Reportaje

Famosos con animales de compañía: "Ya no se ve extraño amárselos como uno más de la familia"

Seis caras conocidas, de ámbitos diversos como la música, las artes escénicas y la comunicación, relatan cómo es su día a día con los animales de compañía

Lildami y su perro Croc frente a la cámara de fotografiar.
08/09/2025
13 min

De mirada cálida, juguetones o llenos de curiosidad, pero también astutos, mirones e, incluso, trabajadores. Gatos y perros se han convertido en un compañero único e insustituible para los humanos. En los hogares catalanes, los animales de compañía superan ya en un 54% el número de niños hasta 14 años, según datos cruzados del Consejo de Colegios Veterinarios de Cataluña (CCVC) y el Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat). Quien lo cuida suele enseñarles públicamente en las redes sociales. "Ya no se ve extraño quererse al animal de compañía como un miembro más de la familia, por el contrario, se valora socialmente. Las imágenes con los animales dan, además, una visión más cercana y tierna de la persona", afirma Paula Calvo, antrozoóloga y etóloga. La nueva ley de bienestar animal, aprobada en febrero de 2023, refleja este cambio de conciencia de la sociedad y pone en valor los derechos y reconocimientos de los animales de compañía. Por tanto, adoptar uno no sólo amplía la familia sino que contribuye a un "bien individual y social", puntualiza esta experta. A continuación, famosos que tienen animales en casa nos explican la grandeza que representa tenerlos y convivir con ellos. Calidez y risas, pero también espantos y cabreadas. El sentimiento que nos despiertan los animales es, de hecho, muy diverso, y un rasgo universal.

Òscar Dalmau, comunicador: "¡Ahora sería impensable no vivir con la Pinya!"

Òscar Dalmau i la seva gossa Pinya.

La Pinya, la red poodle de Òscar Dalmau, tenía prohibido trepar a la cama y al sofá. Pero un requisito que duró sólo 24 horas. "Al cabo de un día de llegar, ya la subíamos al sofá y dormía con nosotros", ironiza. Cuando el codirector y copresentador de La competencia de RAC1 se sienta en la mesa del despacho de su casa para trabajar, Pinya le rasca la pierna: quiere yacerse en su regazo. Y le hace lo mismo cuando se acomoda en la butaca del comedor para leer un libro. "Tiene ese punto de buscar siempre el contacto con nosotros. Yo, en este aspecto, también soy muy perro: me gusta el contacto, la escalforeta...", admite el comunicador.

De tonalidad rojiza, desde que la Pinya llegó a la familia, les ha aportado –tanto a él como a su pareja ya sus dos hijos (una niña de 10 años y un niño de 7)– valores como responsabilidad, cuidado y amor hacia los animales. Aparte, también les ha dado algún susto. "Cuando hacía una semana que la teníamos y todavía éramos novatos en esto, hicimos una salida al campo y se fue corriendo. Un par de caballos que pasaban por allí se pusieron nerviosos y levantaron las patas de delante. Cuando las bajaron, oímos que la Pinya se quejaba y, enseguida, vino hacia nosotros. pata. ¡Nos asustamos muchísimo! El veterinario nos comentó que tenía un hueso del pie fracturado.

El presentador Òscar Dalmau junto a su perra Pinya.

Con la Pinya incluida, se marchan juntos siempre que pueden, aunque intentan no sacarla mucho de su "hábitat habitual" porque es una perrita "miedosa y, cuando no controla, se angustia". "Eso vale cuando sube al coche, cuando estamos en la playa y nosotros nos alejamos para que nos metamos en el agua o, incluso, cuando sale a pasear por la calle: si uno de mis hijos se aparta para echar algo a la papelera, se agobia y empieza a ladrar. Quiere que el rebaño esté junto", explica Dalmau. Además, hace mucha gracia a otros niños que la ven por la calle. "Atrae por su color. También le han visto por la televisión. En lugar de decir «¡Mira qué perro!» o «¡Qué caniche!», la llaman por el nombre", explica. Pero la perrita –que se ha anaranjado más con la edad– sabe muy bien lo que tiene que hacer cuando sale a pasear: acercarse a perros de su tamaño. "Si son más grandes, se asusta. ¿Quizás los confunde con un caballo?", se pregunta Dalmau, que añade que le ha "sorprendido" lo bien que ha encajado el perro entre ellos. "¡Ahora sería impensable no vivir con la Pinya!", asegura. Aunque los chihuahues también le gustan mucho, por el momento se quedarán como están. La convivencia –cree el comunicador– podría ser "complicada", porque este tipo de perros son más bordadores. "Yo escribo mucho en casa y necesito silencio. Si con criaturas pequeñas ya es difícil, imagínate si también tuviéramos un chihuahua. ¡El cóctel podría ser explosivo!.

