Primera División

El momento más crítico de Míchel en el Girona

El técnico madrileño pierde crédito a mucha velocidad y necesita un buen resultado urgentemente si no quiere peligrar de verdad

Míchel, caminando en el césped de Montilivi después de un partido
22/09/2025
3 min

GeronaNadie se atreve a pronosticar una fecha de caducidad para Míchel Sánchez. Cuando se tantea su futuro, todo el mundo va con pies de plomo. Lógico, teniendo en cuenta el respeto y el agradecimiento hacia la persona que consiguió que el Girona no fuera un equipo más. Con él al mando, los gerundenses han hecho historia. Pero el fútbol no tiene memoria y el técnico de Vallecas vive el momento más crítico en el banquillo. Ya ha superado malas épocas, con anterioridad, pero ninguna era tan grave como ésta. Míchel necesita empezar a sumar si no quiere ver peligrar el cargo de verdad.

La semana presenta dos oportunidades para que los rojiblancos abandonen la última posición de la Liga y ganen por primera vez: este martes en Bilbao (19 h, DAZN) y el viernes en el derbi catalán en Montilivi contra el mejor Espanyol de los últimos años. Míchel afronta los duelos en horas bajas, con pocos jugadores y menos confianza. El equipo no transmite muchas cosas positivas y lo que hasta ahora era un tema tabú, el del cambio de entrenador, ya no lo es tanto. Los nervios ya han aparecido, la corriente es muy negativa y la fractura entre la masa social y los que mandan es cada vez mayor.

Por supuesto, no todos los problemas tienen que ver con el madrileño, que está pagando las consecuencias de la mala planificación organizada desde los despachos. Las tres primeras jornadas se lanzaron a la basura y el Girona, que hasta hace unos diez días no pudo empezar a entrenarse en condiciones con la plantilla al completo, apenas está iniciando una suerte de pretemporada cuando los rivales ya compiten en serio. Es decir, que va a remolque del resto. Por eso es colista.

Lo que ha perdido a Míchel por el camino, aparte de la energía, es credibilidad. Desde hace meses, lo que dice no corresponde a lo que se ve. El año pasado, con el lío de una Champions que pesará durante años, pronosticó que el equipo mejoraría cuando las semanas estuvieran limpias; pero empeoró. Pasó un montón de partidos insistiendo con Danjuma y Abel/Miovski cuando toda la ciudad pedía Portu y Stuani, porque la implicación siempre será mejor que el supuesto talento. La permanencia en Primera llegó así, porque hoy lo más probable es que el equipo estuviera en Segunda si no fuera por el murciano y el uruguayo. Allí, Míchel salvó el cuello. Era el tercer momento delicado de su trayectoria, iniciada en el 2021: unos meses después de su llegada, estaba en posiciones de descenso a Primera RFEF, pero se le apoyó; en la vuelta a la élite, también ocupó la zona roja hasta finales de octubre, cuando hizo un clic cambiando la estructura de la alineación.

Pero ahora es diferente, porque ni el equipo practica un estilo reconocible ni da la sensación de ser esto, un equipo. Se ha perdido talento y Míchel carece de la situación bajo control. Tanto se descuelga diciendo que "tiene una base espectacular" como reniega de la directiva y de los jugadores para dar marcha atrás dos días después diciendo que él no quería señalar ninguna parte en concreto. Incluso excusó el mal juego por el estado del césped y habló de egos, como el peor Xavi y el mejor Flick.

14 puntos de 72

Entre la segunda vuelta del curso pasado y el inicio de la actual, el Girona de Míchel ha sumado 14 de los 72 puntos en juego. En cualquier otro escenario, estas cifras serían, al menos, motivo de debate para el futuro del entrenador. En Montilivi cuesta, por el cariño y el prestigio que se ha ganado el madrileño, que hizo subir al equipo a Primera, le clasificó tercero y le hizo viajar a París oa Milán. Hitos así no se olvidan.

Quique Cárcel, el director deportivo, también cuestionado, sólo ha echado a dos entrenadores a medio curso en más de una década en la entidad. Fueron Unzué, a los doce partidos, y Pep Lluís Martí, de veintiséis. Machín se marchó al Sevilla, a Eusebio le mantuvo creyendo que el barco no se hundiría, y el ciclo de Francisco acabó con el segundo play-off perdido. Juan Carlos Moreno no cuenta porque fue el puente entre Unzué y Martí.

Cárcel es leal con los suyos, aún más con un Míchel que le hizo revivir cuando tenía ganas de plegar. Pero si la cosa sigue así, los que mandan, abucheados con el 0-4 del Levante, tendrán que tomar decisiones. Sólo han pasado cinco jornadas, pero el Girona tiene el agua en el cuello: o Míchel empieza a sumar de tres en tres o de ésta seguramente no saldrá adelante. De hecho, aunque ninguna voz importante haya dado motivos para pensar en una destitución inmediata, tampoco ha salido a defenderle. Éste es otro síntoma.

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