“Cuando lo descubrí, me enamoró”: la experiencia de cuatro jóvenes con las criptomonedas

El ARA recopila los testigos de personas que se han lanzado

Bitcoins
11/12/2021
5 min

MADRIDCada día son más las personas que deciden invertir en criptomonedas. Algunos de estos inversores empezaron cuando la criptomoneda todavía era vista como una rara avis, mientras que otros apenas se inician ahora, coincidiendo con su popularización. El ARA ha hablado con algunas personas que en algún momento decidieron destinar una cantidad de dinero “que no necesitaban” a este mundo. A pesar de que hay experiencias de todo tipo, todos están convencidos de que esta es “la moneda del futuro”. 

Estudiar e invertir a la vez

En poco más de un año, Toni tiene una cartera digital de un millón 

La vida de Toni (nombre ficticio) no ha cambiado mucho. Sigue siendo un estudiante universitario de 20 años que juega a fútbol. La diferencia respecto a hace un año y medio, sin embargo, es que ahora sabe que tiene una cartera digital con bitcoins y criptomonedas por un valor que –sin decir la cifra exacta– supera con creces el millón de euros. Su relación con este tipo de activos empezó durante el confinamiento, cuando, después de informarse sobre cómo funcionaba el sector, invirtió los 25.000 euros que tenía ahorrados en su cuenta bancaria. En aquel momento el bitcoin había sufrido una pequeña sacudida por el covid y el precio estaba por debajo de los 5.000 dólares. Ahora ya vuela por encima de los 45.000 dólares. El bitcoin se ha convertido en su valor refugio, pero también invierte en otras criptomonedas, con más riesgo, que equipara a las start-ups. “Tienes que mirar muy bien los proyectos y quién hay detrás de ellos”, asegura.

Pero todo este dinero no está en su cuenta corriente. Toni no prevé retirarlos al menos hasta principios del año próximo, cuando espera que haya un giro en este camino de bonanza. “Cuando vea el momento, lo sacaré y empezaré a vivir de manera bastante diferente. Ahora bien es verdad que no voy mucho a clase, pero leo y me intento formar muchísimo porque cada día salen cosas nuevas”, explica. Tiene claro que cuando acabe la carrera se dedicará exclusivamente a sus inversiones y se plantea seriamente trasladarse, al menos durante la mitad del año, a Portugal, donde los criptoactivos tributan al 0%. “Sé que me vendrá el socialista de turno a decirme que hacen falta impuestos para pagar las carreteras, pero yo he visto mi oportunidad y la he cogido”, dice sin tapujos. A los amigos y conocidos que le preguntan cómo seguir sus pasos les recomienda leer el libro Padre rico, padre pobre, un bestseller que promete mostrar a los lectores el camino para ser millonarios.

El peligro de la estafa

Algunos testigo recomiendan un aprendizaje previo 

La primera empresa en la que Sara invirtió en el mundo de las criptomonedas ahora está siendo investigada por la Audiencia Nacional. A finales de 2019 puso unos 700 euros en Arbistar, una plataforma basada en un bot que prometía devolver intereses “bastante atractivos” a sus usuarios cada semana. En lugar de buscar ella misma en qué monedas virtuales invertir, esta compañía hacía de intermediaria. “Hasta que petó y no pude sacar todo el dinero que tenía”, explica. Este episodio se repitió con otro proyecto, Nimbus, y también sufrió un hackeo a su cartera de criptomonedas que le costó 600 euros. Finalmente, ha acabado perdiendo 1.700 euros, sin tener en cuenta que los bitcoins que había conseguido y ahora están bloqueados –estima que tenía 0,1– valen más de 4.500. 

Ella no se ha sumado, pero una cincuentena de afectados ya han denunciado la estafa de Arbistar, que podría haber defraudado más de 500 millones de euros. “Lo único que me tranquiliza es que he perdido el dinero porque quizás lo tendría que haber estudiado mejor y darme cuenta de que era una estafa”, dice. De hecho, asegura que cuando tenga algo más de tiempo libre volverá a entrar, pero con más cautela. “El problema con las criptomonedas es que quien todo lo quiere, todo lo pierde. Dejas allí el dinero por avaricia, porque ves que tienes más y más”, admite. 

¿Ganar o no ganar dinero?

Quienes invierten asumen que hay que hacerlo con dinero "que no necesites"

“Cuando lo descubrí, me enamoró”. Así resume Tim, un joven de 23 años, su pasión por las criptomonedas . Él conoció este mundo cuando era menor de edad. Estudió ciencias y su clase de bachillerato era la 1BTC, que casualmente son las siglas del bitcoin. “Lo puse en internet y pensé: 'Qué demonios es esto?'”. En aquel momento no profundizó porque no podía invertir, pero a partir de los 18 años, sí. Desde entonces, no ha parado. De hecho, a pesar de que estudió fotografía, ahora se dedica a la inversión en criptomonedas y vive de ello. Explica que lo que más lo entusiasmó es el hecho de que “no hay intermediarios y no se devalúa, como pasa con el euro”. 

Tim asegura que esto “no es una moda” y cree que la criptomoneda se convertirá en la reserva mundial, en sustitución del dólar. Hace un tiempo abrió un canal de Telegram donde comparte su aprendizaje de forma altruista. Esta es una tendencia a la alza entre aquellos que invierten, así como la creación de cuentas de Twitter anónimas desde donde comentan el mercado. Su primer consejo está claro: “Tienes que poner dinero que no necesitas y tienes que pensar que coges el dinero y los tiras a la papelera”. Hoy por hoy, no se ve en otro lugar que no sea invirtiendo en criptomonedas. “Si sigo ganando dinero, de aquí a tres años seré millonario. Intentaré retirarme y viajar por el mundo”, resume.

Una moneda para el día a día

Álvaro explica que "no hay expertos" y avisa del papel nocivo "de algunos gurús "

En 2017 Álvaro montó una empresa de formación en criptomonedas . “Salió fruto de mis ganas de aprender”, explica, y añade que en su compañía no hablan tanto de inversión como de “tecnología”. "Les consignas que solo hablan de invertir para ganar dinero son muy peligrosas. Hay una prepotencia por parte de algunos gurús que es muy nociva", reconoce. De hecho, apunta que "no hay expertos". "Lo que es absurdo es querer adivinar si subirá o bajará", insiste. "A mí me gusta más el eslogan 'aprende bitcoin' y no tanto 'invierte en bitcoin'", dice, y asume que últimamente ha visto cómo mucha gente sin conocimiento se ha lanzado a invertir.

Su estrategia estos años ha sido invertir "una poco cada día". En su caso, ve este mercado como una herramienta "de inclusión financiera" –si se sabe utilizar bien, matiza–, a pesar de que reconoce que "queda mucho camino para que realmente sea una moneda de calle". Este, de hecho, es un debate entre los inversores, y Álvaro es de los que defiende que "no tiene sentido" pensar en el bitcoincomo una moneda solo para invertir y no de uso normal.

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