Empar Moliner, escritora: "Mi gato es una especie de Jeffrey

Empar Moliner amb el seu gat.

Tell es un gato viejo al que le gustan los lugares calientes. Se pone en el respaldo del sofá y se va desmoronando hasta que se cae. "Coge vicios", comenta la escritora Empar Moliner sobre su gato, que en días de lluvia, además, hace algo muy "gracioso". Si al abrir la puerta ve que llueve, "se cabrea". Luego se va a una ventana, desde donde observa lo mismo. "Se pensará que hay una realidad paralela. Y acabamos haciendo un repaso a todas las ventanas y entonces se da cuenta de que a todas llueve y quiere volver al primer lugar al que ha ido", explica Moliner.

La escritora, que siempre ha tenido gatos en casa, afirma que le gusta darles una "gran vida extraordinaria". "Si muere Tell, nos sabrá mucho mal, pero tendremos otro, y así iremos cuidando siempre a un gato", asegura. Este felino, que ahora tiene unos cinco años –y en un inicio se llamaba Sasha, aunque a la hora de llamarle le llamaban “gato”, que derivó en “gatillo” y, finalmente, Tell–, busca a Moliner cuando ella se pone delante del ordenador. "¡Plaf! Se te estropea y pone la cabeza para que le rasques la zona que le gusta. Si te equivocas de sitio, te puede morder. Siempre hay algún momento en que alguien de la familia le acaba diciendo «cabrón» porque muerde", confiesa.

Amparo Moliner con su gato Tell en el estudio de su casa.

De los felinos, la escritora admira su cotilleo. "Si mueves la mano bajo la sábana, ellos ya saben que eres tú, pero deben comprobarlo. No pueden evitarlo. Ojalá nosotros tuviéramos esa curiosidad", dice. Aunque de pequeña había tenido perros, y hasta hace unos años había tenido uno de una protectora, fallecida durante la pandemia, Moliner cree que los gatos son "más fáciles de cuidar". Y aún más Tell, que vive en un entorno rural y tiene campo para correr. "Él ve los campos recién labrados y se piensa que es una arenilla inmensa para hacer sus necesidades. Debe pensar que lo han preparado para él. ¡Es feliz!", resalta. Según Moliner, los gatos, además, acuden a "su bola" y "a su rollo". Ahora bien, si quieren algo, "te lo exigen". Hay un chiste que Moliner explica en referencia a esta actitud altiva que se atribuye a los felinos: "Es la hora de comer y el perro dice «Ahora vendrá Dios y me lo dará», mientras que el gato dice «Soy Dios y ahora me vendrán a dar de comer»". Moliner sabe que no hace demasiado bien en darle "tantas latas", pero a Tell le encantan. Aparte, él también caza ratones, pájaros y conejos. "Mi gato es una especie de Jeffrey Dahmer", ironiza Moliner sobre el Tell, que es habitual verle en el balcón. "Los gatos son siempre una lección divertida. De hecho, todo el mundo que tiene un animal de compañía sabe que en algún momento del día se reirá de algo que haga: mira cómo duerme, cómo come... Y será un mem", concluye.

Lildami, músico: "Pensaba que mi música sería disruptiva para él, pero el tío ni se inmuta y sigue durmiendo"

Lildami i el seu gos Croc.

