Alpinismo

"Cuando llegué a la cima del Everest me encontré a mi padre. Me estaba esperando"

Jamling Tenzing Norgay, hijo del primer hombre en coronar el Everest, acerca la visión de los sherpas tras rehacer los caminos de su padre en el Himalaya

Tenzing Norgay fotografiado en la cima del pico Chukhung el 3 de abril de 1953.
15/08/2025
5 min

Barcelona"Cuando subí al Everest me sentí cerca de mi padre", dice el alpinista Jamling Tenzing Norgay (Darjeeling, India, 1965). Un hombre que se presenta a sí mismo como una sherpa, consciente de que todavía tiene que explicar muchas veces que un sherpa no es alguien que ayuda a hacer cumbres llevando los trastos de los alpinistas a sus espaldas. Los sherpas son un pueblo que lleva siglos viviendo a la sombra de las cimas más altas del planeta. Un pueblo que históricamente no quería subir las cimas porque allí vivían las divinidades. Pero todo cambió cuando llegaron los occidentales. "Nuestra relación con las montañas es diferente, pero la llegada de los escaladores occidentales lo cambió todo. Ahora vivimos de eso. En mi familia ya somos doce los que hemos llegado a lo alto del Everest", explica Jamling. El primero fue su padre, el legendario Tenzing Norgay, el hombre que acompañó al neozelandés Edmund Hillary cuando en 1953 se convirtieron en los primeros en coronar la montaña más alta del planeta.

Durante décadas el nombre del padre de Jamling casi se escondía. Era un actor secundario, una nota a pie de página. Hillary no tenía la culpa, pues él siempre recordaba que a la cima habían llegado dos personas. Pero a los palacios y las redacciones de Londres no interesaba ese sherpa. La gloria se la llevó a Hillary. Quizá por eso Jamling Tenzing Norgay quiso escribir "Más búsqueda de mi padre", el libro que acaba de publicar traducido al castellano la editorial Capitán Swing. Un libro con prólogo del Dalai Lama e introducción del alpinista y periodista estadounidense Jon Krakauer, miembro de la trágica expedición de 1996, en la que ocho personas perdieron la vida. La voz del líder religioso del budismo tibetano acompaña el punto de vista de Jamling y con la voz de Krakauer completan la fotografía de cómo una montaña sagrada se ha convertido en un negocio con ricos haciendo cola para que los lleven como sea a la cima más alta del mundo. "Escalar el Everest siempre ha sido una misión extremadamente peligrosa y el número de vidas sherpas ha sido desde el principio desproporcionadamente alto, en gran parte porque los escaladores no sherpas responsables de contratarlos han sometido rutinariamente a sus empleados sherpas a riesgos significativamente mayores de los que ellos mismos han asumido. Sin embargo, éste es sólo del punto de vista de un sherpa. El otro, publicado hace treinta y siete años, lleva tiempo descatalogado y ahora es difícil de encontrar.

Jamling Tenzing Norgay, en el Everest.

Como suele ocurrir, la historia del planeta nos ha llegado gracias a cronistas occidentales. Muchos han hablado y entabló amistad con sherpas. Pero leer directamente el relato de alguien nacido en la zona no suele ocurrir. Jamling nos habla de la vida de los sherpas pero también de sus propios fantasmas, puesto que no ha sido fácil ser hijo de una leyenda. Si Hillary fue famoso en todo el planeta, su padre se convirtió en una leyenda entre los sherpas. "Mi padre no estaba siempre, porque le invitaban a dar charlas y expediciones. Y yo estudiaba a un internado. Siempre quiso que siguiera estudiando y si le preguntaba por el Everest decía que no se veía todo el mundo desde arriba. No quería que fuera escalador, pero mi karma era seguir sus pasos", recuerda. Jamling no duda de que su destino estaba escrito en otra vida y era el de hacer cumbres, siempre "con respeto". Respeto al entorno, la gente, la cultura. En los últimos años mucha gente no tiene respeto: dejan basura, no respetan a sus compañeros de expedición, es triste", dice. Una visión opuesta a la de los sherpas, un pueblo que al vivir en lo alto del Himalaya, está bien preparado para estas expediciones. De hecho, cuando en 1953 Hillary habló maravillas de Tenz. Una tontería. “Nosotros nunca habíamos tenido interés por escalar estas montañas. Fue sólo cuando los británicos y las expediciones extranjeras llegaron que los sherpas se involucraron en la escalada porque es una forma de vivir para ellos. No lo hacemos por placer, lo hacemos porque necesitamos un sueldo. Piensa que la mayor parte de la montaña es sagrada para nosotros. Por ejemplo, el Everest, lo llamábamos "Chomolungma", que es la madre del mundo. Y "Miyolangsangma" es la deidad que reside en el Everest, así que le rogamos siempre", explica.

