Energia

Llenar el depósito de gasolina es hasta 14 euros más caro que hace un año

El precio de los carburantes se incrementa casi un 22% en solo un año

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El precio de los carburantes es uno de los elementos que más se ha encarecido del cesto de la compra.

A pesar de que el precio de la electricidad ha sido el gran protagonista del verano, los carburantes fósiles también han protagonizado una subida pronunciada de precios en los últimos doce meses que se sitúa alrededor del 22%. Los precios del diésel y de la gasolina este mes de agosto están a unos niveles altísimos y registran niveles que no se lograban desde el verano de 2013. Y esto pasa a las puertas de uno de los fines de semana con más movilidad por carretera de todo el año, coincidiendo con la festividad de la Virgen María, cuando centenares de miles personas en todo el país empiezan o acaban sus vacaciones de verano y se produce un incremento significativo de la movilidad y aumenta la demanda de combustible en las gasolineras de todo el país.

Para acabarlo de redondear, este fuerte incremento del precio coincide con uno de los veranos en que buena parte de la población tiene más ganas de salir en todo el territorio después de un año lleno de confinamientos locales y comarcales y, además, las limitaciones provocadas por la pandemia de las estancias en el extranjero hacen aumentar los viajes en automóvil por el interior del país.

Si el precio de la gasolina de 95 octanos (la básica) durante los meses de verano de 2020 estaba fijado alrededor de unos 1,17 euros el litro, este verano la gasolina está llegando a máximos de los últimos ocho años, con un precio de 1,41 euros el litro (a pesar de que es una media y en algunas gasolineras el precio puede fluctuar alrededor de esta cifra). En otras palabras, llenar un depósito de gasolina de unos 60 litros de capacidad el verano pasado costaba 70,2 euros mientras que hacerlo este año supone un desembolso de 84 euros, unos 14 euros más que el verano anterior.

La subida del precio del carburante también se ha notado en los vehículos diésel, puesto que el precio del gasóleo el verano pasado se situó alrededor de los 1,06 euros por litro, mientras que este verano se ha ensartado hasta los 1,27 euros por litro de carburante. Esto quiere decir que llenar un depósito de gasóleo ahora hace un año costaba unos 63,6 euros, mientras que este verano cuesta 76,2 euros, un incremento de 12,6 euros respecto al año pasado.

El crudo duplica su precio

Curiosamente, el fuerte incremento de más del 20% del precio final que paga el consumidor catalán no se debe tanto a un incremento de la demanda global —de hecho, la demanda de petróleo todavía no se ha recuperado a niveles de antes de la pandemia—, sino al precio del crudo. El precio de referencia del barril Brent el verano pasado era de 35,78 dólares, mientras que ahora se ha elevado hasta estabilizarse entre los 60 y los 70 dólares por barril a inicios de verano, lo que supone que prácticamente se ha duplicado en los últimos doce meses. La causa de este incremento de precio hay que buscarla en el acuerdo a la limitación de producción de los países árabes, que aumenta el precio del crudo.

La situación no parece tener un final inmediato, puesto que la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), organismo que controla el 40% de las reservas mundiales de crudo, prevé seguir limitando la producción hasta finales de 2022. En otras palabras, la OPEP tiene previsto seguir aumentando gradualmente la producción diaria de barriles de crudo hasta el mes de diciembre, coincidiendo con el aumento previsto de la demanda global, y manteniendo los precios altos, pero todavía muy lejos de los niveles de producción de barriles de crudo de antes del estallido de la pandemia. Y es que los países productores de petróleo no quieren que se produzca una situación similar a la de la primavera de 2020, cuando la drástica caída de la movilidad hizo que se produjera un exceso de stock almacenado que deshinchó drásticamente el precio del petróleo.

El otro motivo que explica en parte la subida de precio de los carburantes que afecta a los consumidores hay que buscarlo en los impuestos sobre los hidrocarburos, el IVA y los costes de distribución y comercialización de cada operador. Según cálculos del RACE, de cada 100 euros que gastamos en combustible pagamos algo más de 50 euros en impuestos directos e indirectos, 36 euros más por el coste de la materia primera (es decir, el dinero que ganan directamente los productores de carburante), 12 euros más en concepto de costes de transporte y logística –entre los que figuran más impuestos y aportaciones al fondo nacional de eficiencia energética–, mientras que el operador mayorista del carburante solo acaba obteniendo unos dos euros de margen comercial.

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