Juegos Olímpicos de Tokio

Estados Unidos continúa reinando en la gimnasia gracias a la joven Sunisa Lee, que coge el relevo de Simone Biles

Hija de una familia que huyó de la guerra en Indochina, se ha impuesto en el concurso individual con 18 años

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Sunisa Lee, celebrando su oro en gimnasia

BarcelonaEstados Unidos continúa reinando en la gimnasia artística femenina. En una final en la que la baja de Simone Biles ha añadido atractivo a un concurso lleno de emoción, la joven de 18 años Sunisa Lee ha salvado el honor de las norteamericanas, un equipo que en algunos momentos ya se veía condenado a quedarse sin la medalla de oro por primera vez desde el año 2000. Lee, especialista en paralelas, ha ido creciendo a la sombra de Biles en los últimos años y ha dado un paso adelante cuando las otras candidatas al título han visto cómo los nervios les pasaban factura. Segunda en las clasificatorias detrás de Biles, la joven de St. Paul, Minnesota, explicaba que ya era feliz solo por estar en los Juegos. Ahora, con 18 años, tiene una plata por equipos y un oro individual.

Un oro inesperado tanto durante buena parte de la jornada como hace semanas, cuando se daba por hecho que lo ganaría Biles, que todavía tiene que decidir si participa en las finales de aparatos el fin de semana después de renunciar a la final para luchar contra la presión que sufre. De hecho, durante buena parte de la final parecía que la campeona podría ser la brasileña Rebeca Andrade. Al final, sin embargo, una puntuación en la barra fija demasiado baja para la brasileña, que no ha gustado a sus entrenadores, y dos saltos en el ejercicio de tierra en el que el pie de Andrade ha aterrizado fuera de la superficie, han hecho que el sueño del primer oro para una sudamericana se convirtiera en una plata. La rusa Angelina Melnikova, que venía de proclamarse campeona por equipos, ha conseguido el bronce. Lee ha conseguido 57,433 puntos, Andrade 57,298 y Melnikova 57,199.

Con Simone Biles en la grada animando sus compañeras de equipo y presenciando el concurso en el que Lee pasaría a relevarla como campeona olímpica, la final entraba en una nueva dimensión. Durante meses, durante años, un grupo de gimnastas pensaban en la cita de Tokio aspirando a triunfos personales, pero dando por hecho que sería Biles quien estaría en lo alto del podio. Algunas, sin embargo, para motivarse, para crecer, afirmaban estar a punto para hacerle frente aunque Biles estuviera al 100%, como Melnikova o Andrade. En cambio, Lee solo tenía como gran objetivo el oro en paralelas este fin de semana.

El grupo de favoritas empezaba en el salto de potro. Era la primera declaración de intenciones, y la mujer que quizás parecía ir por delante en los pronósticos, la rusa Angelina Melnikova, ha optado por ser prudente. No ha hecho un salto extremadamente arriesgado, pero lo ha clavado (14.633). En cambio, la brasileña Rebeca Andrade ha revolucionado la final con una nota de 15.300. La joven del estado de São Paulo llegaba a Tokio en forma, con nada que perder y todo por ganar después de haber superado tres lesiones graves de rodilla. Hace tres años estuvo a punto de retirarse, incapaz de derrotar el dolor físico. Pero no desfalleció, y hoy ha arriesgado y se ha situado ya en la primera posición por delante la norteamericana Jade Carey (15.200). Melnikova, seria, se lo miraba preocupada. Lee estaba en la cuarta posición, sonriendo, disfrutando del momento. Las miradas todavía no se fijaban en ella.

Pero el segundo ejercicio eran las paralelas, el territorio preferido de la joven norteamericana, que buscará otro oro en este ejercicio, en el que su gran rival será la belga Nina Derwael. Lee se ha situado segunda en la general por detrás de una Andrade que ha defendido el liderato, mientras que Melnikova, tercera, se acercaba con un ejercicio muy fiable. La barra fija, de apenas 10 centímetros de ancho, tenía que hacer la criba final antes de que las gimnastas se lo jugaran todo en los ejercicios de tierra. Melnikova no ha fallado. Lee tampoco, y ha evitado caer después de un triple giro aferrándose a la barra como un náufrago a una madera que flota en el mar. Si hubiera caído, seguramente no habría sido campeona olímpica, pero todavía no lo sabía. Andrade también ha salido bastante bien de la barra, pero ha recibido una nota bastante baja que le ha arrancado una mueca, como si sospechara que, en el fondo, cuando llegan las finales, una bandera norteamericana o rusa tiene más peso que la brasileña. Antes del ejercicio de tierra, Lee ya estaba en primera posición. Melnikova, seria, parecía sufrir. Lee bromeaba con Carey. 

