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Messi: ¿y ahora, qué?

Joan Laporta quiere que vuelva al Barça, el PSG trabaja por renovarlo y el Inter de Miami piensa en él para ganar la MLS

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Leo Messi con su familia después de ganar el Mundial catarí.

BarcelonaDespués de tantas lágrimas derramadas con la selección argentina, Leo Messi celebró el título que más deseaba con los ojos rebosantes de alegría, pero sin llantos de emoción. Con 35 años, su brillante trayectoria ya tiene la guinda que le faltaba, la clave para enterrar el eterno debate sobre sí es mejor que Diego Armando Maradona, el otro gran genio del fútbol argentino. Al quinto intento ya puede decir que, igual que el Pelusa, ha liderado a la albiceleste hacia la gloria mundialista, un grito de alegría que no estallaba en Buenos Aires, Rosario o Tucumán desde el 1986. Para muchos, Messi ya era el mejor de la historia antes de la portentosa pugna del domingo contra la Francia de Mbappé (3-3), resuelta desde el punto de penalti. Pero el triunfo en Lusail cierra un círculo y silencia a los más escépticos. Porque el legado del exblaugrana ya no acepta el pero del Mundial. El asterisco se ha convertido en una estrella en el pecho.

El celebradísimo triunfo de Argentina en Catar supone un punto de inflexión en la carrera de Messi, que ya ha dejado claro que no volverá a disputar una Copa del Mundo. Ha tenido bastante con cinco (2006, 2010, 2014, 2018 y 2022) y ya no se ve defendiendo la albiceleste en la edición prevista para el 2026 en Estados Unidos, México y Canadá. Aun así, se resiste a dar un paso a un lado ahora que ya ha alcanzado la cumbre: "Ya no puedo pedir más. Cerrar mi trayectoria así es impresionante. Ya no sé qué más puede haber después de esto, pero disfruto de la selección, del grupo que tenemos, y quiero seguir viviendo unos partidos más siendo campeón del mundo". El 10 no cederá el brazalete a corto plazo. Ahora tiene en la cabeza lucirlo con los deberes hechos, la cabeza muy alta y el pecho caliente. Una determinación que contrasta con la falta de claridad que ha exhibido los últimos meses en cuanto a su futuro a nivel de clubes. Porque acaba contrato con el PSG, y el Mundial, como mínimo de puertas afuera, le ha servido de escudo perfecto para aplazar cualquier decisión.

Llegados a este punto, el planeta futbolístico ya se pregunta dónde jugará Messi a partir del próximo 30 de junio, con 36 años acabados de cumplir. La primera vía posible es que siga en París, donde recaló el verano de 2021 después de marchar a regañadientes del Barça. Firmó por dos temporadas con el club francocatarí. El primer curso estuvo marcado por una difícil aclimatación en la capital francesa, por un covid mal curado y por la eliminación en la Liga de Campeones contra el Madrid. Estas circunstancias hicieron que quedara fuera de la lucha por el Balón de Oro que levantó Karim Benzema. Esta perspectiva gris, sin embargo, ha cambiado de color en los últimos meses: Messi y su familia han encontrado una estabilidad en París que ha repercutido directamente en el terreno de juego. No solo por el Mundial que el argentino acaba de lograr, sino también por la mejora de prestaciones exhibida durante el primer tramo de la campaña en el Parque de los Príncipes, tras marcar 12 goles y repartir 14 asistencias en 19 partidos oficiales. Este rendimiento, sumado al impacto comercial que genera, hace que el PSG tenga claro que lo quiere renovar. Así lo ha manifestado su presidente, Nasser al-Khelaifi, que tiene previsto verse con el jugador en las próximas semanas para cerrar su continuidad. De momento, lo único que ha conseguido es una foto con él y la Copa del Mundo.

El otro gran club de Europa que suspira por Messi es el Barça. O esto, como mínimo, es lo que transmiten las palabras de su presidente ejecutivo, Joan Laporta, que se siendo "corresponsable" de la triste despedida de principios de agosto de 2021, cuando el club azulgrana se despeñó contra el fair play financiero de Tebas, la letra pequeña del acuerdo con CVC y la palabra del mismo Laporta, que en campaña electoral había dicho que la continuidad del 10 se resolvería "con un asado". De aquí el deseo del dirigente, que sostiene que el club azulgrana tiene una "deuda moral" con un futbolista que estaría encantado de recuperar. La voluntad, sin embargo, choca con la cruda realidad económica de una institución que vuelve a tener el límite salarial excedido, que ya sabe que no podrá activar palancas a diestro y siniestro para volverlo a elevar y que, para acabar de rematarlo, el curso que viene tendrá que exiliarse a Montjuic mientras duren las obras de reforma del Camp Nou. Toda la ilusión que hay por el reencuentro topa, hoy por hoy, con la falta de un plan para materializarlo obstaculizado por la dificultad patrimonial que arrastra el Barça desde el estallido de la pandemia de coronavirus. Laporta quiere reparar el dolor, a Messi le encantaría decir adiós como toca al club de sus amores y Xavi se siente halagado ante la posibilidad de entrenar a su ex compañero. Aun así, la relación con Jorge Messi, la figura clave de un hipotético regreso, continúa siendo nula. Sobran las buenas intenciones, pero faltan las propuestas formales.

Una jubilación dorada en Miami

En contraste con la carencia de prospección del Barça, el Inter de Miami trabaja desde hace muchos meses para convencer a Messi y convertirlo en el principal reclamo de la Major League Soccer. A pesar de que desde el entorno al futbolista niegan cualquier acuerdo cerrado, la vía negociadora con la franquicia de Florida existe desde antes de que el argentino tuviera que abandonar el Camp Nou por la puerta trasera. Liderado por los hermanos Jorge y José Mas y por David Beckham, el proyecto del Inter de Miami también implica reclutar a estrellas de la talla de Sergio Busquets o Luis Suárez. Todo ello con la intención de hacer del equipo un referente de la competición dentro y fuera de las fronteras norteamericanas. El inconveniente de esta vía es la voracidad de Messi y la renuncia implícita a seguir jugando la Champions, un torneo que no gana desde 2015.

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