Luz verde en los accesos al Puerto de Barcelona: una inversión del Estado con 16 años de retraso
Las conexiones viarias y ferroviarias costarán 730 millones de euros y son estratégicas para la economía
BarcelonaEl consejo de ministros ha aprobado este martes dar luz verde a una de las obras más esperadas de la economía catalana y que acumula más retrasos: los accesos viarios y ferroviarios en el Port de Barcelona. Se prometió por primera vez en el 2008, hace dieciséis años, pero ha estado encallada desde entonces. Estos accesos movilizarán a una inversión de 730 millones de euros y el convenio definitivo se firmará el 15 de noviembre.
La inversión se repartirá entre las diferentes administraciones implicadas. El ministerio de Transportes, a través de la dirección general de Carreteras, aportará 263,8 millones de euros. Por su parte, el administrador de la infraestructura ferroviaria Adif –organismo adscrito al propio ministerio–, aportará otros 266,34 millones. Y el Puerto de Barcelona –que forma parte del ente Puertos del Estado, que también cuelga del propio ministerio– aportará 200 millones de euros. El borrador del convenio para llevar adelante estas obras se aprobó en junio.
Los accesos ferroviarios y viarios en el puerto son claves para la economía. La Autoridad Portuaria de Barcelona ya pujó la infraestructura interior, que prevé la conexión de los nuevos accesos con la red ferroviaria interior y la construcción de la terminal de recepción y expedición del complejo ferroviario Nou Llobregat, con cinco vías.
Estos accesos deben permitir que las mercancías lleguen o salgan en tren conectando con la red convencional de Adif, la red de Ferrocarriles de la Generalitat y, sobre todo, con el Corredor Mediterráneo. En cuanto a los accesos viarios, permitirán facilitar el acceso y salida de los camiones de las instalaciones portuarias sin sobrecargar la red actual.
Las actuaciones previstas se dividen en dos proyectos. El primero, que pilotará la dirección general de Carreteres, incluye un eje viario desde la A-2, a un kilómetro del enlace de Cornellà. El segundo proyecto, que dirigirá Adif, incluye la continuación de este eje y los enlaces con la Zona Franca y el Polígono Pratenc, así como el enlace ferroviario con un ramal de conexión también con la estación de Can Tunis.
Potencial de crecimiento
Fue en 2008 cuando el Estado prometió por primera vez la inversión en estos accesos. La infraestructura, considerada clave para la economía catalana por el Govern, las patronales, sindicatos e instituciones como la Cámara de Comercio, necesita estas obras para que las mercancías puedan entrar y salir de las instalaciones portuarias por vía terrestre, sea en camión o en tren. Son muchas las instituciones, como el lobi Ferrmed y el Círculo de Infraestructuras, que consideran que si el puerto tuviera una buena conexión ferroviaria de ancho europeo con el Corredor Mediterráneo, su área de influencia aumentaría exponencialmente.
Fue el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero quien prometió los accesos al Puerto de Barcelona en el 2008 y puso fecha: en el 2012 debían empezar las obras. Pero entonces llegó la crisis financiera ya la que era ministro de Fomento, José Blanco, le tocó hacer los mayores recortes de la historia y la obra quedó paralizada. En el 2013, con Artur Mas en la Generalitat y el PP de Mariano Rajoy en el Estado, se llegó a un nuevo pacto. La nueva fecha que se fijó fue en el 2015, pero tampoco se cumplió.
De hecho, los accesos viarios llegaron a adjudicarse. ElBoletín Oficial del Estado(BOE) de 29 de noviembre de 2014 publicó que les haría una unión temporal de empresas (UTE). La UTE ganó el concurso porque era la oferta, de 118 millones, "más ventajosa" económicamente, según el propio anuncio. Solo unos días después, el 4 de diciembre, en Cornellà, entonces ministra de Fomento, Ana Pastor, presidía el acto de colocación de la primera piedra, pero las obras volvieron a quedar paradas.
Con los accesos ferroviarios ocurrió algo parecido. El ministro de Fomento Íñigo de la Serna fijó el inicio de las obras, que debían costar 150 millones de euros, en el 2016. Pero tampoco se realizaron. Ahora sólo queda esperar si la tercera es buena.