Primera División

El futbolista más multicultural del Girona: "Limpiaba las botas de los jugadores veteranos"

Axel Witsel aterriza en Montilivi para completar una trayectoria que le ha llevado a dar vueltas por el mundo

Axel Witsel poniendo por el ARA durante la entrevista.
11/09/2025
4 min

GeronaHace unos días que el ARA pidió entrevistar a Axel Witsel. "Tengo una reunión en el colegio de los niños, lo siento. ¿Podemos dejarlo para la próxima semana?", contestaba, vía WhatsApp. Sólo faltaría, lo primero es lo primero. "Ahora está todo más o menos en su sitio", confiesa desde la Girona Football Academy by PUMA, horas antes de la visita rojiblanca en Vigo de este domingo. Son jornadas movidas, en cals Witsel. De abrir cajas, enloquecer intentando recordar dónde estaba según qué y tomar un montón de pequeñas decisiones. Quien ha hecho antes un traslado sabe de lo que hablamos. "Ya tenemos casa y hemos encontrado escuela para las criaturas. Para mí, la familia es clave. Y sabiendo que está bien, mi cabeza también lo está, así que puedo focalizarme en el fútbol".

A los pequeños, claro, les darán clases en catalán. "Sí, sí, seguro que pronto empiezan a hablar de ello; pero hay muchas palabras que se parecen a idiomas que domino. Por ejemplo, el chico que ha entrado en la sala ha dicho dejo, ¿verdad? En portugués también se llama de esa manera. Como hablo bastantes, lo intento relacionar. Quizá no podré dar una rueda de prensa entera en catalán, pero creo que entiendo muchas cosas", asegura el futbolista, que se defiende perfectamente en francés, inglés, castellano y portugués y sabe decir algo en ruso. No es tan valiente con el chino, sin embargo. La mezcla le viene de una trayectoria a distancia –ha jugado en Bélgica, Portugal, R, de la familia –el padre es de Martinica; la madre, belga; y la mujer, rumana con ascendencia húngara–. Es el hombre más multicultural del vestuario del Girona.

Axel Witsel con el escudo del Girona en el fondo.

"El día que me levante sin ganas y me diga que tengo que venir a entrenar, como si fuera una obligación, me retiraré y haré otra cosa. Me sigue apeteciendo levantarme y jugar a fútbol. Y quiero disfrutarlo, porque esto pasa una vez en la vida. Los años quieren pero cuando tienes 18 no te hace ya 18 no te te da y pero te hace ya 18 pasos de la treintena". El fútbol es "mi pasión", define; pero hace muchos años que se convirtió en un trabajo. "Sí, lo es; aunque hay oficios más jodidos. Vale que hay sacrificios y una parte que el público no ve, pero nosotros, los jugadores, somos unos afortunados". A lo largo de sus vueltas por el mundo, no ha tenido ningún inconveniente en ser sincero. Lo fue cuando hizo público que había firmado por el Tianjin Quanjian por dinero (pasó de cobrar unos tres millones a dieciocho, según algunas informaciones), o con su constante compromiso contra el racismo.

El padre, de albañil a político

Por eso, cuando afirma sentirse un afortunado, es que se siente de verdad. "Mi padre ahora es político (Thierry Witsel, del Partido Socialista y miembro del Senado belga), pero cuando yo era pequeño era albañil. Él hacía el cemento, construía casas con sus propias manos. Y no vivíamos en ninguna zona lujosa. Me crié en Lieja, en un barrio sin diferencias. Jugando en la calle, en libertad, siempre con una pelota. Thierry nunca se ganó el pan jugando al fútbol, ​​pero llegó a la Primera División belga de fútbol sala e incluso se estrenó con la selección. "Me lo pasaba pipa, entonces, y no me importaba nada más. Cuando fui padre entendí por completo lo que los míos habían hecho por mí: sin sus ganas de verme feliz, no estaría aquí hablando contigo", explica.

No olvidó los tiempos en que limpiaba las botas de los veteranos del equipo. "Puede parecer estúpido en los tiempos que corren, pero antes era lo que había. Cuando un jugador joven entraba en el vestuario, asumía ciertas tareas. Yo limpiaba las de Sergio Conceiçao (exentrenador del Milán). Eso se ha perdido. Hay tanta gente en torno al equipo que ya no se hace nada de todo eso", expresa, con re y aprendían. Ahora, normalmente, son los encargados de poner la música a todo trapo dentro del santuario. "Todo ha cambiado, pero eso no quiere decir que los jóvenes no se esfuercen. Depende del carácter y la mentalidad de cada uno. Yo he coincidido con Jude Bellingham y Erling Haaland e iban al 1000%. Y Bellingham era menor".

Witsel aterriza en Montilivi dispuesto a "ser un buen ejemplo y ayudar". "Entiendo que la gente no sepa cómo sentirse, teniendo en cuenta que hace poco estaba la ilusión por la Champions. Seguro que el Girona no lo había previsto. Y el fútbol no es eso, no es que todo te salga bien. No se puede esperar que eso se repita", responde, con los pies en el suelo. Añade que "tampoco somos una plantilla para perder como hemos perdido en este inicio, pero no es una excusa, porque deberíamos haberlo hecho mejor; ahora debemos esforzarnos y darle la vuelta a la situación".

El futbolista afro

El belga se describe como "un regulador, una pieza que controla el juego y sabe cuándo es necesario tranquilizarlo y cuándo darle un ritmo más alto". Y un último detalle. "Para jugar, siempre con el pelo estilo afro". ¿De dónde le viene esto? "Hace muchos años, cuando conocí a mi mujer. No fue para enamorarla, no [ríe]. Quería hacer algo diferente, y me lo dejé crecer. Me gusta ir probando, a menudo me he hecho rastas, también", señala despreocupado. "No soy de tener muchos pájaros en la cabeza ni de estresarme en situaciones de presión. En lo único que pienso es en divertirme y dar lo máximo por el Girona. Me siento feliz de volver en medio del campo", finaliza.

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