¿Por qué el Girona no ha tenido más remedio que pinchar el globo?
La pérdida de siete titulares en un año y la política económica con la Champions han comportado un cambio de paradigma en Montilivi
GeronaCuando se mira en el espejo, el Girona hace una mueca. Reconoce pocos adjetivos a los que todo el mundo hacía referencia hace poco, cuando fue amado con un consenso absoluto. El juego fluía, los fichajes encajaban, nadie tenía expectativas exageradas. Y rasgó la lógica. Ahora, todo esto se le ha vuelto en contra. La plantilla se desmontó y, a diferencia de cuando los recursos eran escasos, le cuesta construir con los bolsillos llenos. En consecuencia, sufre. "Ya no somos el Girona de hace dos años, ese sueño ya ha pasado", recordaba Míchel, que intenta dar los pies en el suelo ante el regreso a la realidad.
El mejor Girona de la historia ha perdido a siete titulares en dos veranos: en los laterales, ya no están Yan Couto ni Miguel Gutiérrez; tampoco Eric Garcia en el central; ni Aleix Garcia y Yangel Herrera en la sala de máquinas; o Savinho en la banda; ni Dovbyk, el pichichi de la Liga, en punta. Con estas piezas, Míchel alcanzó la cima como entrenador. Pero sin ellas, la insistencia en mantener los mismos patrones, con perfiles distintos, sumado a la mala dinámica ya una mayor presión del entorno, que ha enrarecido el ambiente, no acaba de funcionar. A los gerundenses les está costando realizar una buena transición del vestuario. Y no será porqué no hayan tenido oportunidades. De los siete futbolistas citados, cuatro estaban en propiedad y su despedida supuso unos 70 millones de euros.
Pero, ¿cómo los ha invertido? En los laterales titulares han colocado Arnau (suplente de Couto) y Àlex Moreno, que llegó gratis. En el eje de la defensa pagó 8 millones por Krejci el año pasado, pero este verano ha hecho negocio y lo ha cedido por unos 7 millones, más una opción de compra de 23. A Krejci no le han reemplazado, y eso que el equipo es colista con tres derrotas, en las que ha encajado diez goles. Ya estaba Vitor Reyes, cedido.
Pesadillas en la zona de creación
En medio del campo, la pieza que daba sentido al juego rojiblanco, Aleix Garcia, no ha sido sustituida. Lo intentó brevemente con el préstamo de Arthur Melo, pero las apuestas definitivas no tienen nada que ver. Jhon Solís, que ya estaba en la plantilla, o recientemente Axel Witsel, libre de contrato, son los escogidos, a los que hay que sumar Iván Martín, que ya estaba ahí y que ha variado ligeramente el rol. La inversión en esta posición, probablemente la más fundamental en el pensamiento de Míchel, es de 0 euros.
Por Yangel, días antes de su traspaso llegó Ounahi, por 6 millones. Es cierto que el entrenador se protege algo respecto al dibujo de hace dos años, acumulando jugadores en zonas interiores, como Thomas Lemar, cedido. O Van de Beek, 500.000 euros, pero un sueldo alto. Esta política de nuevos sueldos, condicionada por la participación en la Champions League, ahora, sin las ayudas de la competición, pasa factura: el límite salarial aprieta al Girona, que ingresó unos 35 millones con la participación europea y aseguró que se reservaría los 19,6 millones de beneficio con los que pensaba cerrar el ejercicio. La famosa nueva dimensión.
Enfrente llegaron Asprilla, el fichaje más caro, 18 millones más 7 en variables; Abel Ruiz, 9 más Gabri; Miovski, comprado por 6,50 y vendido por 3 a los doce meses y Danjuma, cedido y que ya no está; y hace pocos días Bryan Gil, otros 6 millones 4; y Vanat, unos 15 fijos. En total, el gasto supera los 60 millones.
Con los cambios, el juego ha perdido velocidad, criterio y contundencia. La plantilla está ligeramente descompensada, con un exceso de mediapuntas. Y por delante, con Vanat por descubrir, los goleadores no han aprobado. De momento, nadie ha salido ganando, con la sacudida: ni el propio club ni Míchel. A su favor, este verano no ha tenido margen para hacer un equipo y la Liga acaba de empezar. Tiempo para reaccionar, hay.