El miedo a practicar deporte en la calle
El ARA conversa con mujeres de diversas edades sobre sus experiencias a la hora de hacer ejercicio al aire libre
BarcelonaMarina, cuando sale a correr al aire libre, escucha música urbana o tecno. En su casa puede sonar Beethoven, pero para hacer deporte necesita música con más ritmo para sentirse activada. De todas formas, las canciones del nuevo disco de Bad Bunny solo suenan por un auricular, cuando le acompañan mientras corre por la calle. "La otra oreja la dejo libre para escuchar todo lo que ocurre a mi alrededor", explica al ARA. Durante sus salidas para correr al aire libre, Marina, de 24 años y residente en Barcelona, lamenta tener que oír habitualmente comentarios machistas, y la sensación de inseguridad que experimenta la lleva a tomar precauciones.
"Casi siempre hay alguien que te silba o que te hace un comentario del tipo «muy bien, tenemos que cuidarnos». Pero, en cambio, por casualidades de la vida, este mismo hombre no dice que está muy bien hacer deporte al hombre que en ese momento está corriendo unos metros delante de mí», expone con ironía. Los horarios son también una preocupación para Marina. "Más allá de no salir a correr de noche, los sábados y domingos intento no ir demasiado temprano, para evitar encontrarme a los chicos que vuelven de fiesta", explica.
Helena, de 32 años y residente en Hospitalet de Llobregat, también toma precauciones antes de salir de casa para practicar deporte. "El dilema con la ropa creo que lo tenemos todas. O te mueres de calor o te destapas un poco, pero sabiendo que entonces tendrás que aguantar miradas y comentarios", asegura. Y, una vez sale de casa para correr, no va a cualquier sitio. "Me parece muy peligroso ir a correr por la playa o por la montaña en horas que no hay mucha gente, sobre todo si está oscuro", dice.
Cuando sale del gimnasio, Ilsa suele volver caminando hacia casa para hacer algo de cardio después de haber hecho ejercicios de fuerza bajo techo. Pero no lo hace tranquila. El recorrido, de casi tres kilómetros por el área metropolitana de Barcelona, pasa mayoritariamente por una zona industrial que cuando oscurece está escasamente transitada e iluminada. Esto provoca que Ilsa, de 29 años, intente terminar siempre su rutina del gimnasio con suficiente margen de tiempo para llegar a casa antes de que ya sea oscuro. "Precisamente le contaba a una amiga que hace unos días hice este recorrido mientras oscurecía y me acerqué a un padre que iba acompañado de su hijo pequeño porque me daban seguridad", explica.
Mònica, de 53 años y residente en Montcada i Reixac, relata que ha tenido dos experiencias especialmente malas mientras caminaba por un espacio natural de su población. "Dos veces me increparon unos chicos y tuve que acelerar el paso. Quizás les costaría más hacer según qué comentarios a un hombre", dice. Esto ha hecho que haya dejado de salir sola a andar en el momento del día que le gusta más, sobre las siete de la mañana. En esta decisión también influyó el hecho de haber presenciado dos robos a dos chicas que iban corriendo a primera hora de la mañana entre la estación de La Sagrera y su puesto de trabajo, en la calle Rosselló de Barcelona. "Desde entonces cojo el autobús para realizar este trayecto que antes hacía andando".
Una de cada cuatro mujeres se siente insegura
Los casos de Marina, Helena, Ilsa y Mònica no son ni mucho menos aislados. Un estudio de Sport Cultura Barcelona concluye que el 25% de las mujeres se sienten inseguras cuando realizan alguna actividad deportiva al aire libre. Según el estudio, la sensación de inseguridad se incrementa hasta el 34% de las encuestadas (en Barcelona y Madrid y sus áreas metropolitanas) en la franja de edad de entre 18 y 30 años.
El Ayuntamiento de Barcelona ha impulsado este verano la primera prueba piloto de circuitos deportivos en femenino, que de momento estará en funcionamiento hasta diciembre. El circuito pionero está ubicado en el paseo Marítim de la capital catalana, entre las calles Arquitecto Sert y Bac de Roda, y tiene una longitud de unos 1.500 metros. La prueba piloto va ligada a la aplicación de móvil SafeNow, que incorpora una asistencia de emergencia según su ubicación y alarmas a contactos de familiares y amigos predefinidos y al grupo de personas voluntarias formado por agentes de la Guardia Urbana que se encuentren en la misma zona. Además, las deportistas también pueden pedir ayuda a diversas instalaciones próximas, que disponen de personal formado para ofrecerla: el Complex Municipal Esportiu Mar Bella, la Base Nàutica Municipal Marbella, el Edifici Gestió Integral del Litoral, el Centre Esportiu Municipal Nova Icària y el Centre Municipal de Vela.
'Lugares prohibidos' para hacer deporte
Sesca, de 31 años y residente en Barcelona, también tiene sitios prohibidos a ciertas horas. "A Montjuïc solo voy a correr de día. No está suficientemente iluminado, está poco transitado y puede haber alguien escondido en cualquier sitio", explica. "Tengo amigas que tienen ese miedo", admite Marina, de 27 años y residente en Palma. "Pero creo que también tiene que ver con una narrativa social muy enfocada a dar miedo a las mujeres. El hecho de tener miedo a hacer deporte al aire libre me parece contextual. Quizás no iría a correr sola por un barrio conflictivo, pero en otros lugares sí lo hago", añade.
Ester, de 68 años y residente en Granollers, practica deporte al aire libre, pero lo hace en grupo. Concretamente, realiza TRX (hacer ejercicios en suspensión para fortalecer la musculatura) en una clase dirigida para mujeres de más de 60 años en un pequeño bosque de la capital vallesana. "En grupo, pese a que en invierno muchas clases las hacemos cuando ya está oscuro, te sientes más segura, y ni piensas en la inseguridad", dice. En el pasado, en cambio, iba al gimnasio andando y la inseguridad se hacía presente. "Iba temprano por la mañana y en invierno todavía no se había hecho del todo de día e iba alerta. Me tocó sentir alguna tontería, y también recibí alguna mirada que no me gustaba", recuerda.
Raquel, de 33 años y residente en Manresa, hace un año y medio se pasó el invierno preparándose para correr la Maratón de Madrid. Debido al trabajo, entre semana solamente tenía tiempo para ejercitarse por la noche, cuando ya estaba oscuro. Lo hacía por espacios naturales. "A mí no me supuso un problema como tal. No sé si se debe a mi carácter o a que cuando empieza a hacer frío suele haber poca gente en general –explica–. No considero que evitara zonas peligrosas, pero sí tenía ciertas rutas que conocía y repetía. Sobre todo buscaba que estuvieran mínimamente bien iluminadas".