Donatella Versace, saludando al final de un desfile en una imagen de archivo
14/03/2025
3 min

La crisis que vive el sector del lujo, en el que hay un hundimiento de las ventas, está forzando a la mayoría de casas a cambiar a sus directores creativos. Un auténtico juego de sillas que, lejos de ser una transformación real en moda, no es más que uno face lifting que mantiene a las mismas personas pero movidas de sitio. Simular que cambia todo para que, en definitiva, no acabe cambiando nada. Unos movimientos que, en algunas casas, están precipitando la jubilación de figuras históricas, la última y más sonada, la de Donatella Versace después de tres décadas al frente de la firma familiar. Pero, ¿cuál ha sido la importancia de la casa Versace en el mundo de la moda?

Después de que París dominara la moda desde el siglo XVII, en los años 60 tuvo que empezar a lidiar con firmes competidores, como Reino Unido con figuras como Mary Quant, y posteriormente Estados Unidos, con Halston u Óscar de la Renta. Italia durante los ochenta, con toda una nueva generación de creativos como Giorgio Armani, Gianni Versace, Gianfranco Ferré, Franco Moschino y Dolce & Gabbana, situaron al país en el mapa de la moda mundial.

En ese momento la moda italiana se debatía entre dos polos tanto estilísticos como vitales. El primero, encabezado por Giorgio Armani, representaba el lujo contenido y la elegancia introspectiva y discreta, cuyos trajes sastre masculinizaban la imagen de la mujer con la voluntad de subrayar su profesionalidad. Una creencia muy arraigada en el momento –y que sigue todavía viva hoy en día– que, bajo el lema del dress for success [vestir para tener éxito], considera que la mujer debe apartarse de la feminidad estética para hacerse respetar en el terreno laboral.

En el extremo contrario, se encontraba Gianni Versace que, en 1978, y flanqueado por sus hermanos Santos y Donatella, levantó un imperio estilístico basado en el lujo fanfarrón y el neobarroquismo hortera, totalmente afín al hiperconsumo neoliberal. De hecho, la grandilocuencia ya quedaba clara a través de su logo: una medusa que le emparentaba con la grandeza del imperio romano. Una moda que adquirió una estética muy propia, a través de la combinación de colores estridentes y la mezcla de referentes que iban desde la Antigüedad clásica al Futurismo, pasando por el Renacimiento o el Barroco, todo ello mezclado con unas composiciones en horror vacui de difícil digestión. Una nueva forma de comprender el lujo que, como nunca, se vanagloriaba sin remordimientos del poder económico carente de pedigrí.

Un desfile con modelos vestidas de Versace.
Donatella Versace con algunos trajes de su marca.

Versace también encabezó un cambio en la concepción de la feminidad, con unas modelos ultrasexios con escotes pronunciados, siluetas muy marcadas y referencias sexuales al bondage o en las dominatrix. Gianni, que pretendía apoderar a las mujeres a través del atrevimiento sexual, las acercó demasiado peligrosamente a la idea de objetos sexuales. Unas mujeres que ayudaron a conformar la esencia de la casa, ya que Versace fue el impulsor del fenómeno de las top models, vinculadas al nacimiento del desfile entendido como espectáculo.

Donatella Versace, en una imagen de archivo.

En 1997, el mundo de la moda vivió una sacudida importante cuando Gianni Versace fue asesinado frente a su casa de Miami. En consecuencia, Donatella, sin ninguna formación en costura ni preparación empresarial, pasó de la noche a la mañana de ser la musa de Gianni (como él le llamaba) a regentar el imperio Versace bajo la sombra alargada de su hermano. No podemos negar que Donatella, a lo largo de todos estos años, ha logrado la supervivencia de la firma, pero también es cierto que nunca ha hecho que vuelva a brillar como con Gianni Versace. Así pues, Donatella, más reconocida como personaje pop (adicta a la cocaína, al rubio platinado y al ultra bronceado) que como creadora de relevancia, ha puesto fin a una era. Ahora el relevo está en manos de Dario Vitale, que deja la casa Prada, un referente del discreto lujo, con la misión de devolver el esplendor y la relevancia que un día caracterizó a la casa Versace.

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