Siempre habían dicho que querían un perro, pero un piso, que estaba donde vivían, no era el mejor sitio, porque preferían que tuviera espacio exterior para poder correr. Un tiempo después, a Lildami, alias musical de Damià Rodríguez, y su pareja, Marina Juks, les llegó la oportunidad de trasladarse a una casa y, además, la celebración de una cena con sus amigos y artistas Miki Núñez y Sara Roy, amantes de los animales, contribuyó a ayudarles a dar el paso. Más que un paso, un viaje hasta Chiclana de la Frontera, a Cádiz, para ir a buscar a Croc, su perro, a una protectora. Ahora tiene un año, pero llegó a su casa con sólo mes y medio. "Hace unos días que Marina y yo mirábamos protectoras y nos apareció un post. Llenamos una solicitud y nos llamaron al día siguiente. ¡No sabíamos que eran de Cádiz! En la ida cogimos un avión y, de vuelta, alquilamos un coche para los tres. Lildami–. Ahora le llevamos en coche a mil sitios y le es absolutamente igual: no se marea nada. Hasta el día de hoy, el Croc se ha comido unos auriculares, almohadas y unas botas. "Cuando lo vi revisé todo su árbol genealógico, pero, en el fondo, son unos auriculares... ¡En la vida hay cosas más importantes!", admite.

Lildami y su perro Croc.

Cuando Lildami entra en el estudio de su casa para grabar, el Croc –nombre que hace referencia a los zapatos que llevan él y su pareja para estar por casa– se pone cerca de él y se estira en el lecho con un peluche. "Se puede pasar toda la tarde conmigo. Pensaba que mi música sería disruptiva para él, pero el tío ni se inmuta y sigue durmiendo. Cuando se cansa, sale al jardín. Tiene mucha suerte, porque casi nunca está solo", dice. De hecho, Croc tiene otros dos compañeros, el Potxo y la Pupa: un conejo macho, que fue el primero en llegar, y una coneja hembra. "Tienen una habitación para ellos, donde también hay una minicama para el Croc, que se estira cuando quiere", explica el cantante de rap, que desde los 10 años ha convivido con perros: uno de raza Schnauzer, fallecido a los 10 años, y un tipo mini-Pinscher, que aún vive con sus padres. "Croc es un perro de protectora y es un perro cojonudo. Megaválido", indica. En el restaurante, en la playa, en la montaña o de viaje, le entusiasma ir a todas partes. "Es como un sueño. Te mira con devoción, cuyos ojos no se pueden describir. Solo la gente que tiene perro y tiene un buen vínculo con él entiende esa mirada de «me creo lo que me digas» y de «a ciegas con lo que necesites»", recalca el artista en relación con su perro, que no es g. "Nosotros nos levantamos antes que él. Sale al jardín, pero enseguida vuelve hacia dentro y se estira de nuevo. Su abuelo era un perro de caza, seguramente maltratado para que fuera muy eficiente y cazador. Probablemente vivían a la intemperie y este cabrón se ha acostumbrado a la buena vida", nada.

Peyu, actor y humorista: "Hostia, yo el olor a cabra... ¡lo adoro!"

En Peyu amb una de les seves cabres.

A mil metros de altitud, desde donde se observa la llanura de Vic, se despliega una "manera de vivir". Una noventa de cabras forman parte del proyecto Les Cabres d'en Peyu, puesto en marcha por el Peyu –nombre artístico de Lluís Jutglar– y su pareja, Mireia Colonques. El actor y humorista tenía un margen en su casa que le daba pereza desbrozar. Por eso pidió a un colega suyo que tenía cabras enanas que le llevara un par que hicieran el trabajo. Sin embargo, si resulta que a quien tiene cabras le gusta mucho el queso, el proyecto, de forma natural, acaba creciendo. "Estuvimos un año alrededor por Catalunya y la Catalunya Nord mirando queserías. Una vez has arrancado, entonces debes pedalear...", explica Peyu. Él disfruta como uno además, y quien realmente se ocupa es Colonques. "Yo vengo aquí a hacer los míos hobbies, que son el bricolaje, estar en contacto con la naturaleza y echar una mano con todo lo que haga falta. Si no hubiera sido por ella, ¡yo esto no lo habría hecho ni loco solo! Mireia, que es veterinaria, lleva el día a día y las cosas menos agradecidas: la contabilidad, los permisos...", explica.

