Mar Molné, de disparar para ganar jamones a quedarse al borde del podio olímpico

La joven tiradora del Morell, de 22 años, se estrena por la puerta grande a unos Juegos con una cuarta posición a tiro de foso

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La tarraconense Mar Molné, en acción en los Juegos

Enviado especial a ParísUna catalana ha quedado al borde de ganar por primera vez una medalla olímpica en tiro. La tarraconense Mar Molné (El Morell, 2001) ha conseguido una magnífica cuarta posición en el concurso de foso en el campo de tiro de Châteauroux, y se ha quedado con la miel en los labios. Con 22 años, Molné ha superado a rivales con más experiencia y palmarés, confirmando así las buenas sensaciones de las eliminatorias de clasificación, cuando ya había terminado en la primera posición sin que nunca le temblara el pulso. Durante la final, ha estado luchando por el oro durante un buen rato. Pero al final, ha cometido unos errores clave. Adriana Ruano Oliva, de Guatemala, se llevó la medalla de oro tras mostrarse muy sólida, por delante de la italiana Silvana Maria Stanco y la australiana Penny Smith.

"Estoy contenta. Son mis primeras Olimpiadas. Soy una persona que tiene poca experiencia en las pistas, apenas seis o siete años. Y he competido con unas deportistas que tienen al menos 14. He llegado a un cuarto puesto que no me esperaba para nada... bienvenido sea. Da igual, no pasa nada, en las próximas", ha explicado. "En los primeros platos estaba bien, pero después me he relajado. Además, hacía calor. A mí me caía la gota, pero se ha soportado. Nunca bebo agua durante la serie y aquí lo he visto muy necesario", razonaba.

Molné ha estado acompañada en la final de la andaluza Fátima Gálvez, medallista de oro en parejas en Tokio, que también ha acabado fuera del podio. La tiradora del Morell ya había demostrado todo su talento en los últimos años, con dos veces a pruebas de la Copa del Mundo. De hecho, hace tiempo que se entrena en el Centro Especializado de Alto Rendimiento de Tiro Olímpico Juan Carlos I de Granada, donde lucha por poder vivir en los próximos años de su gran pasión, el tiro. "Parece una locura, pero de momento las cosas van bien", suele explicar una chica que hasta que tenía 17 años dudaba sobre lo que más le gustaba: "Disparar o tocar la corneja con los castells. Pero con el tiro puedes ganar y la sensación de recibir copas...", admite.

Mar empezó a disparar gracias a su padre, un cazador aficionado al que solía acompañar cuando iba a concursos de disparar al plato en los pueblos de Tarragona. A sus 14 años, Molné pidió a su padre si podía disparar por primera vez su escopeta de caza, haciendo puntería con un árbol. Le gustó la sensación, pero no quería cazar animales porque le daban lástima. "Yo no puedo ni matar a una mosca", explica.

Tras ver en "fiestas de pueblo cómo se hacían concursos de tirar a un plato volante, quise probarlo sin saber que era un deporte. Y mira ahora", bromea satisfecha. De disparar en fiestas locales, a hacerlo frente a miles de personas en los Juegos en pocos años. "Mi padre sí lo sabía, él miraba los concursos de tiro cuando llegaban los Juegos. Se puso muy contento cuando le dije que quería probarlo", recuerda. De hecho, Mar se enriquece recordando cómo volvían a casa con jamones y quesos que habían ganado en las fiestas de pueblo.

Mar Molné piensa ya en los Juegos del 2028

Con el apoyo de un padre encantado de ver a su hija escogiendo este deporte, Mar había ido impresionando en los últimos años en campeonatos de Catalunya, España y pruebas de la Copa del Mundo. Durante estos últimos años, Mar se ha hartado de coleccionar anécdotas gracias a su pasión. "A veces te pones nerviosa cuando en un control policial en carretera tienes que explicar que llevas una escopeta y cartuchos", dice con sentido del humor.

Naturalmente, siempre lleva todos los papeles, ya que para practicar tiro hay que pasar macetas, cursos y pruebas para entender que no deben cometerse imprudencias. Cuando en 2018 ganó su primer campeonato europeo, Mar entendió que podía llegar a unos Juegos. Dejó la corneja y recibió una beca de la Federación Española, e inició la escalada en el cielo que le ha llevado hasta París, donde llegaba con una idea clara: disfrutar. "La idea era disfrutarlo, ser feliz y, si sonaba la flauta, ganar medalla", decía antes de la cita de París. Casi lo ha conseguido, cuyo resultado le invita a pensar ya en los Juegos de Los Ángeles del 2028.

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