Tenzing Norgay, que se marchó a vivir a la India, por lo que el hijo tiene la doble nacionalidad nepalí e india, explicaba: "Subí al Everest para que no lo tuvieran que hacer mis hijos". Pero no tenía razón. El hito del padre y Hillary atrajo cada vez a más personas dispuestas a jugarse la piel para subir al Everest, dando más trabajo a sherpas destinados a hacer el mismo camino. "No hay mucha oferta de trabajo y se pagan buenos sueldos, es difícil romper el círculo", dice Jamling, que tiene una escuela de alpinismo y una empresa que organiza escaladas intentando que sean sostenibles.

Edmund Hillary y Tenzing Norgay, en la cima del Everest en 1953.

En 1996 la compañía de cine IMAX propuso a Jamling que fuera el líder de una expedición que debía filmar como nunca se había hecho en el Everest, un filme destinado a ser proyectado en salas de cine. Y el hijo se encontró siguiendo los pasos de su padre. Jamling Tenzing Norgay lideró a ese equipo junto con el director David Breashears, expedición donde estaba la catalana Araceli Segarra, que se convertiría en la primera mujer española en hacer cima en el Everest en aquella cordada, y que coronaría la cima con una bandera. "Lloré al hacer la cima. Y sentí la presencia de mi padre, pensando en lo que le pasaba por la cabeza y cómo esa gente subía hace cincuenta años con el equipamiento que tenían. Fue en ese momento que en realidad aprendí a respetar realmente a mi padre, Hillary y todos estos escaladores... los pioneros del alpinismo antes de nuestro tiempo", su padre en lo alto del Everest. "Miré las ruinas del monasterio al final del glaciar Rongbuk y luego miré los altos pastos del valle de Jarta en Tíbet, donde mi padre perseguía a los yaques de pequeño. Luego me giré y lo vi. Mi padre, detrás de mí, junto a una roca desnuda de hielo. 1953, se había quitado la máscara de oxígeno y se había levantado las gafas.

El hijo había conseguido conectar con el padre, fallecido en 1986. El padre le habría dicho: "No deberías haber ido tan lejos, no deberías tener que escalar esta montaña para hablar conmigo". Pero el hijo estaba feliz de haberlo hecho, especialmente cuando su tío Tenzing Lotay, que también ha alcanzado la cima más alta del planeta, le confesó que su padre sufría por dentro: por un lado, no quería ver a su hijo jugándose la vida, pero a la vez le hacía ilusión que también fuera capaz de subir al Everest. Nunca se lo dijo en persona, pero lo pensaba.

Jamling Tenzing Norgay no había nacido cuando su padre dejó en 1953 ofrendas religiosas y un pequeño lápiz azul y rojo de su hija Nima. Pero Tenzing Norgay quiso volver a alcanzar la cima en 2003 acompañado de Peter, el hijo de Edmund. Ambos hijos decidieron celebrar los cincuenta años del hito de los padres con un ascenso conjunto en el que imitaron la fotografía que Tenzing Norgay y Edmund Hillary se habían tomado. Cada uno rezando a sus dioses y persiguiendo sus sueños.

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