POLIESPORTIU

De Kobe a Maradona, un año de lágrimas en el mundo del deporte

La pérdida de figuras icónicas ha marcado un año sin Juegos Olímpicos, con gradas vacías y debates sobre cómo recordar a grandes nombres del pasado

Toni Padilla
31/12/2020

BarcelonaEl año 2020 empezó con un accidente de helicóptero en California y acabó con un funeral en Buenos Aires. En un año en el que se habrían tenido que celebrar los Juegos Olímpicos de Tokyo, el mundo del deporte ha llorado la pérdida de personalidades como el jugador de baloncesto norteamericano Kobe Bryant, muerto a los 41 años en un accidente en Calabasas, a unos 45 kilómetros de Los Angeles, o Diego Armando Maradona, que se fue a los 60 años no del todo en paz, puesto que siguen abiertas investigaciones judiciales sobre la muerte del futbolista campeón del mundo en 1986. El deporte ha visto cómo un año en el que los planes eran hablar de nuevos récords mundiales y del espíritu olímpico se transformaba en un gran velatorio para llorar a leyendas del pasado, sin cánticos ni gritos en las gradas de recintos vacíos.

Un año para poner sobre la mesa, desnudas, las grandes verdades sobre el deporte, un mundo con dos caras, en el que la pasión y el negocio se encuentran y no siempre comparten objetivos. En el que los deportistas que logran un nivel muy alto dejan de ser ciudadanos comunes, encerrados en burbujas de fama donde a menudo pierden el control sobre sí mismos y se convierten en juguetes rotos con un comportamiento muy poco ejemplar. La muerte de Maradona sirvió para debatir sobre cómo es debido recordar a alguien que ha dado mucha alegría en pantalones cortos pero que cometía delitos fuera del campo, ya fuera maltratando o con sustancias prohibidas. Un debate del cual tampoco se escapó Bryant, que fue acusado de violación en el pasado. A pesar de que en los Estados Unidos, con dinero y un buen pacto en un juzgado, el pasado se puede comprar. En Argentina, en cambio, no. Pecador recordado en altares paganos, Maradona ha sido llorado especialmente en su tierra y en Nápoles, donde demostró que una pelota puede cambiar la vida de muchas personas. En familias donde falta la comida, un gol puede hacer que todo el mundo se vaya a la cama sintiéndose mejor. Una ficción, cierto, pero los grandes sueños a veces no son nada más que esto, una ficción. Vivir en una dulce mentira.

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Y nadie como los norteamericanos para levantar imperios económicos donde se juega con la ilusión de la gente. En los Estados Unidos, la NBA no empezó bien el año en el que los Lakers recuperarían la sortija de campeón compitiendo en un pequeño pabellón de Florida, donde toda la competición se enclaustró para huir del virus. La temporada en la que la NBA ha levantado la voz contra Donald Trump empezó con la muerte de dos figuras clave para entender el éxito de esta competición. Primero, David Stern murió el 1 de enero de 2020. Comisionado de la NBA de 1984 a 2014, Stern convirtió la NBA en una multinacional, añadió siete equipos y cambió seis de ciudad. Abogado de profesión, globalizó la NBA con giras por medio mundo aprovechando la fama de hombres como Magic Johnson, Larry Bird, Michael Jordan o precisamente Kobe Bryant.

Nacido en Filadelfia en 1978, Bryant se crio en Italia porque su padre, jugador de baloncesto, estaba en la liga de este país. De vuelta a los Estados Unidos, se formó admirando a Michael Jordan, hasta que debutó en la NBA y se convirtió en una leyenda de Los Angeles Lakers, donde consiguió ser 18 veces All-Star y ganó cinco anillos de campeón. Bryant murió cuando se estrelló el helicóptero en el que viajaba acompañado por siete personas, entre las cuales Gianna, su hija de 13 años. No sobrevivió nadie. Y las pistas de baloncesto se convirtieron por unos días en espacios para recordar a un deportista que había inspirado a una nueva generación. En la NBA también se ha recordado a Jerry Sloan, el técnico que llevó a los Utah Jazz a dos finales de la NBA. Y en el baloncesto europeo, este año ha muerto Boris Stankovic, secretario general de la FIBA de 1976 hasta el 2002, uno de los artífices de la presencia de los jugadores de la NBA en los Juegos Olímpicos, juntamente precisamente con David Stern.

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La muerte de Maradona

El fútbol ha salvado las grandes competiciones de clubes jugando sin público, en partidos en los que los efectos televisivos permitían maquillar un poco la triste realidad de marcar goles sin poder celebrarlos con espectadores. Un deporte que ha visto cómo la muerte de Maradona combinaba debates estériles como el de quién es el mejor jugador de la historia (como si fuera tan fácil comparar épocas) con debates más importantes, como el que pone sobre la mesa cómo se tiene que valorar a un profesional encantador que puede ser un diablo en casa. La muerte de Maradona ha golpeado el fútbol argentino, especialmente, donde también ha muerto el histórico portero Amadeo Carrizo, el seleccionador Alejandro Sabella o el Trinche Carlovich, un futbolista al que casi nadie había visto jugar pero de quien se decía que era tan bueno como Maradona. En el deporte siempre hay que creer en leyendas urbanas como esta.

