¿Objetivo? Partido a partido

Todo es muy extraño. Todavía con la agradable resaca del ascenso (y del campeonato, tampoco hay que despreciarlo), los jugadores ya han empezado los entrenamientos. Cuando todavía no he decidido con qué selección voy en la Eurocopa, ya han eliminado a Gerard Moreno, el único participante al que aprecio. Cuando ya han sorteado el calendario (y me he apuntado con negrita las fechas del 22 de agosto, el 3 de octubre y el 21 de noviembre) pero todavía tenemos pendientes los Juegos Olímpicos de 2020. Cuando sabemos que Javi Puado irá a Tokyo pero todavía no tenemos confirmada su renovación. Cuando lloramos por no poder celebrar San Fermín y todavía no entendemos cuál ha sido la eminencia que ha decidido el horario taurino del Osasuna-Espanyol del 14 de agosto.

El mercado está completamente parado. El Espanyol ha empezado la pretemporada con los mismos jugadores con los que la acabó. Después de toda una vida sufriendo por las dolorosas pérdidas veraniegas, no pienso pasar los próximos veranos sufriendo por la ausencia de incorporaciones. Seguro que necesitamos refuerzos. Pero no perder a ninguno de nuestros valores más preciados –especialmente los jóvenes del plantel– tendría que ser el primero de nuestros objetivos. Por primera vez en muchos años, no estamos obligados a vender y, más importante, no estamos obligados a malvender.

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El debate sobre bajas y altas, por lo tanto, lo tenemos que aparcar unas semanas y esperar el efecto dominó. Por suerte, no fuera caso que nos aburriéramos, hemos abierto otro debate: ¿cuál es el objetivo del Espanyol para la temporada 2021-22? Durán osó dar una respuesta: consolidarnos en Primera. Tiene un punto de coherencia: la principal preocupación de los equipos que acaban de subir es no volver al pozo. Ahora bien, lo que no se entiende es el uso del verbo consolidar. Si pensamos en una temporada (21-22), el verbo tiene que ser mantenernos. Y si pensamos a medio y largo plazo, el objetivo –entendiendo que para el Espanyol los descensos han sido cinco accidentes en una larga historia– es ridículo. 

Pero no tengo demasiado claro que en el fútbol los objetivos determinen las realidades. Tiene lógica aspirar, como mínimo, a ocupar el lugar que te otorga tu presupuesto. Todo lo que esté por encima será una gradación de éxitos y todo lo que esté por debajo, una de fracasos. Esta es la mirada empresarial, que es lo que somos. Si me permitís recuperar mi mirada romántica, el objetivo lo tengo claro: ganar la Liga. Y si seguimos los mandamientos sagrados del fútbol también conocidos como tópicos, el objetivo está claro: partido a partido. Ganándolos todos, claro.