COP26: el fracaso de la solidaridad global

El acuerdo es mejor de lo que se podía esperar, pero siguen perdiendo los de siempre

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Los aldeanos andan por las aguas a Bedono, Indonesia, un pueblo costero afectado por la subida del nivel del mar.

BarcelonaLos veteranos de las negociaciones climáticas están exultantes, y las ONG están indignadas. Ciertamente, el acuerdo final de la COP26 es bastante mejor de lo que se podía esperar (que no era mucho), pero los pocos logros se concentran en el tema –muy importante– del recorte de emisiones. El gran fracaso sigue siendo el de la financiación climática y la solidaridad con los países que sufren los embates de una crisis que ellos no han creado. Y ya no se puede culpar a Donald Trump. John Kerry, el flamante enviado especial por el clima de Joe Biden, ha sido, de nuevo, quien se ha negado a compensar las pequeñas islas del Pacífico y los estados africanos por las "pérdidas y daños" generados, en buena parte, por el humo del Sueño americano. De nuevo, porque también fue él quien bloqueó este punto en París hace seis años. No lo ha hecho solo, claro. La UE, heroína de la lucha climática, y otros países ricos tampoco han querido comprometerse. "Si es una buena negociación, todas las partes están incómodas con el resultado", decía Kerry en el plenario. Pero los más incómodos resulta que son siempre los mismos.

Los más pobres han salido perdiendo. Continuarán insistiendo en próximas cumbres, no desfallecerán. Pero también han perdido un poco los grandes contaminantes, incluidos los Estados Unidos, y especialmente la China y la India, que se oponían a acelerar el recorte de emisiones de gases de efecto invernadero. A finales del año que viene tendrán que presentar nuevos planes de reducción alineados con los 1,5 ºC. No es vinculante, pero se han comprometido y es mucho más de lo que querían hacer. Si embargo en los doce meses que faltan hasta tener estas propuestas, 20 millones de personas más tendrán que marcharse de su casa por culpa de inundaciones, huracanes y otros acontecimientos climáticos. Es la media anual de los últimos años.

La urgencia del momento no se corresponde en absoluto con el mercadeo de lenguaje diplomático en el que se convierten estas cumbres. Resulta que hay que felicitarse (además de alucinar) porque por primera vez en 25 años (desde Kyoto) un acuerdo climático incluye una mención a los combustibles fósiles. Pero, en el último momento, la India, China, los EE.UU. e incluso la UE cambian "eliminar" por "reducir" en un texto que ya era muy débil: sólo se refiere a una parte del carbón y a los subsidios en el resto. La presencia en la cumbre de 500 lobistas de los combustibles fósiles quizás ha tenido que ver. Vuelven a perder los de siempre. Pero solo perderán los primeros. El resto del mundo vendrá después.

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