Y, ¿con quién prefiere quedarse, con las cabras o con el público? Peyu se siente "cómodo" en ambos lugares, pero quizás más al lado de los animales: las cabras. la gente allí apartada y sé que no vamos a interactuar demasiado. Cuando te dedicas a hacer de humorista ya hacer reír a la gente, todo el mundo piensa que eres muy extrovertido, pero yo en realidad soy un tipo tímido y discreto", confiesa. Este espacio, que realizan visitas guiadas y se alquila para encuentros de empresa, cuenta también con unos trabajadores muy especiales: los perros tiene". el Drop, un border collie que habitualmente trabaja con el rebaño, Rita, un segundo border collie, la incorporación más reciente, venida de Euskadi, y que también está empezando a trabajar con el rebaño; escuchar al pastor y hace lo que él considera.

Peyu con dos de las cabras que forman parte del rebaño del proyecto.

En este rebaño, todas las cabras van a la par. Entran en celo dos veces al año, el chivo va a montarlas, parecen de repente y las ordeñan excepto "durante los últimos meses de gestación, para que puedan concentrar todas las energías en los cabritos que vendrán y en una mejor recuperación posparto", indica. Al no disponer de quesos frescos, es el momento de concentrar los esfuerzos en vender a los madurados. "Estos quesos, girados manualmente en la cámara de maduración, se pasan seis meses en un estante de madera. Cuando comes piensas: «Esto arrancó hace mucho tiempo»". Aunque las cabras huelen, Peyu y Colonques están acostumbrados. "Cuando los chivos entran dentro, el corral canta fuerte", admite. Pero no les supone ningún problema: "Antes Mireia trabajaba en el mundo del cerdo, que es lo más habitual en Osona. Hasta que no llegó la cabra a casa, el hedor de cerdo era insufrible –explica–. Y hostia, yo el olor a cabra... lo adoro".

Agnès Busquets, actriz: "Cuando paseo a los tres perros juntos parece un baile de cintas del esbart danzante"

Agnès Busquets amb els seus gossos.

Cuando Will, que ahora tiene 5 años, era un cachorro, tuvieron un susto. Pasaban el día en una casa en el Empordà y el perro se marchó después de oír algo que le llamó la atención. "Después de hacer una excursionita larga, supo volver. Son más listos de lo que pensamos. Hacen mucha compañía y me hacen reír", explica la actriz y escritora Agnès Busquets, que justo después de decir esto debe poner orden con un largo "Prooou!" Busquets no solo tiene a Will –el más simpático e hiperactivo, según ella–, sino que tiene otros dos perros. En total, tres perros de raza teckel. Cuando hay gente en el rellano de su casa con la puerta del ascensor abierta comienzan a ladrar. Son unos animales "muy ladradores" y el Trotsky, especialmente, tiene un ladrido muy potente. "Son teckels y tercos. Mala combinación", afirma.

El Fuet, que tiene 11 años, fue el primero en llegar y es como un perro-gato, es decir, un perro pero con carácter de gato. "Los veterinarios alucinan, porque es soberbio y se lo deja hacer todo. Pero, sin embargo, es muy terco y cuando no quiere algo no lo hace. Disimula como si aquello no fuera con él y hace mucho como los felinos, que pasan de ti y solo vienen cuando quieren", explica Busquets. Luego vino Trotsky, que ahora tiene 13 años y estaba acostumbrado a vivir al aire libre. "Él va a su aire. Es un descreído. Estira de la correa y va haciendo. Es como un diesel. Puede pasar un trailer y no se aparta. Pero es muy cariñoso. Se quedaría con cualquier persona de la calle y supercontento", detalla. Si, además de estirar la correa, resulta que el Trotsky se va deteniendo a oler a todos los pipís de los otros perros, entonces ¿cómo lo hace Busquets en la calle, ya que casi siempre los quita a la vez? "Cuando paseo a los tres perros juntos parece un baile de cintas del esbart danzante: cuerdas hacia aquí y hacia allá", describe la actriz, que vive en Barcelona. En la montaña es otra cosa. Allí puede dejarlos libres. "Los teckels son perros cazadores de madriguera. Así que cuando pueden correr están superfelices", dice Busquets, que el día que graba el programa Polonia y debe salir de casa a las seis de la madrugada, quien les pasea es su hijo, Pep. Tener perros –y, además, tres– "evidentemente te ata", pero se puede combinar "perfectamente". "Las funciones de teatro, además, están por la tarde, así que lo saco por la noche cuando vuelvo. Y hay muchos días que estoy en casa", añade.

