Derecho

Instrucciones para afrontar un divorcio en una empresa familiar

La abogada especialista en derecho de familia Adriana Auset explica cómo protegerse de una separación en caso de compartir negocio

Una pareja firma los papeles de su divorcio.
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BarcelonaEn Cataluña casi cada hora hay dos parejas que ponen punto final a su matrimonio. Pero el divorcio en sí no es la única decisión que tendrán que tomar en este proceso, que a menudo puede verse oscurecido por trámites y gestiones legales. Quien tendrá la custodia de los hijos menores en común, para quién será la vivienda donde se convivía o cómo contribuirá cada uno a los gastos familiares son otras cuestiones que se abren en el momento de firmar una separación. También, claro, qué va a pasar con la empresa en caso de compartir un negocio.

La rotura de una pareja puede afectar negativamente al futuro de una compañía familiar, y más si no se ha previsto cómo se gestionará este final antes de que suceda. "Todo dependerá de cuál sea el régimen matrimonial y en qué momento se haya constituido la compañía", explica en elEmpresas Adriana Auset, fundadora de Auset Abogados y especialista en derecho de familia. En Cataluña y las Islas Baleares, si no se decide expresamente lo contrario, se aplicará por defecto el régimen de separación de bienes. Es decir, cada uno de los cónyuges mantiene su patrimonio de forma individualizada, sin que las deudas y obligaciones financieras de uno afecten a otro. Así pues, en el supuesto de que decidan divorciarse sólo tendrán que liquidar los bienes en común. Esta fórmula facilita el reparto de una empresa compartida, explica la abogada, que se distribuiría según el porcentaje de la titularidad que les corresponda.

La situación sería diferente en caso de que la pareja se casara bajo el régimen de gananciales, como ocurre por defecto en la mayoría de comunidades autónomas españolas. "Entonces en el momento del divorcio, todas las ganancias, deudas e inmuebles que se hayan adquirido durante el matrimonio son de ambos y se reparten al 50%, aunque sólo estén a nombre de uno de ellos", remarca Auset . Esto complicaría las cosas, aunque aquí también entra en juego en qué momento se creó la empresa. Si el negocio lo funda uno de los cónyuges mientras estaba soltero, la separación no afectará a la titularidad. Pero si esto sucede mientras estaban casados, la compañía deberá dividirse de forma salomónica, a no ser que en las escrituras se haya establecido exactamente cómo se repartirá la propiedad entre la pareja, al margen del régimen de gananciales.

"Hay formas de proteger a la empresa en caso de que estés casado o que el negocio esté a nombre de ambos, por mucho que no tengas intención de divorciarte", recomienda Auset. La primera figura que sugiere —más popular en el derecho anglosajón que en nuestro país— es redactar un protocolo familiar. Este es un concepto que conocemos por casos de grandes empresas familiares, como Puig: se trata de un pacto que regula el funcionamiento interno y define aspectos como la entrada y salida a la compañía de miembros de la familia, las funciones de cada uno o los planes para la sucesión entre una generación y la siguiente. Éste puede elevarse a escritura pública notarial y hacer que quede inscrito en el Registro Mercantil.

En este documento también se podría fijar cómo afecta a la organización el divorcio de uno de sus socios y qué cargos de los órganos de administración se verían alterados. "Algunos pactos son de obligado cumplimiento y otros serán más bien un consejo o una declaración de intenciones", dice Auset. Por ejemplo, la letrada considera que en un protocolo familiar no se puede obligar a cambiar el régimen matrimonial de ganancias por uno de separación de bienes, oa realizar un testamento en el que no se deje ningún porcentaje de la compañía al otro cónyuge, porque esto limitaría la libertad de esa persona. "Pero son herramientas muy útiles en una separación", insiste la experta.

Los acuerdos prematrimoniales

Otro mecanismo que menciona Auset es una trama recurrente en muchas ficciones audiovisuales estadounidenses: los acuerdos prematrimoniales, conocidos como prenupes en inglés. Ese momento de la película en la que el personaje que encarna el arquetipo del heredero de familia acomodada pide a su pareja —menos beneficiada por la acumulación generacional de riqueza— que firme un documento antes de decir el "sí, quiero". También es un instrumento habitual en los binomios de celebridades que quieren dejarlo todo bien atado antes de contraer matrimonio. "Estos acuerdos pueden llegar a tener 100 páginas y regularlo todo. No sólo quien se hará cargo de las pensiones de los hijos, de las deudas de la familia o de quiénes serán los bienes inmuebles", detalla la abogada especialista en derecho de familia . En el Código Civil catalán se llaman capítulos matrimoniales; y también pueden servir para que quede por escrito frente a un notario, y antes de romper la relación, qué pasaría con un negocio compartido.

Auset cree que debería hacerse una tarea pedagógica para que los acuerdos prematrimoniales —o postmatrimoniales, porque también se pueden redactar una vez ya estás casado— estén tan normalizados como hacer un testamento. Aunque hay quien piensa que existe el amor después del amor y que los vínculos sexoafectivos pueden transformarse con los años, por su experiencia la abogada no piensa que esto sea lo mejor en los negocios. Cuando ambos cónyugues permanecen en la sociedad, dice, "normalmente acaba mal"; y recomienda que en supuestos de titularidad compartida en la medida de lo posible uno compre la parte del otro: "Si hay problemas con la determinación del precio, se nombra un perito para ponerse de acuerdo y así ya no se da pie a ninguna nueva discusión".

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