Juegos Olímpicos

Ernest Riveras: "Las redes sociales pueden destruir las carreras de algunos deportistas"

Autor de 'La historia oculta de los Juegos Olímpicos'

Ernest Riveras, con el libro 'La historia oculta de los Juegos Olímpicos'
18/07/2025
4 min

BarcelonaSi uno piensa en Juegos Olímpicos, cuesta no ponerle la voz de Ernest Riveras (Barcelona, 1964). El periodista catalán tiene un bagaje de muchas ediciones, algunas como enviado especial y otras como comentarista. La historia oculta de los Juegos Olímpicos (Almuzara), un libro relleno de anécdotas que hace hincapié en la geopolítica del deporte.

¿De dónde le viene la pasión por los Juegos Olímpicos?

— Era una pasión que tenía y no sabía de dónde venía. Cuando me he puesto a escribir el libro, he encontrado que me acaba de ver los Juegos Olímpicos del 76. Tenía 12 años. A mi madre le gustaba ver muchos deportes en La2. Un año después me regaló un libro de Andreu Mercé Varela que resumía los Juegos del 76. Leyéndole me di cuenta de que había visto los Juegos, pero no me había enterado de sus historias. Me enamoré y ya no paré.

Los Juegos logran poner el foco en deportes que durante el resto del año tienen un seguimiento muy minoritario.

— Hay deportes que mucha gente no mira durante cuatro años y después madruga para verlos. Yo he querido centrarme, y de ahí el título del libro, en la gente que quiere conocer más cosas de la parte oculta de los Juegos. No me refiero a una parte turbia, sino a las historias que han quedado ocultas de los grandes proyectores. No hay tiempo para contar todas las pequeñas historias asociadas a los deportes desconocidos.

Le gusta utilizar la expresión "Lo que no se vio en los informativos"...

— Exacto. Hay muchas. He intentado contar muchas de las cosas que no se han contado. Hay 150 o 200 historias que quizás se mencionaron, pero que necesitaban ser investigadas mejor. Hay historias de superación, de mujeres o del colectivo LGBTI que no han recibido la atención que merecían. Hay gente que siguió los 16 días de competición de París 2024 y que no se enteró de muchas cosas.

La primera parte del libro hace hincapié en la geopolítica.

— El deporte es un elemento clave para contar las luchas de poder internacional. El escenario que tenemos ahora, con Donald Trump, el equipo de refugiados que huyen de los conflictos, Palestina, Israel, Ucrania... No mezclar deporte y política es un mantra que recuerdan permanentemente a los políticos que utilizan el deporte para sus fines. La política siempre está presente. Eso sí, el Comité Olímpico Internacional se ha blindado contra la política porque tiene las claves de un evento donde todo el mundo quiere estar. Puede marcar las reglas. Si existen injerencias políticas, el país puede tener consecuencias. Pero algunas veces el equilibrio es algo raro. El deporte no es apolítico pero la política no marca la carta de los Juegos.

Ernest Riveras.

Los siguientes Juegos Olímpicos estarán en Los Ángeles y nadie sabe cómo puede influir Donald Trump.

— Él ha firmado muchas cosas que pueden afectar a los Juegos, pero en el Mundial de Clubes de fútbol que acabamos de ver no ha tenido demasiada incidencia. Creo que tampoco la tendrá en el Mundial del 2026, puesto que él es muy amigo de Gianni Infantino. Los Juegos Olímpicos son un evento que no cuesta dinero y que da prestigio. Donald Trump inaugurará los Juegos y aprovechará para sacar pecho. Es imprevisible, pero su política pondrá problemas a los deportistas o periodistas de algunos países. Habrá que ver qué ocurre con los deportistas trans, que ahora mismo no podrían entrar en Estados Unidos. La conversación con Kirsty Coventry será clave porque la que tuvo con Thomas Bach fue desalentadora.

Nunca habíamos tenido a una presidenta al frente del COI.

— La elección de Kirsty Coventry se produjo por mayoría en la primera ronda y, por tanto, es una figura de consenso. Quizás soy un poco naif, pero creo que el olimpismo tiene una salud muy buena. El programa de sponsors ha sufrido cambios, pero sigue sumando incorporaciones. Es verdad que los escenarios geopolíticos, con muchos conflictos en marcha, no son sencillos, pero yo veo una salud de hierro. Uno de los retos es el debate sobre los atletas trans, que es un tema que está sobre la mesa. Todo el mundo opina, pero hay que abordarlo de forma conjunta. Ahora cada federación tiene sus reglas.

¿Se imagina unos Juegos Olímpicos muy distintos en los próximos años?

— Siempre van cambiando, pero el core de los Juegos Olímpicos permanece intacto. Su clasicismo otorga estabilidad. El COI siempre intenta ensanchar fronteras y atraer al público joven, que es el gran objetivo de todos. Los deportes urbanos irán entrando. Cada organizador introduce deportes específicos y ahora veremos disciplinas como el lacrosse, el flag football, el béisbol y el softbol, el cricket y el squash. Los eSports quedarán fuera y tendrán su propio evento.

Ernest Riveras.

¿Cómo es la relación de los deportistas con las redes sociales?

— Las redes sociales tienen cosas maravillosas y te dan notoriedad. Algunos deportistas tienen historias y saben cómo contarlas y comunicarlas. El problema es que también son un agujero que da protagonismo a todo tipo de hateros. Hay tres deportistas que las han sufrido mucho: Rachael Gunn, la australiana del breakdance que fue masacrada por su actuación; Imane Khelif, la boxeadora que fue acusada de transgénero; y Valentina Petrillo, una atleta trans que participó en los Juegos Paralímpicos. Las tres recibieron el 80% del odio. Las federaciones están empezando a poner cortafuegos para que esto no suceda, monitoreando algunas cuentas. El odio puede afectarte mucho, también a los periodistas. Yo tengo 60 años y llevo 40 de comentarista, así que muchas cosas me las echo en la espalda, pero imagina todas las críticas que nos llegan. El anonimato permite que mucha gente escupe odio y que muchas campañas contra atletas sean dirigidas. Donald Trump, por ejemplo, utilizó imágenes de Imane Khelif para realizar campaña electoral. Debemos controlar las redes sociales. Pueden destruir las carreras de algunos deportistas.

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