El milagro de Queralt Castellet, la mujer que eligió el camino más complicado

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Queralt Castellet, durante la final de los Juegos Olímpicos del 2022

BarcelonaLos padres de Queralt Castellet fueron de los primeros en comprarse una mesa de snowboard, cuando esta moda empezó a llegar al Pirineu. Durante años, los responsables de muchas pistas denegaban el acceso a los que llegaban con una tabla de snowboard, una moda nacida en los Estados Unidos. Parecía una cosa peligrosa. Pero a los Castellet los gustó, y sus hijos crecieron con una tabla en los pies. Eran una de aquellas familias del Vallès que miraban más hacia las montañas, en lugar de hacerlo hacia Barcelona. El Vallès es así, a medio camino de todo, pero con suficiente personalidad para ser único. Y años después de aquellas escapadas a la montaña con sus hijos pequeños, con una niña que no levantaba un palmo del suelo y ya tenía un nombre que evocaba la pasión familiar por las cimas, Queralt, los Castellet lloraban emocionados en el piso del centro de Sabadell al ver cómo su hija ganaba una medalla de plata en el otro lado del mundo.

Los deportes de nieve nunca han sido comprendidos del todo. Cargan la cruz de ser considerados una cosa de ricos. Las imágenes de cada Navidad de familias muy ricas utilizando las redes sociales para sacar pecho mientras abren botellas de cava con pistas blancas de fondo no ayudan. Pero los grandes nombres de los deportes de montaña nunca suelen venir de familias ricas. Son gente excepcional nacida en familias normales, de Kilian Jornet a Queralt Castellet. De Núria Pau a Quim Salarich. Jóvenes que aman la montaña, que han decidido vivir en la suya. Queralt, con 15 años, ya decidió que quería vivir del snowboard, cuando aquí nadie se planteaba que era posible hacerlo. Deportistas cabezudos, que no hacían caso de quien les decía que era una locura, como Ander Mirambell con el skeleton. Los dos comparten un punto en común: en el Pirineo no existían pistas de mediotubo ni de skeleton. Ahora en el Pirineo existen algunas pistas para practicar snowboard, pero una pista como las olímpicas para la modalidad de Castellet, no. En el estado español, apenas 200 personas tienen la licencia en alguna de las modalidades de este deporte. Es decir, Castellet ha hecho historia en un deporte casi inexistente en España, compitiendo contra las norteamericanas o las japonesas. Es un pequeño milagro.

A Queralt Castellet nadie le ha regalado nada. La familia hizo un esfuerzo por acompañarla y ella estuvo dispuesta a trabajar mucho hasta que los primeros éxitos en los Estados Unidos le permitieron ganar dinero para vivir de esto. Los primeros patrocinadores llegaron después. Y mucho más tarde, las ayudas de las federaciones catalana y española, cuando descubrieron que una sabadellenca que usa un montón de palabras en inglés, después de vivir tantos años en Nueva Zelanda y en los Estados Unidos, ganaba competiciones. Queralt Castellet debutó en unos Juegos con 16 años sin mucho tiempo para valorar lo que esto suponía. Ahora, con 32, sí que valora lo que ha conseguido. Ha superado la muerte de su entrenador y pareja sentimental, a quién perdió por culpa del cáncer en 2015. Ha superado los años lejos de casa, las noches largas lisiada. Y, cuando dudaba, siempre hacía lo que ya hacían sus padres: ir a la montaña y esquiar sobre nieve virgen. Castellet ha hecho historia. Y se lo ha ganado a solas, y se ha convertido en un ejemplo para otras mujeres deportistas, que se ven reflejadas en una campeona que decidió que brillaría en un deporte que aquí casi no existía.

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