Mauricio y Hilari: una historia de impuestos en Cataluña

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Imagen de archivo de la Agencia Tributaria de Cataluña.

Mauricio P. es psiquiatra. Como su hermano gemelo, Hilari. Tras doctorarse por una prestigiosa universidad estadounidense y trabajar durante una década en algunos de los mejores centros de ese país, las vidas de los dos hermanos tomaron caminos divergentes. Mauricio decidió regresar a Cataluña, tentado por la oferta de un hospital que apoyaría su investigación, y sabiendo que podría complementarlo con una consulta privada. Se estableció en Barcelona, ​​donde se casó y tuvo tres hijos. Hilari se quedó, y actualmente vive y trabaja en Nueva York, de donde es su esposa.

Tanto Mauricio como Hilari son una referencia internacional en el ámbito de la psiquiatría. En las sociedades del conocimiento del siglo XXI profesionales como ellos están muy valorados. Esto no necesariamente comporta grandes fortunas como las de algunos grandes empresarios, deportistas o artistas famosos, pero sí ingresos y patrimonios altos, por encima de la media. En todo el mundo, los gobiernos hacen bandera de su capacidad para atraer o retener a investigadores y profesionales con un perfil como el suyo. Y es que en la economía actual, el capital humano es tanto o más importante que el capital físico. Sin un alto nivel de capital humano difícilmente una sociedad podrá sostener un estado del bienestar potente y generoso.

Hoy Mauricio ha recibido una invitación de una fundación inglesa para impartir un minicurso dirigido a investigadores y profesionales de su campo. Las condiciones parecen bastante buenas: cobraría, al cambio actual, unos 30.000 euros por un curso de doce horas, distribuidas a lo largo de tres días, y con los gastos de viaje y alojamiento a cargo de los organizadores. Mauricio cree que no puede declinar esta invitación, por la oportunidad que supone promover sus últimos trabajos y por la generosidad de la compensación. ¿Cómo podría rechazarla cuando muchos jóvenes –como su hijo mayor, que se ha graduado recientemente en la universidad– cobran una cantidad similar... ¡en un año!

Pero las cosas no son tan sencillas. No es cierto que, en caso de aceptar la invitación, Mauricio pueda disponer libremente de otros 30.000 euros. Porque, obviamente, tendrá que pagar impuestos. ¿Pero cuántos? Saberlo requiere estimar los impuestos adicionales que tendrá que pagar si decide realizar el curso y que no pagaría en caso contrario. Se trata de una estimación (y no de un cálculo), ya que los impuestos que acabe pagando dependen de cómo utilice ese dinero y de las tarifas de cada impuesto que estén vigentes en el futuro. Por tanto, debe hacer algunos supuestos.

Maurici sabe que es improbable que acabe gastando ese dinero, ya que tiene un estilo de vida muy austero, por tanto, preferirá ahorrarlo, como hace siempre, con una parte de sus ingresos actuales, para imprevistos futuros o para que disfruten sus hijos cuando él no esté. También hará el supuesto de que los impuestos en Cataluña se mantendrán como en la actualidad, y que el rendimiento (después de impuestos) sobre sus ahorros será similar al obtenido en los últimos años, aproximadamente un 2%, lo justo para compensar la inflación y mantener el valor real de su patrimonio si no existen entradas o salidas.

IRPF e impuesto de patrimonio

En primer lugar Mauricio tendrá que pagar IRPF. Como residente fiscal en Cataluña, y según los ingresos previstos en este año, el tipo impositivo marginal relevante, es decir, el porcentaje que pagará en IRPF por cada euro adicional que gane, es del 48% (la suma del 22,5% estatal y el 25,5% autonómico). Por tanto, de los 30.000 euros que cobre, 14.400 irán directamente a pagar el IRPF cuando haga la declaración el año siguiente. Le quedarán, por tanto, 15.600, poco más de la mitad.

