Garbiñe Muguruza atropella a Paula Badosa en las semifinales del Masters

La tenista afincada en Barcelona hace valer su experiencia para clasificarse para la final (6-3 y 6-3)

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Garbiñe Muguruza

BarcelonaSe acostumbra a decir que la experiencia es un grado. Pocas veces esta expresión es tan acertada como en las semifinales del Masters de tenis. Garbiñe Muguruza pasó por encima de Paula Badosa en un duelo desigual que se decantó rápidamente a favor de la jugadora afincada en Barcelona (6-3 y 6-3). Es la segunda tenista catalana y española que disputará la final del torneo, después de Arantxa Sánchez Vicario, en 1993. La rival será la estonia Anett Kontaveit.

La ciudad mexicana de Guadalajara acogía un partido histórico entre dos tenistas que, curiosamente, nunca se habían enfrentado en el circuito profesional. Las miradas, sobre todo, se centraban en Badosa, una tenista que ha hecho un tramo final de temporada excepcional, hasta el punto de ganarse el billete para las WTA Finales. Y, en esta semana intensa, demostrar que nada había sido por casualidad, accediendo a las semifinales ganando los dos primeros partidos sin ceder ningún set. Pero esto fue insuficiente ante una Garbiñe a la que le salió todo bien.

Nacida en Venezuela pero establecida en Barcelona, Garbiñe miraba a su equipo justo después del punto definitivo y se ponía el dedo índice en la frente. Durante una hora y 25 minutos, la jugadora se había convertido en una máquina perfecta de jugar al tenis. Dominó casi todas las estadísticas, hasta el punto de sacar de quicio a Badosa. Empezó el partido al máximo de revoluciones y le bastó con tres juegos para conseguir romper el servicio. A partir de aquí, siempre iría por delante y Badosa, a remolque.

Un partido desigual

La tenista de Begur, impotente, buscaba consejo en el palco donde estaban los suyos, pero sin encontrar respuesta. Solo en el tramo final, cuando optó por un juego más agresivo, pudo plantar cara. Pero ya era demasiado tarde. Porque el marcador estaba claramente en contra y porque, cada vez que conseguía un winner, veía cómo Garbiñe respondía con alguna genialidad en el siguiente punto. Badosa tuvo más golpes ganadores (20 a 17), pero también muchos más errores no forzados (30 a 21). No se pudo hacer fuerte sirviendo, al contrario que Garbiñe, que ganaría un 81% de los puntos jugados en el primer servicio. Badosa acabaría muriendo de aplastamiento, habiendo cedido dos servicios en el primer set y un break en el segundo. En cambio, desaprovechó las tres pelotas de las que dispuso. Garbiñe no parecía invencible. Era invencible.

La suerte, además, sonreía a la barcelonesa, que había disfrutado de un día de descanso. Badosa se había clasificado en el segundo partido, el viernes, y Garbiñe había tenido que remar hasta el sábado, cuando jugó su tercer duelo. Pero el domingo Badosa disputaba su tercer partido, ya intrascendente y que perdería. Ciertamente, la de Begur jugó a medio gas, pero aún así acumuló un desgaste que le pasó factura en las semifinales. Entre esto, la falta de experiencia y que delante tuvo a una rival a la que le salió todo, acabó encajando la derrota con deportividad pero resignación. El gesto de rabia, cogiendo la bolsa y marchándose al vestuario con cara de pocos amigos, lo resumía perfectamente. Había caído con honor, pero en el fondo había perdido.

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