos fuera, en los mercados asiático o estadounidense. Porque, además de competir entre ellas, aquí aparece en escena la Champions. "Cada liga tiene sus grandes clubs, pero la Champions puede presumir de tenerlos todos", añadía Tebas.

Mirándolo con lupa, en la competición europea se disputan muchos menos partidos. Pero este año, con el cambio de formato, la cifra ha aumentado hasta 205 enfrentamientos. Aún así, son poco más de la mitad de los 380 que se disputan en una liga de 20 equipos. "Pero los partidos son de máxima calidad, con rivales de mucho cartel, y cuanto más avanza la competición más interés despiertan", añade un ejecutivo de la Liga. En España, el producto estrella es, por supuesto, el clásico Barça-Madrid. Luego están grandes derbis, como un Madrid-Atlético. "Pero son momentos puntuales durante la temporada y puede darse el caso de que, en realidad, en ese momento no haya nada en juego", añade la misma fuente. A nivel internacional, los clubs que más interés generan y más audiencia acumulan son Madrid y Barça. Un escalón por debajo está el Atlético. Y después ya venden clubs como el Sevilla, el Betis o el Athletic Club, pero en menor grado.

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Adelgazar la Liga no permitiría aumentar la calidad de los partidos

Ante esta situación, lo lógico sería pensar que, al igual que en la Champions, lo que hay que hacer es adelgazar la competición y dejarla en 18 o 16 clubs para que haya menos partidos pero mejores. "Pero con esto no aumentaríamos el nivel de los equipos. Simplemente, pasaría que los grandes, en vez de jugar 38 partidos, pasarían a jugar 34 o 30. Saldríamos perdiendo", lamenta una voz autorizada de la patronal. Por eso la Liga tiene 20 equipos, al igual que ocurre en Inglaterra, Italia, Francia o Portugal. Solo la Bundesliga alemana tiene menos: 18. Más clubs implican más fichas, más partidos, más entradas vendidas, más patrocinadores y más puestos de trabajo. Y, evidentemente, mayores ingresos para los estados en forma de impuestos.

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Por eso, cuando Tebas coge la maleta para comercializar los derechos televisivos de la Liga en todo el mundo, ofrece con orgullo una competición de 38 jornadas, con algunos partidos intersemanales, que comienza en agosto y acaba en mayo. Y en el paquete también está la Segunda División, que tiene 42 jornadas, no se detiene por las selecciones y, de postre, ofrece un apasionante play-off de ascenso en junio. Y así, las ligas locales, las europeas y los grandes torneos internacionales conviven y hacen crecer la burbuja del fútbol. Mientras no pete, todos contentos.