El empresario 'viejo cocodrilo' que movió hilos en la Segunda Guerra Mundial
Averell Harriman fue un banquero muy influyente en el gobierno de Estados Unidos durante y después del conflicto
- Empresario de Estados Unidos
No es ningún secreto que el statu quo geopolítico que nos ha tocado vivir en las últimas generaciones es el que se diseñó hace 80 años en la conferencia de Yalta, cuando las tres principales potencias que estaban a punto de vencer en la Segunda Guerra Mundial se reunieron para sentar las bases de lo que sería el mundo de las décadas siguientes. Allí estaban Franklin D. Roosevelt, Winston Churchill y Ióssif Stalin, que representaban respectivamente en Estados Unidos, Reino Unido y en la Unión Soviética. Pero en la delegación estadounidense también había un hombre mucho menos conocido, aunque habituado a moverse entre los engranajes de la diplomacia: el empresario y político Averell Harriman.
La buena posición social de su familia le permitió estudiar en Yale, una de las principales universidades de la prestigiosa Ivy League. No sólo obtuvo una licenciatura, sino que también formó parte de Skull & Bones, una sociedad secreta de estudiantes por la que han pasado personajes clave de las élites del país. Antes de entrar en la universidad, ya había heredado una gran fortuna de su padre, un magnate del sector ferroviario que murió prematuramente. Aparte del patrimonio, también heredó los cargos del padre, de modo que una vez terminados los estudios entró a formar parte de los órganos de dirección de la Union Pacific Railroad.
Su primera relación con la empresa fue en 1915, para pasar después a presidir el consejo de administración entre 1932 y 1946. En paralelo a este trabajo, el abundante patrimonio de la familia le sirvió para montar un banco junto a su hermano: Harriman Brothers & Company. En el negocio se apuntaron algunos amigos de los tiempos de los Skull & Bones, entre ellos Prescott Bush, que años después sería padre y abuelo de dos presidentes de Estados Unidos. Posteriormente, el Crac del 29 provocó problemas serios en uno de los bancos más antiguos del país, el Brown Brothers, que encontró como solución más recomendable fusionarse con la entidad de los hermanos Harriman, para convertirse en el Brown Brothers Harriman, todavía existente hoy en día y protagonista habitual de teorías de la conspiración relativas al poder. Más tarde, Harriman creó la Union Banking Corporation, una entidad financiera cuya misión era comerciar con la Alemania nazi, gracias a que entre sus accionistas estaban algunos magnates de aquel país, como es el caso de los Thyssen, de la industria del acero.
Empresario influyente
Entre las décadas de los años 10 y 30, la lista de cargos empresariales que ocupó Harriman es extremadamente larga, y entre ellos destacan posiciones relevantes en la ya mencionada Union Pacific Railroad, pero también en Illinois Central Railroad, Merchant Shipbuilding Corp., Soviet Georgian Manganese y en la revista Today, entre otras muchas compañías. Mientras hacía crecer sus negocios, durante la Segunda Guerra Mundial Harriman empezó a colaborar con el gobierno del país y también inició su carrera diplomática. Antes ya se había decantado por apoyar a los Demócratas —a diferencia de lo que hacían la mayoría de los grandes empresarios, que estaban afiliados a los Republicanos—, lo que le permitió tener una estrecha relación con el presidente Roosevelt.
Tras la cumbre de Yalta, con la que iniciábamos este texto, fue nombrado embajador en la Unión Soviética y Reino Unido, y más tarde ocupó una gran panoplia de cargos en la administración pública, entre los que destacan la Secretaría de Estado de Comercio y el de gobernador de Nueva York, así como la dirección, en los años 50, de la Mut habían ganado la guerra. Su carrera política se extendió hasta mediados de los años 60, cuando ocupó la subsecretaría de Asuntos Políticos bajo la presidencia de John F. Kennedy. En los 80, ya jubilado, se mostró muy crítico con las políticas exteriores del presidente republicano Ronald Reagan respecto a la Unión Soviética, un país que él conocía bien. Toda esta actividad le valió el mote de Viejo Cocodrilo de la Diplomacia e, incluso, algunas voces le acusaron de ser un espía ruso infiltrado en la administración estadounidense.
Por cierto, los días en Yalta de Roosevelt, Churchill y Harriman están perfectamente explicados en The Daughters of Yalta, un libro del 2020 escrito por Catherine Grace Katz, donde se relatan las vivencias de las tres familias a partir de narrar la experiencia de las hijas de los tres hombres de estado, que acompañaron a sus padres en la conferencia.