Carreras de montaña

Mireia Pons: "Si me preguntas si me lo podría haber imaginado mejor, te digo que no. ¡Ha sido perfecto!"

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Mireia Pons atravesando la línea de meta

BagàMireia Pons (Rubí, 1991) es terca. Por segunda vez en la vida, la rubinense se planteó completar los 42 kilómetros del maratón. El escenario, mejor imposible. La Salomon Ultra Pirineu hace las delicias de viejos y nuevos corredores y Mireia, consciente del ambiente especial y único, no podía perdérselo. Ella venía del fútbol y solo hace cuatro años que decidió hacer el cambio y empezar a correr. No tenía una buena base y una mala pisada le provocó tres fracturas de estrés y un 2020 muy complicado. Lejos de hacerla desistir, esto la impulsó a luchar más que nunca. La recompensa, colgarse la medalla como segunda clasificada en el maratón del Ultra Pirineu en su segunda carrera de 42 km.

¿Por qué decidiste dar el paso a la larga distancia?

— Cada vez me siento más cómoda con distancias largas. En septiembre hicimos el campeonato de España que era maratón y tuve muy buenas sensaciones. 

¿Por qué el maratón en la Salomon Ultra Pirineu? 

— Para los que somos de aquí, de Catalunya, es la prueba del año. Es una carrera muy bonita. Mi pareja, que es mi entrenador también, había hecho dos veces la Ultra y me explicaba que el ambiente era espectacular y que se tenía que participar. Y este año me he animado. 

¿Con qué objetivo venías a la carrera?

— ¡No me esperaba para nada quedar segunda! De hecho, no decidí correrla hasta este miércoles. Mi pareja hacía la Ultra y yo, en principio, le hacía la asistencia y, por lo tanto, no se podían combinar. Además, el pasado domingo hice una prueba de la Copa del Mundo y estuve con agujetas hasta este mismo miércoles [se ríe]. Yo soy fisioterapeuta, no me dedico a correr. Trabajo ocho horas, de pie, y no sabía cómo llegaría.

¿Te esperabas la carrera tal como fue?

— Los primeros dieciséis kilómetros sufrí muchísimo. Cuando llegué arriba al Niu de l'Àliga me dijeron que tenía muy mala cara [se ríe]. A partir de ahí me fui encontrando mejor y fuerte. 

¿En ese momento te planteaste abandonar? 

— A pesar de que iba mal, siempre veía a la que iba segunda en aquel momento. En los maratones las sensaciones cambian mucho siempre. En el único momento en el que me lo planteé fue hacia el kilómetro 30, cuando caí y me clavé una piedra en el cuádriceps. Estuve dos minutos en el suelo con el dolor, pero pensé: "No puedes parar, que vas bien". Y seguí con la adrenalina.

Tardaste 4 horas y 37 minutos en completar los 42 km. ¿Qué piensas todo este tiempo mientras corres?

— No piensas. Yo me centro mucho en la alimentación, combino hielos con barritas de membrillo que me hago yo. Como tienes que ir dosificando y tienes una planificación, iba tan concentrada en esto que tampoco pensaba en nada más. Sí hay momentos en los que piensas en lo que te duelen las piernas, pero intentas ir siempre concentrado o dirigir la atención hacia otras cosas.

Entrar en Bagà, con toda la gente animando y gritando, tiene que ser muy emocionante. 

— Ha sido como un sueño para mí. Aparte, la retransmitían por TV3 y mi abuela de 93 años la pudo seguir entera. Mis padres estaban en la meta. Ha salido la carrera perfecta y ahora lo tengo que asimilar, pero no lo olvidaré nunca. Si me preguntas si me lo podría haber imaginado mejor, te digo que no. Ha sido perfecto.

¿El siguiente paso es hacer la Ultra? 

— ¡Es mi segundo maratón tan solo! Quiero consolidar bien esta distancia y conseguir saber cómo dosificar mejor las fuerzas. Quizás podría haber ido más rápido, pero todavía voy con miedo por si acabo petando al final de la carrera. De momento, ni me lo planteo.

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