Menos mal que el Girona sólo juega una vez al año en Getafe

GIRONACada temporada es lo mismo, cuando toca ir a Getafe. Partido áspero, con interrupciones, pocas ocasiones y frustración final. El guión no cambia, año tras año. De hecho, el Girona tan sólo ha ganado una vez en toda su historia. Hoy no ha sido la excepción: cuarta derrota consecutiva a domicilio (1-0), lo que provoca que pueda perder el segundo puesto de la clasificación, si el Barça realiza el trabajo en el Cívitas Metropolitano.

Los de Míchel ya han empezado la tarde con el pie cambiado. A las bajas ya conocidas de David López, Yangel Herrera y Viktor Tsygankov, todos ellos titulares, se añadió la de Miguel Gutiérrez, que no pudo completar ni el calentamiento. La guerra en el Coliseum ha dejado aún más heridas, porque Savinho ha visto la quinta amarilla y se perderá el próximo partido. No es de extrañar cómo los gerundenses, que a menudo pecan de ingenuidad, hayan visto dos tarjetas nada más empezar mientras Munuera Montero miraba hacia otro lado cuando las entradas las hacían los de azul, muy contundentes en su pesada presión. Bienvenidos al Coliseum, por quien no lo conozca.

Porque ha habido un momento en que el escenario ha podido hacer un clic, con Portu escapándose solo para encarar a David Soria, aún no al primer cuarto de hora de juego. Pero Alderete no le ha dejado, y le ha estirado la camiseta hasta que el murciano no ha podido moverse más. Munuera Montero le ha enseñado amarilla, pero el central del Getafe era el último hombre, sinónimo de roja en ese tipo de acciones. Incluso el VAR ha llamado al árbitro para que se lo fuera a mirar. Munuera no ha rectificado.

Dos estilos opuestos que chocan y que provocan que el Girona no se sienta nada cómodo. El tema se acentuó cuando marcó Yellu, en una jugada que enganchó a los gerundenses descolocados. Luego sí, piernas ayúdame, se han valido de su amor propio para dar un paso adelante y empezar a coleccionar ocasiones. Iván Martín, Dovbyk, que no hay forma de que vea portería, últimamente, y Portu han tenido las más claras.

Si parecía imposible elaborar ninguna jugada de cosecha propia, con Savinho fuera de órbita, y las acciones a balón parado tampoco funcionaban, había que probar otros recursos. ¿Lo más fácil? Hacer entrar a Stuani, que en cada jornada lo hace más tarde, y bombear balones en la olla, y se iba acumulando nombres y roles diferentes, entre ellos Jastin, que ha acabado con un ojal en la cabeza en una entrada muy peligrosa, que tampoco se ha penalizado. Sinceramente, intentarlo era perder el tiempo. Y todavía gracias a que Gazzaniga ha hecho el paro de la semana a disparo de Mata. Menos mal que el Girona no volverá a Getafe hasta el próximo año, donde ya sabe qué pasará.