Tribunales

Auge y caída del señor del acero

El empresario vasco José María Aristrain es el protagonista de la investigación por fraude fiscal más grande de la Hacienda española

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El expresidente de la SEPI, Pedro Ferreras, y José María Aristrain durante el acuerdo para fusionarse con Aceralia.

VitoriaJosé María Aristrain de la Cruz (Olaberria, Gipúscoa, 1963) nunca ha sido un empresario a quien haya gustado salir en los medios de comunicación. Dicen que aquellos que tienen mucho dinero —sean vascos o no— llevan la discreción incorporada de serie. De hecho, hay pocas fotos suyas. Alguna en la plaza de toros de la Maestranza de Sevilla, junto con los coches de lujo, una de sus grandes pasiones. Pero en la última década no se ha podido mantener tras el telón. Los juzgados han aparecido en su agenda casi cada día, mientras dura la acusación de ser uno de los presuntos defraudadores fiscales más grandes del Estado.

Aristrain está pendiente del juicio por fraude fiscal más grande que ha investigado nunca la Hacienda española. ¿Cómo puede ser que un desconocido, excepto para la prensa económica y los grandes empresarios, sea presuntamente el defraudador más grande del país? Pues es así. Su delito es defraudar presuntamente 211 millones de euros entre 2005 y 2009 fingiendo que su residencia estaba en Suiza. Según el informe fiscal, durante estos años no pagó nada. Ni por el impuesto sobre la renta de las personas físicas, ni por el impuesto sobre el patrimonio, ni por los dividendos y plusvalías obtenidos por las sociedades que controla. Nada. En 2015 la Fiscalía de Delitos Económicos de Madrid determinó una fianza histórica de 750 millones. Y la pagó.

Después de una década de juzgado en juzgado, a finales de noviembre la Fiscalía rebajó la petición de prisión de 64 a 52 años en su informe final; además, también reclama una multa por diferentes conceptos que sube a 185,2 millones de euros. Bastante menos que en su primera petición, en donde solicitaba 1.400 millones de sanción.

¿Quién es José María Aristrain?

Los Aristrain siguen de pe a pa el patrón de sucesión de las empresas familiares. Fundición JM Aristrain de Olaberria nació a mediados de los años 50 del siglo pasado y se hizo fuerte en la industria del acero vasco a través del negocio de la chatarra. El padre del protagonista, José María Aristrain Noain, era un industrial nacido en Argentina y, como otros en aquel Euskadi, hizo fortuna durante la dictadura franquista. En 1980 ya era la segunda persona más rica de España, pero murió en 1986 a los 69 años en un accidente aéreo cuando el helicóptero en el que viajaba de Canes a Niza cayó en el Mediterráneo.

A partir de aquel momento, su hijo, José María Aristrain de la Cruz, cogió las riendas de las empresas de la familia, después de comprar la parte de su hermana María Ángeles. La compañía siderúrgica que heredó de su padre se integró a finales de la década de los 90 en la empresa de origen público Aceralia. A la vez, esta se fusionó con Arcelor a principios de este siglo, y posteriormente, con la entrada de una multinacional india, se creó ArcelorMittal.

En este momento nace quien será ya conocido como "el magnate del acero". Según la lista de la revista Forbes, Aristrain cuenta con un patrimonio de 950 millones de euros y ocupa el lugar 27 entre los más ricos de España. Este año ha vuelto al ranking, de donde había salido después de la bajada de valor en la bolsa que sufrió en 2018 y en 2019. Anteriormente había entrado en el top ten, con una fortuna de 1.400 millones de euros. Se estima que Aristrain todavía conserva una participación del 2% en ArcelorMittal, el grupo siderúrgico más grande del mundo, con sede en Luxemburgo. Según la información facilitada en la web de Tubacex, el empresario también es el primer accionista de esta empresa de tubos vasca, con un 11% del capital.

Carácter frío y reservado

Según su entorno cercano, la influencia del progenitor, José María Aristrain, fue decisiva para forjar el carácter del hijo. Explican que su padre siempre se negó a pagar a ETA el llamado impuesto revolucionario y que esta decisión obligó a su familia a vivir con escolta y con miedo durante años. A raíz de la investigación por fraude fiscal de Hacienda, algunos de sus colaboradores más estrechos se atreven a describir su personalidad. Hablan de una persona esquiva, fría en el trato y muy reservada. Una manera de ser que se habría acentuado en los últimos años. Incluso se le ve menguado físicamente —usa muletas o silla de ruedas— en sus apariciones en los juzgados.

Ni José María Aristrain hijo ni su padre habrían imaginado nunca ser el centro de atención de nada. Quizás en alguna plaza de toros o en una foto con el último Ferrari de alta gama, pero en ningún caso ser noticia por haber pasado de la lista Forbes a la de los defraudadores fiscales más grandes de España. Presuntamente.

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