Djokovic derrota a Alcaraz y entra al Olimpo con el oro que le faltaba (7-6 y 7-6)

En una final preciosa sin una sola ruptura de servicio, se convierte en el campeón olímpico más veterano

Enviado especial a ParísNovak Djokovic ya tiene el título que le faltaba. Ese oro olímpico que siempre se le escapaba de las manos. En una final preciosa en la pista central de Roland Garros, ha derrotado en dos sets a Carlos Alcaraz en el duelo entre el finalista olímpico más veterano de todos los tiempos y el más joven. Los jóvenes a veces deben ceder el paso a quien tiene más experiencia y el serbio ha sabido luchar contra sus fantasmas, y su carácter, en una final sin una sola ruptura de servicio resuelta siempre al tie break (7-6 y 76). Cuando su última vez ha saltado dos veces, ha mirado el cielo sin saber muy bien qué hacer. Después, ocupó el espacio central de la pista con una bandera de Serbia. La gloria era suya. Como dice la frase que preside la pista central de Roland Garros, "la victoria pertenece a lo más tenaz". Él lo ha sido.

El escenario era difícil de mejorar: una pista central de Roland Garros llena de famosos, como John Travolta, Sharon Stone, el presidente del PSG Nasser Al-Khelaifi, Pau Gasol o Tom Brady. De las gradas bajaban gritos de ánimo en castellano y serbio. Vamos, decían uno. Idemo, los demás. Quiere decir lo mismo: manos a la obra. Los franceses parecían decantarse por el serbio, consciente de que, a su edad, era el último tren para ser campeón olímpico, su último sueño, el único título que no había conquistado. Lo ha logrado después de un partido que ha empezado ya con unos intercambios de golpes imposibles.

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Pocas cosas más bonitas se han visto en París en la última semana que el noveno juego del primer set, que parecía no terminar nunca. Un juego eterno. No dejaba de ser sólo un juego, pero ambos jugadores le han convertido en una cuestión de honor y han ofrecido su mejor versión. Una especie de haiku con raqueta, un poema de amor a este deporte. Durante casi 10 minutos, Alcaraz sentía que el viento le soplaba a favor y ha llegado a tener cinco bolas de break. Djokovic parecía a un paso de perder la calma al ver cómo el murciano llegaba a todas las bolas, y devolvía mates y drives duros como hachazos. Las piernas de Alcaraz parecen tener la fuerza de los viejos héroes homéricos, como si tuviera alas. Pero el serbio sabe sufrir, y se llevó el juego, y llevó el set hacia el tie break. Alcaraz ha desaprovechado ocho balones de break, incluyendo las cinco de ese noveno juego que dejaba de ser un juego cualquiera. Habría cambiado cosas, si el murciano le hubiera ganado.

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Después de una hora y 33 minutos, sería Djokovic quien ganaría el primer set con un punto delicioso, dominado en el fondo de la pista y con una dejada delicada. En tenis, después de un montón de golpes violentos, siempre puede llegar una vez suave y tierno que lo altere todo. Alcaraz encajaba un duro golpe. Pese a ser más joven, también llegaba con las piernas más cargadas en la final después de haber participado en los dobles haciendo pareja con una Navidad eliminada en el cuadro individual precisamente por Djokovic. Al murciano le tocaba remar a contracorriente, un escenario donde tampoco parece sentirse incómodo del todo, este jugador de autoestima gigante, ya que siempre piensa que puede ganar. Pero perder el primer set le ha dejado un poco fuera de juego y, en el segundo set, la iniciativa parecía que la llevaba el serbio en ese relato épico en el que los dos jugadores, empapados en sudor, se iban intercambiando golpes largos, moviéndose de lado a lado, levantando la tierra roja de Roland Garros con sus golpes y carreras. Djokovic parecía desear más el título y en el cuarto juego del segundo set lograba el primer juego ganado en blanco.

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Pero justo en ese momento ha empezado a hacer de las suyas. Ha ido perdiendo la calma, iniciando diálogos con sus entrenadores. Expresivos como buenos balcánicos, parecía discutir, aunque remaban en la misma dirección. Como si tuviera que lidiar con el fantasma de todas las eliminaciones olímpicas, ya que él, campeón de 24 Grand Slams, sólo tenía un bronce; hasta ahora. Hace tres años en Tokio era favorito, pero acabó perdiendo los papeles el día que fue eliminado y ofreció una imagen triste. Hoy se ha quitado la espina después de un segundo tie break agónico en el que Djokovic, quizá en una de sus últimas grandes actuaciones, ha logrado que, por un golpe, Alcaraz no llegara a todos los balones. Después de un duelo bien igualado, el segundo tie break fue extrañamente plácido para el jugador de Belgrado, que acabó estirándose en el centro de la pista, emocionado, antes de recibir una bandera serbia. Alcaraz, en su estreno olímpico, termina con una plata. El tenis español soñaba con dos oros y acabó con esta plata y el bronce, poco esperado, de los dobles femeninos, con la valenciana Sara Sorribes y Cristina Bucsa.

En el séptimo enfrentamiento entre ambos, Djokovic ha sumado la cuarta victoria en un duelo que, poco a poco, se irá apagando. Alcaraz simboliza el futuro y está destinado a jugar duelos contra gente de su generación, como el italiano Sinner. Djokovic va siguiendo los pasos de Federer y Nadal, de camino al término de una carrera gloriosa en la que ha dejado duelos para recordar, como esa preciosa final olímpica, quién sabe si la mejor de todos los tiempos. Con 37 años y 74 días, igualó el hito de Andre Agassi, Rafael Nadal, Serena Williams y Steffi Graf, los únicos que ganaron los cuatro Grand Slams y también la medalla de oro en los Juegos Olímpicos.