El Girona hace todos los méritos posibles para perder contra el Sevilla

GIRONAHubo un tiempo en el que el Girona perdía partidos que merecía ganar. El club incluso llegó a ser conocido por esa crueldad extrema que sufría en las finales, en la que tras grandes temporadas acababa cayendo en el instante decisivo. A menudo, en el tiempo de descuento. O era remontado cuando ya frotaba el cielo con las manos. Esto le permitió fidelizar a quienes le seguían, que continuaron por una mezcla de fe, terquedad y lástima. Pero también generó simpatías entre los catalanes que hasta entonces nunca se habían fijado, lo que le convirtió en el segundo equipo de muchas personas.

Ahora, eso ya no le pasa tanto. De hecho, últimamente ha ganado partidos que ha merecido ganar y también se estaba acostumbrando a ganar partidos que no merecía ganar. Hoy ha estado a punto de burlarse una vez más del pasado, porque ha ido ganando mucho rato hasta que, sin que sirva de precedente, el resultado se ha puesto del lado del equipo que ha hecho más méritos, y no era él, sino el Sevilla (1-2). Los de Pimienta se han visto obligados a dar la vuelta al gol inicial de Arnau, y han sellado el triunfo como duele más: con un gol en los últimos minutos, de Lukebakio, tras una acción individual brillante, donde ha dejado Krejci retratado.

Porque que el Girona llegara a la hora del partido con ventaja ya ha sido un golpe de suerte difícil de entender. En el minuto uno, una inocentada de Oriol Romeu en el interior del área ha convertido a Paulo Gazzaniga en un héroe: el argentino ha desviado el penalti de Isaac y ha sumado el quinto parón en seis lanzamientos desde los once metros de este curso cuando los antecedentes de las dos temporadas previas muestran que sólo había detenido a dos de los once lanzados. El cambio es abismal.

Hay más, todavía, porque el portero rojiblanco ha sacado un disparo de Vargas y ha desviado suficientemente un remate de Lukebakio que ha impactado en el larguero. Todo ello, antes que los de Míchel, que no pudo contar con Miguel, se adelantaran en el marcador en una acción de estrategia finalizada por Arnau Martínez, destapado como un goleador cada día menos inesperado. El fútbol del Girona, de nuevo, ha sido previsible y sólo Bryan Gil –aunque sólo durante el primer tiempo–, ha intentado hacer algo distinto al que todo el mundo proponía. En la segunda, el juego aún ha empeorado. Ha hecho todos los méritos posibles por no sumar ningún punto.

Falta un goleador

Le faltó acierto a Abel Ruiz, que falló un gol cantado desde el interior del área pequeña y con cierto margen para pensar. Es verdad que Nyland se le ha arrojado encima, abriendo las piernas y tapando lo que ha podido, pero el valenciano le ha puesto fácil chutando al muñeco. Ruiz empieza a necesitar sacudirse la incertidumbre que transmite, especialmente en una posición tan influyente como la suya. Es la gran mancha de la dirección deportiva este año, que no ha sabido encontrar a un delantero que asuma lo que se le pide con garantías. Traducido: que marque.

Pero si el Girona no ha sabido por qué ha empezado dominando el duelo, tampoco ha sabido por qué le han remontado. Sin que el Sevilla hiciera nada del otro mundo, en una jugada envuelta Saúl ha visto una rendija por la que colarse, y no ha dudado. Gazzaniga le ha exigido un par de remates, pero finalmente se ha rendido.

La bajada de tensión de los gerundenses ha sido alarmante y Míchel tampoco lo ha sabido solucionar desde el banquillo. No ha pasado como en Vitoria, donde el triunfo apareció de la nada en una acción aislada. Esta vez no se han conformado ni con un punto, sino que han acabado perdiendo porque Lukebakio se ha deshecho de todo el que se le ha puesto por delante. El miércoles, toca el Milán en San Siro. Quién sabe si allí...