El impuesto de patrimonio favorece a las grandes fortunas en Cataluña
Un estudio de la UPF apunta a que el tributo, que grava la riqueza de los contribuyentes, llega a ser regresivo
BarcelonaEl impuesto de patrimonio, tal y como está diseñado en Catalunya, favorece a las grandes fortunas. Es la principal conclusión del artículo '¿Quién (no) paga el Impuesto sobre el Patrimonio en Cataluña?, publicado en el Centro de Investigación en Economía Internacional (Crey) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y elaborado por el catedrático de esta universidad Jordi Galí y el economista Èlia Capella. Esta anomalía se produce debido a las exenciones que permiten a las personas con patrimonios muy grandes encontrar mecanismos legales para desgravar gran parte de lo que deberían pagar. De acuerdo con el estudio, a partir de cierto nivel de riqueza, el impuesto tiene incluso un efecto regresivo: proporcionalmente, pagan menos a las personas que más tienen.
El impuesto de patrimonio grava la riqueza que tiene una persona, es decir, las posesiones a su nombre, como inmuebles, participaciones empresariales, dinero en el banco u obras de arte. No afecta a las rentas (o sea, a los ingresos, como sueldos, dividendos o pensiones), que están gravadas por el IRPF. El artículo de la UPF está elaborado con los datos de autoliquidaciones del impuesto del año 2022 facilitados a los investigadores por el departamento de Economía y Hacienda de la Generalitat, que es la administración que recaba el impuesto de patrimonio en Cataluña.
Las razones que explican que el impuesto favorezca más a los grandes patrimonios son dos cláusulas del tributo: las exenciones al patrimonio empresarial y el límite que se puede pagar en caso de tener unos ingresos bajos.
El primer caso es una exención que permite que el patrimonio de una persona que esté legalmente inscrita dentro de una empresa familiar no se cuente a la hora de tributar el impuesto. Esta excepción se introdujo para proteger a las empresas familiares, pero es la herramienta que utilizan los contribuyentes con grandes fortunas para eludir el impuesto: simplemente agrupan su patrimonio en una sociedad. "La idea de empresa familiar genera compasión, parece que hablamos de la tienda del chaflán", explica al ARA Jordi Galí, coautor del estudio. Pero la realidad es que muchas grandes empresas catalanas son de carácter familiar y, cuando no es el caso, las personas más ricas suelen crear las llamadas family offices.
La segunda excepción es la ratio entre renta y patrimonio, que permite eximir hasta un 80% de lo que se pagaría del impuesto a las personas que tienen ingresos bajos. Es decir, gracias a esta reducción, una persona sin trabajo (y, por tanto, sin ingresos) pero que tenga 10 pisos en propiedad sólo tendrá que pagar un 20% de lo que le tocaría sobre el papel. Si los agrupa en una empresa familiar, todavía debería pagar menos.
Esto provoca que proporcionalmente las grandes fortunas tributen menos que un perfil de contribuyente típico de clase media alta: profesionales liberales (directivos, abogados, ingenieros, médicos) que tienen buenos salarios pero que no han heredado grandes propiedades ni empresas, sino que acumulan un patrimonio fruto del ahorro, en forma de segundas residencias, fondos de inversión o planes de pensiones, que no suelen agruparse bajo el paraguas de una sociedad.
Cuanto más rico, menos se paga
Entre los declarantes con fortunas superiores a los 100 millones de euros, las exenciones afectan de media al 70% de su patrimonio. Por el contrario, en contribuyentes de menos de un millón se benefician poco más de un 10%. El mismo estudio prueba que, de eliminarse estas excepciones, los contribuyentes de menos de un millón acabarían pagando casi el 100% de lo que tributan ahora. Por el contrario, las grandes fortunas pagarían aproximadamente el doble de lo que pagan hoy si se eliminaran las exenciones. Cuanto mayor es la riqueza acumulada por el contribuyente, más la favorecen las dos exenciones, según el artículo.
Esto provoca que el tramo que más paga el impuesto sea, de media, el de contribuyentes con patrimonio entre dos y cinco millones de euros, que abona una cuota casi del 0,4%, mientras que los patrimonios entre 25 y 100 millones y los superiores a 100 millones pagan menos del 0,3%.
Además, las diferencias dentro de un mismo tramo pueden ser también muy grandes, ya que según se tenga o no el patrimonio dentro de una sociedad o en función del salario de cada contribuyente se acaba pagando más o menos . Puede darse el caso de que dos personas con un patrimonio idéntico acabe pagando una cero euros y la otra todo lo que le correspondería porque la primera se puede beneficiar de las exenciones y la otra no, una situación de "injusticia", según Galino.
El economista recuerda que "ningún país de la Unión Europea" mantiene un impuesto similar, ya que "lo fueron eliminando" al detectar ineficiencias como las expuestas en el artículo. Sin embargo, el artículo no propone su eliminación, sino una reforma que permitiría recaudar ligeramente más dinero con menos contribuyentes, dejando fuera justamente los patrimonios más bajos y poniendo el énfasis en recaudar entre los contribuyentes más ricos.
En caso de que, como reclaman algunas instituciones, el impuesto acabara eliminado, los países donde ya se abolió se compensó la recaudación con incrementos del IRPF sobre las rentas del capital (un impuesto que España tiene bajo en comparación con sus socios comunitarios) ya través de mejoras y subidas del impuesto sobre sociedades. "Hay alternativas", dice Galí.