La también rusa Vladislava Urazova, cuarta al final, no se ha rendido en su lucha por estar en el podio con un gran ejercicio de tierra que añadía presión a Melnikova, una de aquellas mujeres que tendrían un palmarés gigante si Biles hubiera escogido otro deporte. Seria, ha hecho un buen ejercicio, a pesar de que se notaba que los nervios se la comían por dentro. Melnikova no lo ha tenido fácil en los últimos años, cuando ha sufrido los comentarios en público de entrenadores rusos, a veces muy crueles con ella, que la criticaban por no dar un paso al frente, por no hacerle sombra a una Biles con quien siempre ha demostrado tener mucha complicidad fuera de la pista. Tanta, que la misma Biles ha llegado a animarla con un grito, consciente de lo que la rusa se jugaba. De lo que estaba sufriendo. Melnikova ha conseguido subir al podio, pero no ha podido ser la primera rusa que ganaba el concurso desde el año 1988, cuando Yelena Shushunova lo hizo bajo bandera soviética. 

Sunisa Lee en acción a los Juegos Olímpicos.

Era el turno de Lee, que, fiel a la escuela norteamericana, ha clavado los saltos más agresivos, pero se ha mostrado incómoda en los elementos artísticos, en los que las rusas mandan. Pero se ha salido con la suya y ha conseguido el liderato cuando solo faltaba el ejercicio de Andrade. Esta brasileña, nacida en una familia muy pobre, se ha recuperado de tres lesiones de rodilla después de dejar su casa con 9 años para marchar a Río de Janeiro y poder ser gimnasta, su sueño. Si Lee y Melnikova son herederas de una larga tradición, Andrade abre camino, y ha ganado ejercicios de tierra al ritmo de la música de su país. Ha sido tan valiente que ha arriesgado quizás demasiado en el último ejercicio. Tanto, que en dos saltos ha acabado con el pie fuera de la zona permitida. Y el oro se ha convertido en una plata de gran valor, puesto que, hasta hoy, todas las medallas de la historia del concurso individual las habían ganado europeas, norteamericanas o chinas. Andrade es una pionera.

Raíces en Laos

Sunisa Lee es la nueva heroína norteamericana. Con 18 años, sigue la tradición de Biles, Gabby Douglas, Nastia Liukin o Carly Patterson, las mujeres que, poco a poco, consiguieron que la gimnasia dejara de ser cosa de las deportistas de Europa del Este. Hija de una familia de inmigrantes de Laos, Lee empezó a hacer gimnasia con 6 años en St. Paul, en el estado de Minesota. Esta joven ha hecho campaña pidiendo a sus compatriotas que se vacunen (su madre es enfermera), y no se aleja de su padre, que se quedó inválido hace un año al sufrir una caída mientras ayudaba a podar un árbol. A pesar de todo, cuando su hija compitió por primera vez, hizo un viaje de 18 horas en coche para poder estar. Los padres de Lee le habían prometido en 2019, cuando se clasificó para los Juegos, que después de Tokio la llevarían a Laos a conocer sus raíces familiares, pero no pudo ser. Los Lee son de la etnia hmong, un grupo que apoyó a los norteamericanos durante la Guerra del Vietnam y se convirtieron en refugiados en Tailandia con el triunfo del comunismo en la zona. Sus abuelos huyeron de Laos y acabaron en Minesota, donde la mayor parte de los hmong encontraron un nuevo hogar. Sunisa Lee, de hecho, ha hecho campaña contra el racismo al ver cómo en los últimos años los ataques a los norteamericanos de etnia asiática se hacen más frecuentes. Y al ser de Minnesota se sumó a las manifestaciones por la muerte de George Floyd. Lee es una joven que encarna el día siguiente de los abusos sexuales a la gimnasia norteamericana. Para reescribir el futuro de tantas mujeres, tal como los Lee reescribieron su historia lejos de Laos, la tierra donde la campeona olímpica todavía no ha podido ir. Cosas del coronavirus, la pandemia que la ha dejado sin premio. Pero quizás la ha ayudado a ser campeona.

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