Al socio no se le puede engañar

¿Los jóvenes pueden con todo?

El banquillo del Barça el domingo ante el Villarreal
23/09/2024
2 min

Los jóvenes quieren comerse el mundo. O, al menos, solía ser así y debería ser así. Su ímpetu, su pasión desatada, su actitud a menudo temeraria son un elemento imprescindible para sacudir estructuras adormiladas o desesperadas. Pero, ¿puede la juventud con todo? Esta es la pregunta que se cierne sobre el imaginario culé tras sumar ocho bajas importantes en la plantilla en este inicio de temporada con partidos cada tres días. Obviamente, una pregunta válida para cualquier ámbito de nuestra vida.

El banquillo azulgrana el domingo en la Cerámica definía a la perfección lo que es el Barça hoy en día. El club se sostiene por unos jóvenes a los que no correspondería, teóricamente, asumir estas responsabilidades. Pero, ya sea por convicción de Hansi Flick, porque las limitaciones económicas no permiten hacer más o porque los jóvenes tienen un talento capaz de derribar cualquier muro, el Barça de hoy depende de un grupo de adolescentes prácticamente imberbes. El futbolista de campo más veterano que esperaba su turno en la banda ante el Villarreal era Pau Víctor (22 años). A partir de ahí, aparecían algunos en edad universitaria como Marc Casado (21), Ansu Fati (21), Alejandro Balde (20) y Héctor Fort (18), y varios menores: Pau Cubarsí (17), Andrés Cuenca (17), Guille Fernández (16) y Toni Fernández (16) –en el once titular cinco jugadores también tenían menos de 23 años–. Es insultante. Cualquier otro club del mundo, con las bajas que tiene ahora mismo el Barça, estaría superado. Y probablemente buscando excusas. En cambio, frente a las adversidades, Flick ha asumido un discurso valiente. En cada sacudida, la respuesta del entrenador alemán que lleva cuatro meses en Catalunya es Masia y más Masia.

Ahora bien, sin una idea futbolística firme detrás, el castillo que ha construido Flick a base de chiquillos descarados se derrumbaría. Si el Barça no fuera un equipo compacto que presiona arriba, que tira hasta el centro del campo la línea defensiva, que es solidario hasta el último minuto, sacar a jóvenes como setas no serviría de nada. Ahora mismo, salga quien salga, se afeite o no, responde como si llevara toda la vida en el primer equipo. En cualquier otro contexto, esto sería imposible, muchos de ellos sufrirían. Incluso lo hemos visto muchas veces, alguno de ellos se quemaría antes de tiempo porque el entorno lo devoraría inclemente. La juventud por sí sola no es la solución, necesita una idea a la que volcar toda su fogosidad, y Flick se la ha dado.

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