Inés Busquets con sus tres perros.

De pequeña tenía canarios, un hámster y peces. También un gato llamado Barrufet, que vivió 20 años y era, en este caso, un gato-perro, y una gata de nombre Gertrudis, que tuvo cuando compartía piso con una compañera y después vivió un tiempo con ella y su hijo. "El otro día hablaba con ella sobre lo feliz que sería yo haciendo de granjera, aunque evidentemente soy consciente del trabajo que comporta y que no hay descanso, porque las guindillas no hacen fiesta y tienes que estar todo el día por ellos", confiesa. Los perros y los animales en general, según ella, tienen algo especial. "Tocarlos, mirarlos, acariciarlos, estar con ellos sin decir nada... Hay reptiles que me parecen entrañables. Claro que una capibara es más mono que un cocodrilo, por ejemplo. Pero me gustan! Aunque no te sabría decir por qué: simplemente hay un entendimiento".

Judit Neddermann, cantante y compositora: "Sea cual sea el perro que tengas, te empuja a superarte y pone a prueba varias facetas y emociones"

Judit Neddermann amb la seva gossa.

Estoy grabando, Maní! Por favor, ayúdame", le dice la cantante y compositora Judit Neddermann a su perrita, que ahora tiene 4 años, cuando graba en el estudio de su casa porque a veces se pone a ladrar cuando canta. Ellas dos, sin embargo, se comunican con miradas y gestos, no necesitan demasiadas palabras en que les habla Nestar. sacado su sexto disco, graba en casa con la guitarra, Maní se pone en el sofá porque sabe que habrá por bastante rato, antes de salir a pasear. –a quien Neddermann le dedicó una canción (bonus track del quinto disco Lar)– ha destrozado un paquete de pañuelos, Maní capta enseguida su expresión. "Sabe que me enfadaré. Me lee...", afirma.

Si Neddermann está fuera, con quien habitualmente se queda Maní es con Arnau Figueres, su compañero, que tiene una habilidad especial para saber llevarla y relacionarse con ella. "Con él, Maní sí se cuadra de verdad", admite. Desde que tienen la perrita, su educación se ha convertido en un objetivo común. "Sea cual sea el perro que tengas, te empuja a superarte y pone a prueba varias facetas y emociones, que al final son las que nos acompañan también en cualquier aspecto de la vida: recibir y dar amor, acompañarse, cuidar, saber poner límites... Cuidar a la Maní y educarla es un reto conjunto", detalla el artista y "gracia" de que la perrita sea objeto de una entrevista.

Judit Neddermann con su perra Maní.

En su casa, en Vilassar de Mar, la Maní –nombre que en Latinoamérica significa cacahuete, y Antonio Machín grabó un tema que habla de ello–, entre otros lugares, se pone en la terraza. "Le encanta ver el mar. Se puede estar horas. Eso sí, cuando ve a un perro por el paseo, aunque esté lejos, avisa", dice la cantante. Un comportamiento que no saben si también tiene cuando ninguno de ellos está en casa: "Tengo la sensación de que cuando Arnau y yo no estamos se relaja. No debe protegernos, y seguramente se queda más tranquila". Un emplazamiento donde ya ha aprendido que no hace falta que los defienda es en los encuentros que el artista hace con su familia en unos terrenos de Aragón: Maní, que vuelta contenta por todas partes, ya ha entendido, después de un tiempo, que "es un lugar seguro" y que "las personas que están en las otras casas de alrededor son los primos y otros miembros de la misma. Además, allí hay una persona que tiene el perro en la lista de predilectos: la abuela de la cantante. "Ella le dice pobrecito –le habla en masculino, aunque es una hembra– y le da cosas de comer", señala. Pero... ¡qué comida! "El primer día que se encontraron, mi abuela, que tiene 83 años, le dio un hígado de conejo asado que tenía en la cocina. Y, tras ello, la perrita ha relacionado a mi abuela con ese momento concreto, y cada vez que la voz se vuelve loca".

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