Ni un día en casa

Un Barrio Pesquero en medio de la ciudad

Una freidora, una sartén, buen aceite y producto fresco y de calidad, la fórmula sencilla magistral de El Pescadito Frito

Ni un día en casa, restaurante El Pescadito Frito, en la fotografía Oscar y Jesus en la puerta del restaurante, calle Villarroel 110, Barcelona.
  • Dirección: Calle de Villarroel, 110 08011 Barcelona
  • Carta: Pescado fresco de playa
  • Obligado: Gamba roja de Huelva
  • Vino: Carta limitada, pero suficiente
  • Servicio: Personal y atento
  • Local: Pequeño y acogedor
  • Precio pagado por persona: 40 €

Jesús nació en la Barceloneta hace sesenta y siete años, exactamente en la calle Grau i Torras junto a la playa de Sant Miquel. En este punto neurálgico del barrio había un montón de chiringuitos que fueron derribados por la ley de costas a principios de los noventa para construir el paseo Marítimo. El sueño olímpico recuperaba la playa con un paseo a nivel del mar y borraba a golpe de excavadora una imagen icónica del litoral barcelonés. Nuestro anfitrión es hijo del antiguo barrio de los pescadores de Barcelona, ​​propietario de El Pescadito Frito y sus apellidos son Barrio Pesquero. ¡Y no es coña!

Encontramos a Jesús algo alejado del mar, en la calle Villarroel muy cerca del teatro que se distingue por programar gran parte de la dramaturgia contemporánea catalana. En El Pescadito Frito los protagonistas son el pescado de playa y una freidora. No tienen cocina. Comeremos pescado frito y cuatro cosas a la plancha. Le decimos a Jesús que nos lleve lo que quiera y Òscar Martin, su ahijado, será el encargado de freírlo. La carta es básica y no se complican la vida. Empezamos con una cerveza, langostinos cocidos, berberechos y almejas. Sin tiempo para detenernos llega la hora de medir el talento de Óscar en la freidora: pescadito frito, sepia blanca, chipirones y changuillo. Sabroso, nada aceitoso y sin olor a fritanga. Una clase magistral de algo aparentemente tan simple es digno de elogio.

Acabamos la propuesta de Jesús con un plato de gamba roja de Huelva maravillosa (se come todo) y unas sardinas a la plancha que nos recuerdan que no estamos tan lejos de aquellos chiringuitos que desaparecieron hace más de treinta años. El vino para esta comida es el Masia la Sala, un vino ecológico del Penedès hecho con las variedades xarel·lo, macabeo y chardonnay y elaborado en la bodega Domènech i Vidal. Siguiendo el ideario de no complicarse la vida el postre es de la Menorquina, la empresa que inició su imperio heladero en 1940 en Alaior (Menorca).

"La clave es el aceite"

"Cada día voy a comprar a la Boqueria, al Mercado del Ninot y al de Sant Antoni, quiero ver lo que compro. Nuestra propuesta se basa en la calidad del pescado y el marisco. Quiero elegir el producto y el precio", nos explica Jesús. Cree con lo que hacen y la experiencia acumulada les afianza en una propuesta que les funciona muy bien, pero también añade con contundencia: "la clave es el aceite, debe ser bueno y debe cambiarse a menudo". Podemos dar fe, no hay olores y la comida se digiere perfectamente.

Jesús entró a trabajar como camarero en 1984 y al cabo de seis meses el dueño se marchó a Sevilla. Fue entonces cuando se le quedó y se convirtió en propietario y trabajador. Dos años más tarde Óscar, cuando todavía iba a la escuela, decidió acompañar al padrino en esta aventura.

Una freidora, una sartén, producto fresco y de calidad, buen aceite, buenas manos, profesionalidad, limpieza absoluta y buena gente al frente. Una fórmula sencilla pero difícil de encontrar. Esto tan puro y tan bien parido es lo que encontrará en El Pescadito Frito del Jesús Barrio Pesquero.

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