Rebeca Andrade, la niña que no dejó nunca de soñar con el oro

Seis años de lesiones graves no la alejaron de su sueño que ha cumplido en los Juegos de Tokio

BarcelonaRebeca Andrade se ha hecho un espacio en el Olimpo de la gimnasia. Sin Simone Biles, quien ha renunciado a todas sus finales de momento, la brasileña se ha colgado la medalla de oro en la final de salto de potro en los Juegos de Tokio. Y así se ha convertido en un ejemplo de resiliencia, perseverancia y talento, consiguiendo ensartarse en el escalón más alto del podio en la capital nipona. Su lucha, sin embargo, empezó mucho antes, cuando tenía siete años en Guarulhos, en la periferia de São Paulo.

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Como les ha pasado a tantos niños de barrios humildes, el deporte se convirtió en un refugio para Andrade. Con seis hermanos, la situación en casa era complicada. Mientras su madre intentaba sacar a su familia adelante sola con un trabajo de trabajadora doméstica, la joven Rebeca encontró en la gimnasia su espacio donde soltar toda su energía y, con solo nueve años, tomó la decisión de irse a Curitiba, a 440 kilómetros de casa, para poder trabajar en unas instalaciones que le podrían permitir soñar en ser profesional en un país con cierta tradición en categoría masculina, pero con pocos referentes femeninos, más allá de Daiane Dos Santos.

Con el apoyo de su madre, Andrade hizo las maletas. Dos años más tarde, su carrera pasaría por São Paulo, donde el Club de Regatas Flamengo fue su nueva casa. El reconocimiento internacional no tardó en llegar. En el torneo Internacional Nadia Comaneci que organiza la famosa exgimnasta rumana en Oklahoma, la brasileña se consagró como una promesa de la gimnasia. Aquel triunfo le valió el apodo de "la nueva Daiane Dos Santos", recordando a la leyenda que en 2003 se había convertido en la primera brasileña, y la primera gimnasta negra, en ganar un oro en un Mundial de gimnasia. Cuando parecía que la carrera deportiva de Andrade estaba catapultada al éxito, su futuro se volvió oscuro.

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Resiliencia en estado puro

El ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha fue su verdugo particular. Meses después de los Juegos Olímpicos de la Juventud de Nanjing 2014, donde ya no pudo participar por una fractura en el dedo del pie, se lo rompió y tuvo que pasar por quirófano. Después de una recuperación de nueve meses, Andrade pudo volver a entrenar y prepararse para sus primeros Juegos Olímpicos, aquellos de Río de Janeiro de 2016. Después de una actuación correcta, parecía que los fantasmas de su rodilla se habían desvanecido, pero la pesadilla todavía no se había acabado. En octubre de 2017 volvió a romperse. Pasó por quirófano, de nuevo, y las ganas de volver a competir ayudaron a la brasileña a recuperarse y volver para la Copa del mundo de Cottbus del año siguiente donde se colgó dos medallas de oro y una de plata.

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Con los buenos resultados, Andrade volvía a recuperar la confianza. Pero su particular cruzada con su ligamento cruzado no había acabado. Mientras luchaba para clasificarse para los Juegos Panamericanos de Lima en 2019, su ligamento volvió a decir basta. Era la tercera vez que pasaba por quirófano por la misma lesión, lo que complicaba todavía más la intervención. La gimnasta se planteó dejar la gimnasia, harta de tanto dolor y frustración, pero su madre no la dejó abandonar.

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Después de nueve meses de intensa recuperación, la brasileña volvió justo a tiempo para poder clasificarse para los Juegos de Tokio, donde ha hecho historia. La ausencia de Simone Biles en la competición ha sido una gran oportunidad para muchas gimnastas. Una de ellas, Andrade. La brasileña se quedó con un regusto agridulce después de la final individual, al quedar justo por detrás de la otra gran revelación de los Juegos , Sunisa Lee, que ha quedado tercera en la otro final de la jornada, barras asimétricas, donde se ha impuesto a la belga Nina Derwael por delante de la rusa Anastasiia Iliankova.

En la primera final por aparatos de los Juegos de Tokio (salto de potro), Andrade no ha tenido rival. Con una puntuación media de 15.083, después de los dos saltos excepcionales, la brasileña se ha colocado primera en la clasificación, directa hacia una medalla de oro histórica. La primera de una gimnasta de Sudamérica.

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Plata para Ray Zapata, empatado con el oro

En las otras finales del día, el gran protagonista ha sido el español Ray Zapata que se ha llevado la medalla de plata en el ejercicio de suelo. Con un ejercicio casi perfecto, solo afectado por una pequeña penalización por dar un paso atrás después de la segunda diagonal, Zapata se ha colocado primero de la final con un 14.933. Solo se ha visto igualado por el israelí Artem Dolgopyat, con la misma puntuación tanto en la calificación final como en la ejecución. El oro se ha decidido por diez décimas en la dificultad del salto y ha caído del lado del israelí. Zapata coge el relevo de Gervasio Deferr, quien ganó la última medalla de plata en los Juegos de Pekín de 2008, y con quien entrenó durante una temporada en el CAR de Sant Cugat. Nacido en la República Dominicana, Zapata se crió en Lanzarote, donde sus buenos resultados lo llevaron una temporada a las órdenes de Deferr, antes de seguir su formación en Madrid.

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En la otra final masculina de la jornada, el caballo con arcos, se ha impuesto el británico Max Whitlock, que ha hecho un ejercicio con mucha autoridad que ha dejado bien lejos los registros del chino Lee Chih-kai que se ha llevado la plata ante el japonés Kazuma Kaya.