Fiscalidad

¿Son demasiado altos los impuestos en Cataluña? La respuesta es "depende"

Jordi Galí, Marta Espasa y Joan Hortalà debaten sobre la fiscalidad catalana en el IEC

BarcelonaLa respuesta es siempre "depende". En concreto, "depende del modelo de crecimiento que queramos para Catalunya". Es la conclusión a una pregunta a menudo planteada por los economistas y que últimamente está a la orden del día: ¿son muy altos los impuestos en Cataluña? Un "depende" que proviene, principalmente, de la variable que se coja para analizar esta situación: si nos basamos en la presión fiscal, la respuesta es "no, no son demasiado altos". Si se basa en el PIB per cápita, la respuesta es la contraria.

Durante la conferencia celebrada este lunes en el Instituto de Estudios Catalanes organizada por la Sociedad Catalana de Economía con el profesor y doctor en economía Jordi Galí, la profesora de economía de la UB y exsecretaria de Hacienda de la Generalitat, Marta Espasa, y el doctor en economía y licenciado en derecho Joan Hortalà, los tres expertos han intentado dar respuesta a esta pregunta, con sólo una conclusión unánime: el sistema de financiación catalán debe cambiar, y la respuesta no pasa por subir más los impuestos.

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El lector ya sabe, después de años de debate sobre el sistema de financiación catalán, que la Generalitat tiene fuertes condicionantes en cuanto al sistema fiscal: un modelo de financiación caducado, "injusto e insuficiente" –en palabras de Espada–; una capacidad fiscal muy limitada; una competencia fiscal creciente entre comunidades autónomas y países; y finalmente, lo que Espasa llama "deslealtad institucional", en el que la regulación estatal de los tributos cedidos afecta directamente a los ingresos. "Tenemos un modelo caducado desde el 2014", recuerda la profesora. Pero más allá de la infrafinanciación de Catalunya y el desequilibrio milmillonario que sufre, la reflexión debe ser de fondo: tomar partido desde dentro.

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"Los impuestos deben cubrir el coste de los servicios que ofrecen las administraciones públicas, y hay que recordar que desde 2002 la Generalitat ha estado en déficit", ha apuntado Espasa. Asimismo, los impuestos "también tienen un objetivo redistributivo, y podemos ver que las desigualdades han mejorado según el índice de Gini –ha pasado del 34% en 2014 al 29,9% en 2023–, pero todavía tenemos un 18% de la población en riesgo de pobreza", dice la profesora. Sin embargo, según Hortalà, "la estructura del sistema fiscal en Catalunya no genera la progresividad adecuada, y la mejora no pasa por aumentar los tipos, sino por regular diferente".

El PIB per cápita, la clave

Espada defiende que Catalunya no tiene una presión fiscal demasiado elevada. "Catalunya está un punto por encima de la media española en lo que se refiere a la presión fiscal, y estamos por debajo de la media europea", apunta. "¿Qué países tienen menos presión fiscal? Portugal está en una situación similar en España, y por debajo sólo hay países del este". Según la experta, cabe preguntarse a qué países queremos parecernos: "No podemos tener una presión fiscal como los países del este y querer una calidad de servicios públicos como los demás países de la UE".

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Esta visión, sin embargo, choca con el razonamiento de uno de los catedráticos más reconocidos del país en macroeconomía, Jordi Galí: "¿Que la presión fiscal es muy baja? Hablemos". Según Galí, el indicador de presión fiscal (impuestos/PIB) es engañoso. "Es un indicador distorsionado por la evasión fiscal, que en nuestro país hay mucha, y también por el nivel y distribución de la renta", apuntó el economista. Basándose en que la prioridad debe ser que el gasto en servicios públicos pueda ser generoso, Galí apunta que lo que realmente interesa aumentar es el gasto per cápita (gasto público/población), y para ello "hay que aumentar a toda costa el PIB per cápita", analiza.

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La crítica de Galí pasa por aquí: "El modelo de crecimiento catalán ha priorizado el crecimiento del PIB y el crecimiento de la población, principalmente por el crecimiento del empleo, que va ligada al aumento de población porque en los últimos años se ha podido aumentar el empleo gracias a la inmigración", explica. "Pero lo que importa es la renta per cápita, y en esta variable, el crecimiento acumulado entre 2000 y 2022 de Catalunya está a la cola de los países de la OCDE, sólo por delante de Italia", apuntó Galí. "A lo que deberíamos dedicarnos en cuerpo y alma es a aumentar el PIB per cápita, y el resto vendrá gratis", ha insistido.

Y así, Galí sentencia la pregunta con una respuesta definitiva: "¿Son muy altos los impuestos en Catalunya? Depende. Si queremos seguir con el actual modelo de crecimiento, no hace falta tocarlos; si queremos un país atractivo para el empleo de calidad, sí, son demasiado altos y, en algunos casos, discriminatorios y regresivos".

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Sea como fuere, pese a que la conclusión unánime de los expertos es que "subir los impuestos no es la solución", la sociedad lo ve diferente: el 52% de la población considera que deberían mantenerse tal y como están y hasta al 30% considera que deberían aumentarse.