Bruselas pone la moda rápida en el punto de mira
La Comisión quiere que los consumidores tengan derecho a conocer la duración y opciones de reparación de todos los productos
Bruselas"La moda rápida está pasada de moda". Es la declaración de intenciones de la Comisión Europea en la propuesta que ha presentado este miércoles para que el consumo, producción y comercio de textiles en Europa sea más sostenible. Es el cuarto sector que genera más impacto medioambiental después de la alimentación, la vivienda y el transporte. La producción de ropa está en el top tres de actividades económicas que más agua necesitan y, de media, cada europeo se desprende de unos 11 kg de ropa al año. Una de las principales causas es la llamada fast fashion o moda rápida, que Bruselas ha puesto en su punto de mira dentro de su estrategia para conseguir una economía circular y más sostenible de cara a 2030. Entre las medidas propuestas, está la de fijar criterios obligatorios de reciclaje y reutilización en el diseño de los productos o un pasaporte digital que informe del impacto medioambiental de cada pieza.
A medio plazo, la Comisión Europea se propone que de cara a 2030 todos los productos textiles que entren o se produzcan en Europa sean sostenibles, de larga duración y respetuosos con el medio ambiente, lo que también implica, por ejemplo, garantizar que no contienen microplásticos o que una parte (sino todas) de sus fibras son recicladas. El 81% del consumo textil de la UE es ropa de vestir. "Las tendencias a usar prendas de ropa durante periodos cada vez más cortos antes de tirarlas son las que contribuyen más a patrones insostenibles de sobreproducción y sobreconsumo", dice el ejecutivo comunitario, que así apunta directamente y claramente a la industria de la moda rápida. Bruselas también "anima" a los gobiernos a tomar medidas fiscales. Por ejemplo, para incentivar la producción más sostenible y controlar mejor la exportación de rechazo textil.
Información sobre la durabilidad y basta de etiquetas 'eco' falsas
Todo ello se enmarca dentro de una estrategia más amplia de economía circular que pone también en el foco al sector de la construcción con criterios y medidas similares a los de la ropa y a través de los que también se pretende mejorar los derechos de los consumidores europeos. Bruselas propone enmiendas diversas a la directiva de los derechos del consumidor para obligar comerciantes, fabricantes y distribuidores a informar de manera mucho más clara y transparente sobre la vida de los productos y también sobre sus posibilidades (o no) de reparación y actualización. El consumidor tiene derecho a saber cuál es la vida prevista del producto más allá de los dos años de garantía del producto, por ejemplo. Como también tiene derecho a saber qué limitaciones tendrá a la hora de encontrar piezas de repuesto. Ahora bien, según la propuesta de la Comisión Europea (que tiene que ser negociada y aprobada por la Eurocámara y los gobiernos), son los productores los que decidirán cuál es la mejor manera de ofrecer esta información: si a través de las etiquetas tradicionales o de información en línea, por ejemplo.
Por eso, el ejecutivo comunitario, a través de su vicepresidente para Green Deal, Frans Timmermans, propone añadir a la lista de prácticas comerciales prohibidas las que impliquen el llamado greenwashing o la obsolescencia programada. Dicho de otro modo, los bienes y servicios que compramos no tendrían que llevar etiquetes eco, bio o environmental friendly si no está suficiente justificado o probado de qué manera contribuyen a preservar el medio ambiente. Entre estas prácticas prohibidas también está la de no informar correctamente sobre las limitaciones de reparación de un producto.