El Espanyol es el único equipo sin ninguna alegría en esta Liga

BarcelonaUn idilio tiene que ver con la vida vivida en medio de la naturaleza. Es decir, con la calma. Porque la palabra idilio, en su primera definición (en el IEC), hace referencia a un género poético que habla de los amores de los pastores. Pero la gran mayoría de las veces que utilizamos esta palabra en la actualidad pensamos en la segunda definición, que señala una relación amorosa intensa. Sea entre pastores o entre un equipo de fútbol y el gol. Y es una evidencia que ahora mismo el Espanyol no tiene un idilio con el gol. Después de dos jornadas de Liga, sigue sin celebrar ninguno y ya es el único equipo de la competición que no lo ha hecho. Acumula 180 minutos sin la mayor alegría del fútbol. Así, es muy difícil sumar, y una genialidad de Take Kubo le dio el triunfo (0-1) a la Real Sociedad.

El Espanyol, sin hacer caso de los consejos idílicos, empezó eléctrico en su regreso al RCDE Stadium en Primera División. Como si tuviera prisa para borrar el recuerdo de Valladolid. La afición blanquiazul, especialmente animada al inicio y dispuesta a perdonar los pecados veraniegos, espoleó esta actitud y todos habrían podido llevarse una alegría si el árbitro Melero López hubiera considerado penalti el contacto entre Traoré y Véliz que tuvo lugar justo en el primer minuto. Pero el andaluz no creyó que fuese suficiente para señalar los once metros.

Tras este arrebato, que acabó sin ocasiones de gol remarcables para el Espanyol, la Real Sociedad, que tampoco estaba exenta de urgencias debido a la derrota de la primera jornada ante el Rayo Vallecano, empezó a domar la pelota. Pero no logró poner nervioso a Joan García, que podría irse del equipo catalán antes de que cierre el mercado de fichajes, hasta pasado el minuto 20, cuando Sergio Gómez probó suerte desde la frontal del área. Esta vez el guardameta de Sallent no tuvo que intervenir. Lo hizo unas jugadas más tarde, cuando el propio protagonista intentó batirle mediante un disparo directo en una falta lateral.

El idilio del conjunto catalán con el gol pudo vivir un primer episodio en el minuto 55. Javi Puado robó la cartera a la defensa rival, corrió solo hacia la portería de Remiro y cedió el balón a Véliz, que estaba en una posición ideal. Pero ni él ni Jofre Carreras fueron capaces de impactar en condiciones la pelota. Fue el inicio de otro arrebato blanquiazul, este más peligroso que el primero, aunque igual de estéril. Por contra, Take Kubo se encargó, 10 minutos antes del final, de dictar sentencia. Pasó entre dos defensas y envió la pelota a la escuadra.