Lluís Cortés, entrenador del Barça
y Àlex Gozalbo
17/05/2021
2 min

El legado que dejan los grandes deportistas no se puede medir solo con títulos y estadísticas. Su importancia se tiene que dimensionar con otros aspectos; desde qué emociones transmiten hasta cómo han ayudado a hacer evolucionar el deporte que practican. Para influir se necesita ganar, pero también tener una mentalidad abierta e innovadora. Además, hay que estar dispuesto a escuchar críticas, puesto que cuando no haces lo mismo que todo el mundo cualquier resultado se te gira en contra. Explicaba el otro día Jorge Valdano en un artículo en El País que cuando un central de un equipo de pueblo intenta salir desde el detrás jugando la pelota y la pierde, siempre se oye a alguien que dice: “Me cago en Pep”. Todos relacionamos esta voluntad asociativa con la influencia del entrenador catalán, que no solo ha cambiado la manera de jugar de la Premier League sino que también ha salpicado el fútbol más modesto.

El deporte evoluciona muy rápidamente, pero no son muchos los entrenadores y los deportistas que innovan. Ser Dick Fosbury no es fácil. La mayoría adapta cosas que alguien más ha probado antes. Cuando encuentras la tecla adecuada, la ventaja es mayúscula, pero el camino acostumbra a tener curvas. “Cuando innovas, tienes que esperar incomprensión”, dice Aíto García Reneses, uno de los técnicos que más veces ha repensado el juego. A veces, el escepticismo llega de los propios jugadores. Hristo Stóitxkov tardó muchos partidos en entender que, cuando él jugaba pisando la línea de banda, los espacios ofensivos del Barça de Johan Cruyff se multiplicaban. Otro de los deportistas que tardó en adaptarse fue Andrés Jiménez, para quien pasar de jugar de ala-pívot a alero no fue sencillo. “Fue muy complicado para mí. Aunque al equipo le daba buen resultado, era polémico y a mí me costaba. Mi juego lucía menos, pero el equipo conseguía algunas ventajas tácticas”, recuerda. El Madrid tenía que destinar un jugador extranjero a su posición y esto le permitía al Barça reforzar su juego interior. La reinvención posicional de Jimix obligó al equipo blanco a pasarse años y años buscando un antídoto: Spriggs, Alexis, Rogers, Frederik... Las estadísticas de Jiménez empeoraron, pero su palmarés se disparó.

La final europea contra el Chelsea impulsará la pizarra de Lluís Cortés, un entrenador que sabe sacar petróleo de la superioridad para tener la posesión de la pelota y que está utilizando los triángulos asociativos y el intercambio posicional con una gran maestría. El técnico ha sabido empoderar al equipo para ejecutar el modelo Barça con un alto nivel de excelencia. Con él en el banquillo hemos visto la mejor versión de jugadoras clave como Alèxia Putellas, Patri Guijarro, Mapi León o Aitana Bonmatí.

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