Cada casa, un mundo

La carpintería, una casa con memoria

Entre sus espacios pervive el espíritu de los oficios. La carpintería (Alt Empordà). Clara Crous Arquitectura

24/10/2025

Antes de que fuera casa fue taller, sí, una carpintería. Durante décadas, entre las paredes que ahora habita una familia se trabajaron tablones. Olía a madera y resonaban las herramientas que le son propias. Hoy, ese pasado no sólo se recuerda, se respira. La arquitecta Clara Crous, que describe el suyo como un despacho de "arquitectura e interiorismo consciente, de proximidad", ha transformado la antigua carpintería de un pueblo del Alt Empordà en una vivienda que mira al presente sin renunciar a la esencia original. Su intervención no borra el rastro de lo que había, sino que le hace visible y lo convierte en estructura vital del proyecto.

En la planta baja, la potencia, también visual, de las bóvedas catalanas da fuerza e identidad al espacio. Como elementos que estaban allí antes de la reforma, sostienen la memoria del taller, y ahora articulan la distribución de la vivienda. Bajo estas vueltas, la vida vuelve a concentrarse: la cocina y la sala de estar comparten un único ámbito abierto, continuo, donde la materia de siempre se combina con las entradas de luz natural y los nuevos elementos que se han introducido. La decisión de situar la cocina a este nivel no es sólo funcional, es una forma de habitar la memoria, de devolver la actividad diaria y colectiva al lugar donde siempre había habido movimiento.

Cargando
No hay anuncios

En cambio, la escalera que sube a los dos pisos superiores conduce a la parte más íntima de la casa, liberada ahora por completo para las habitaciones y los espacios privados. De hecho, el proyecto busca coherencia y confort para la vida cotidiana, sin artificios. Como viene a decir Clara Crous, la intervención no quiere imponer ningún nuevo lenguaje, sino dejar que los muros vuelvan a respirar. Por ello, se han desnudado las paredes de los revestimientos de cemento y yeso y se han restituido los morteros y estucos de cal que permiten transpirar a la piedra y el adobe originales. Este gesto, aparentemente técnico, es también poético: devolver a los materiales su naturaleza, dejarles realizar su trabajo con humildad.

Cargando
No hay anuncios

La luz, filtrada por las nuevas aberturas y por un patio delantero recuperado, acentúa la textura de los muros y la tonalidad cálida de los estucos. El patio, antes residual, se ha convertido en un espacio de transición importante, un espacio vivo, un filtro entre la calle y la intimidad doméstica. Aquí la casa respira literalmente, conectando interior y exterior, pasado y presente.

En los pavimentos de adobe manual y en las baldosas hechas a mano pervive la sensibilidad de los oficios. Cada superficie conserva una pisada, una irregularidad mínima que habla del paso del tiempo. Esta atención a los detalles, propia de la forma de trabajar de Clara Crous, hace que La Fusteria sea mucho más que una rehabilitación: es una reconciliación con su propia historia. Esta casa muestra cómo la tradición puede ser contemporánea y cómo la memoria puede ser estructura y no decorado.

Cargando
No hay anuncios

Reformar no ha sido en este caso un ejercicio de sustituir, sino comprender. Se han leído las capas del lugar y se ha respondido con respeto y medida, actualizando su confort y eficiencia energética sin diluir su identidad. En La Fusteria queda el carácter que tuvo ese espacio, lo que da una marcada singularidad a la nueva vivienda.

Cargando
No hay anuncios

Así, allí donde un tiempo sonaban las sierras y se respiraba olor a madera y barniz, hoy reina la calma, la naturalidad y la luz bien entendida. Pero, en todo caso, bajo esta serenidad aún late el espíritu de un oficio. Las bóvedas, muros y materia recuperada hacen de esta casa un pequeño manifiesto sobre el valor de la memoria construida. En el Alt Empordà, una antigua carpintería ha vuelto a abrir puertas, ahora para hacer vida.