ALIMENTACIÓN

De huir de Pol Pot a hacer un imperio de los rollitos en Barcelona

Kav Li llegó en 1979 a Barcelona huyendo de Pol Pot. Hoy vende 13 millones de euros en platos preparados orientales y quiere alcanzar los 34 millones en seis años

Dani Cordero
4 min
De huir de Pol Pot a hacer un imperio de los rollitos en Barcelona

Hace muchos años, la Kav Li se escabulló del régimen de Polo Pot por los pelos. Recuerda su Camboya natal, el oficio de secador -de tabaco, de sésamo y del que pudiera secarse- de su padre, y no olvida tampoco que los jemeres rojos se quedaron todo lo que poseía su familia. De natural explosiva, muy gestual y de risa fácil, a Kav Li se le hela la sonrisa solo mientras explica por qué llegó a Barcelona en 1979. No fue su primera parada en Europa -estuvo unos años en Francia- pero sí la definitiva. Aquí abandonó muchas de las cosas que había empezado a realizar allí, incluyendo los estudios de medicina. Los cambió por una formación más práctica, la cocina, que ya no abandonó. Posiblemente fue de las primeras en hacer un rollito de primavera made in Catalonia cuando abrió su primer restaurante. Corría el año 1980. Hoy es la propietaria de Ta-Tung, un negocio basado en la comida oriental preparada que factura 13 millones de euros y que prevé dispararse hasta los 34 millones en el 2024.

Posiblemente el primer restaurante que abrió Li en la calle Madrazo, ya cerrado, es el embrión de su grupo empresarial. Allí se dieron cuenta de que los rollitos de primavera que elaboraban tenían mucha demanda en las tiendas de los alrededores, y empezaron a preparar paquetes de cinco y diez unidades. La masa se hacía en un piso por las noches y en el restaurante se hacía el relleno. En poco tiempo, Li y su marido vieron cómo la creciente petición de rollitos para vender fuera del restaurante les obligaba a elaborar en casa, manualmente, la masa que salía de un saco de 50 kilos de harina. Hasta que acabaron cogiendo un primer local en la calle de Oliana en 1991.

Las cosas en el restaurante iban bien, pero no tardarían en torcerse. Tras los Juegos Olímpicos la economía española vivió una fuerte sacudida, y el negocio de esta mujer no se libró. Ahora Le considera que en esa época no sufrió sólo por el bajón del consumo, sino también por la etapa desprestigio que pasaba la restauración oriental.

Después de cierta época marcada por el amateurismo, la empresa se profesionalizó. Recuerda una reunión de negocios con un grupo formado sólo por varones. Ella se hizo acompañar por una trabajadora catalana. Le dijo: "Tú no abras la pregunta, pero después te lo preguntaré para asegurarme de que entiendo bien lo que nos dicen". Le, como es habitual en ella, apareció con una minifalda y unos zapatos de tacón de aguja. Cuando acabó la reunión, salieron de la oficina y empezaron a saltar. Ta-Tung acababa de conseguir su primer gran contrato. Aquellos hombres representaban a Caprabo, entonces la segunda marca de supermercados en Catalunya detrás de Pryca. Ese acuerdo abrió las puertas de Ta-Tung a la gran distribución. Entonces trabajaban en la empresa sólo seis personas. La ampliación del negocio comportó la catalanización de los rollitos iniciales y la customización para atraer a nuevos clientes: de jamón dulce y queso, de arroz, de espinacas y pasas...

Al contrato de Caprabo le siguieron después acuerdos con Sorli-Discau y Bonpreu. Y después El Corte Inglés, un salto que Le recuerda bien: “Yo trabajaba toda la noche y recuerdo que venía un inmenso camión de El Corte Inglés que dejaba cortada la calle donde hacíamos los pedidos”. La situación acabó siendo insostenible. La conclusión: debía cambiarse de espacio. Los 300 metros cuadrados en los que se hacía la producción no daban para más, ni tampoco los accesos. En 2002 la propietaria de este pequeño imperio se vendió la casa para poder financiar el nuevo espacio que se habilitó en Hospitalet de Llobregat, donde invirtió 140 millones de pesetas (841.000 euros). No sólo eso. También intentó hacerlo todo ella. Sin siquiera gestores que se encargaran de los papeles. Sin embargo, el coste final duplicó las previsiones iniciales. Pero el nuevo espacio disponía de 3.000 metros cuadrados y permitió poner Ta-Tung -hoy con un catálogo en el que los rollitos ocupan sólo una pequeña parte de una oferta en la que hay carnes, arroces y sushi- en los estantes de Carrefour, Alcampo y Consumo. La compañía entraba en un mercado en el que “el plato precocinado no se conocía bien, y menos el oriental”. Hoy sus platos por marcas blancas le aportan el 20% de su facturación.

“Ganaba mucho dinero, pero era sobre todo gracias a los cuatro restaurantes que tenía”, explica. Hoy sólo le queda uno, que mantiene como uno hobby. Ta-Tung es el centro de sus pensamientos. Ha seguido creciendo y el año pasado inauguró un nuevo centro de producción en Sant Vicenç dels Horts. Doce millones de inversión para unas instalaciones de 16.000 metros cuadrados. Trabajan 105 personas. El 20% de sus ingresos corresponde a exportaciones, que sobre todo se envían a Portugal e Italia. "Ahora empezaremos poco a poco en Francia y queremos ir a Latinoamérica", explica la presidenta y directora general de la sociedad, que prepara también el lanzamiento de una línea de congelados. Le ayudará su espíritu comercial: "Nuestros clientes son también nuestros amigos", sostiene, como conclusión, la dama de los rollitos.

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