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Inglaterra, víctima de Maradona, también se ha despedido de sus héroes, porque se han ido tres jugadores campeones del mundo en el Mundial de 1966, el único título de la selección inglesa: Jack Charlton, Martin Peters y Nobby Stiles. También ha muerto el técnico francés Gerard Houllier, recordado por sus victorias en el banquillo del PSG y el Liverpool, o el senegalés Pape Bouba Diop, uno de los protagonistas del recordado triunfo de su selección sobre Francia en el partido inaugural del Mundial de 2002. Pero después de Maradona, el futbolista más llorado en 2020 ha sido el italiano Paolo Rossi, el gran héroe del Mundial que Italia ganó en 1982, con sus tres famosos goles contra Brasil en un partido jugado en el estadio de Sarrià. También han muerto Lorenzo Sanz, expresidente del Real Madrid, o uno de los primeros africanos que triunfó en España, el gambiano Biri-Biri, muy querido en el Sevilla.

Mujeres pioneras

En el tenis, uno de los deportes con más citas importantes que no se han podido jugar, este año ha muerto la británica Angela Buxton, pionera del juego por parejas, modalidad en la que ganó dos veces torneos de Grand Slam formando pareja con la norteamericana Althea Gibson. Dos mujeres valientes que superaron un montón de trabas para poder competir. Buxton, judía inglesa, y Gibson, afroamericana, fueron pioneras en una época, los 50, en la que el deporte femenino era despreciado por los medios de comunicación y buena parte de los espectadores. De hecho, en 2020 la mayor parte de grandes nombres del deporte que han muerto son hombres, porque antes pocas mujeres podían competir como lo hacían Gibson o la jugadora de golf Mickey Wright, que rompió barreras ganando torneos.

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En el mundo del motor, ha muerto el británico Stirling Moss, un piloto estiloso que no consiguió ser campeón del mundo pero se ganó el respeto de todos sus adversarios. Y también perdió la vida el portugués Paulo Gonçalves, a consecuencia de una caída cuando disputaba el Rally Dakar, una prueba que ahora se disputa en Arabia Saudita.

De Bruins Slot a Radomir Antic

En nuestra casa se han despedido personas que en algún momento entraron en todas las casas a través de una pantalla o un diario. El Barça, que ha vivido una temporada para olvidar a nivel deportivo, ha dicho adiós al neerlandés Toni Bruins Slot, que murió a los 73 años en Amsterdam después de meses luchando contra una larga enfermedad. Eterno ayudante de Johan Cruyff, Slot era recordado por haber celebrado el 5-0 al Madrid de 1994 enseñando la mano a todo el Camp Nou. También ha muerto el serbio Radomir Antic a los 71 años, uno de los pocos entrenadores que trabajaron tanto en el Real Madrid como en el Atlético de Madrid y el Barça. El Espanyol ha llorado la muerte de Benet Joanet, víctima del coronavirus. El ex portero también había entrenado al primer equipo. Una de las muertes más sentidas ha sido la de Michael Robinson, ex jugador inglés que después de jugar en el Osasuna se convirtió en presentador y comentarista de televisión.

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En 2020 también hemos despedido a Jordi Llopart, a los 68 años, el primer catalán y español que ganó una medalla olímpica en atletismo, la plata en los 50 km marcha en Moscú en 1980. Otros olímpicos catalanes que han muerto este año son Jaume Amat, ex jugador del Egara de hockey sobre hierba, o la nadadora Aurora Chamorro. Los últimos días del año murió en accidente de tráfico el portero del CN Barcelona de waterpolo Martí Estela. Y el hockey sobre patines ha despedido a Joan Antoni Zabalía, ex portero de la selección española y el Barça. En motor, ha muerto Joan Fernández, 17 veces campeón de Catalunya de varias modalidades automovilísticas, especialmente carreras de montaña.

Deportistas de gran nivel de un deporte que siempre necesitó a grandes dirigentes, como Josep Lluís Vilaseca, figura clave para poder organizar los Juegos de Barcelona en 1992. De profesión abogado, Vilaseca ejerció muchos cargos, entre los cuales destaca el de vicepresidente del Comité Organizador de los Juegos Olímpicos de Barcelona, miembro del Comité Olímpico Español (COE) o el de directivo del Barça durante la presidencia de Agustí Montal (1969-1977). También fue el primer secretario general del Deporte de la Generalitat (1988-1995). Una gran trayectoria en 90 años de servicio a un deporte que busca nuevos retos este 2021, después de haber visto cómo la pandemia rompía los sueños de los deportistas que hacen camino gracias al trabajo hecho por aquellos a los que hemos llorado en 2020.