Pero Mauricio es suficientemente espabilado para darse cuenta de que el cálculo no debe acabar aquí. Dado que no espera consumir estos ingresos (por cierto, si lo hiciera el 21% lo destinaría a pagar IVA), los ahorros adicionales pasarán a aumentar su patrimonio y en Catalunya existe un impuesto que grava el patrimonio. Este impuesto ha desaparecido de todos los países de la Unión Europea, aunque algunos graban elementos concretos del patrimonio (por ejemplo, inmuebles o cuentas en el extranjero), pero no el patrimonio general. Mauricio está lejos de salir a las listas de Forbespero sus ingresos relativamente altos, la herencia que recibió de sus padres, y su estilo de vida frugal hacen que su patrimonio (tras los mínimos exentos) haya alcanzado un valor que se acerca a los 3 millones de euros . Esto implica que la tarifa relevante por cada euro adicional que acumule es del 1,79%. A Mauricio este impuesto le parece injusto, ya que se aplica sobre ahorros provenientes de ingresos que en su día ya fueron gravados, y debe pagarse con independencia del rendimiento que tenga este patrimonio, incluso si éste rendimiento es negativo. Pero un 1,79% parece un porcentaje pequeño y, por tanto, asumible. Pero este razonamiento es engañoso, ya que ese “pequeño” porcentaje lo tendrá que pagar... ¡cada año! Ahora tiene 50 años, y las estadísticas le dan una esperanza de vida de 82. Un tipo marginal del 1,79% significa que, cada año, por cada 100 euros ahorrados le quedarán 98,21 después del impuesto. Para saber lo que le quedará de los ahorros adicionales provenientes del curso al final de su vida debemos multiplicar 15.600 por 0,9821 x 0,9821 x... y así 32 veces (es decir, por 0,9821 elevado a 32 , que es igual a 0,5610). Por tanto, el patrimonio adicional al final de su vida será de 15.600 x 0,5610 = 8.751 euros, es decir, habrá pagado en impuesto de patrimonio la cantidadadicionalde 6.849 euros (15.600 - 8.751). El total de impuestos adicionales, entre IRPF y patrimonio, que Mauricio pagará si decide realizar el curso será de 21.249 euros (=14.400 + 6.849), y los 30.000 euros iniciales se habrán convertido en 8.751... sin haberlos dedicado ni uno solo al consumo!

Además, cuando sus tres hijos hereden su patrimonio deberían pagar un 32% sobre esa cantidad adicional en concepto de impuesto de sucesiones, es decir, 2.800 euros más de lo que habrían pagado (y con el 32% de tarifa cortesía de la reforma de este impuesto aprobada por el Parlamento catalán en abril de 2020, en plena pandemia, con los votos de Junts y ERC). Por tanto, de los 30.000 euros iniciales, sus hijos verían sólo 5.951, a repartir entre los tres. Un impuestoefectivodel 80 por ciento.

Aunque no le gusta hacer comparaciones con Madrid, esta vez no se está. En esa comunidad el tipo marginal del IRPF relevante para el Mauricio habría sido del 43%. Por otra parte, el impuesto sobre el patrimonio afecta sólo a niveles por encima de los 3 millones y el impuesto de sucesiones es testimonial, ya que está bonificado en un 99%. En esta situación, de los 30.000 euros cobrados por el curso, sólo (!) habría pagado 12.900 euros en impuestos adicionales, en vez de 24.049 (incluyendo el impuesto de sucesiones pagado por sus hijos). Casi el doble, solo por ser residente fiscal en Catalunya y no en Madrid. Pero Madrid no es una excepción. Los impuestos adicionales que pagaría a la mayoría de países de la UE (ya no digamos nada de los anglosajones) serían muy inferiores a los que debería pagar en Cataluña, ya sea porque los tipos marginales en los tramos altos del IRPF son más bajos o porque no tienen impuestos que graven patrimonio o sucesiones.

El agravio con los "ricos de verdad"

Mauricio está cabreado. A su edad no se plantea volver a marcharse fuera, y menos por razones exclusivamente económicas. Su asesor fiscal le dice que si decide jubilarse (algo que él no tiene en el horizonte, ya que le gusta su trabajo y querría trabajar mientras la salud le permita) los impuestos que debería pagar se reducirían, ya que la suma de IRPF y patrimonio no puede superar el 60% de sus ingresos. Pero eso no le supone ningún consuelo: si se jubilara debería pagar en impuestos un 60% de una pensión que, ya de entrada, sería escasa, muy por debajo de sus ingresos actuales.

Lo que más molesta a Mauricio, sin embargo, es otro comentario que siempre siente de su asesor: si tuviera un patrimonio significativamente más alto le saldría a cuenta montar una estructura empresarial donde “colocar” buena parte de éstos ahorros, que quedarían exentos del impuesto. Tal como suena. Esto es lo que hacen muchos de sus clientes que son "ricos de verdad", le dice el asesor.

Mauricio cree que un impuesto diseñado para que lo pague la clase media y que desincentiva el esfuerzo y el ahorro de profesionales como él, además de injusto, no puede ser bueno para el país. No le extraña leer o sentir que muchos centros de decisión empresarial, despachos de abogados, empresas financieras, etc. van reduciendo su peso en Catalunya o sencillamente no se instalan, ya que con una fiscalidad como la actual no puede ser fácil competir por atraer a altos directivos y profesionales muy cualificados. La señora Díaz Ayuso no se le cae bien por muchas razones, pero cree que quizás no está del todo equivocada cuando se refiere a Cataluña como un “infierno fiscal.”

Mauricio está lleno de dudas. Pero lo que sí tiene claro es lo que hará a corto plazo: escribirá a los organizadores del curso para declinar su amable invitación y les sugerirá el nombre de su hermano, Hilari, que es muy probable que acepte encantado.

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