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La gran estafa de Elizabeth Holmes: de estrella de Silicon Valley a una prisión federal de Texas

La empresaria fundó Theranos con 19 años y la llevó hasta los 11.000 millones de valorización en diez años

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Elizabeth Holmes, en la universidad de Stanford, en 2013.

WashingtonCuando ni siquiera había cumplido los 30 años, la prensa norteamericana ya la comparaba con los genios tecnológicos de nuestros tiempos, del nivel de Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Jeff Bezos. Empresaria multimillonaria de éxito, Elizabeth Holmes se había ganado el respecto de Silicon Valley después de traer el valor de mercado de su empresa, Theranos, hasta los 11.000 millones de dólares en tan solo diez años. Las revistas Time, Forbes y la agencia Bloomberg lo habían reconocido en las respectivas listas de personas más influyentes del mundo.

La jovencísima Holmes había conseguido destacar en un sector monopolizado por hombres y prometía revolucionar el mercado de la salud con una innovadora máquina de análisis de sangre, capaz de operar con tan solo unas gotas y de tener resultados en pocos minutos. Esto suponía un importante abaratamiento de costes, puesto que se eliminaba la necesidad de jeringuillas y tubos para hacer analíticas de sangre. Su anuncio entusiasmó a los inversores, que catapultaron la valorización de la empresa. Magnates como Rupert Murdoch y Carlos Slim, o el expresidente Bill Clinton, son algunas de las fortunas que invirtieron en Theranos, como también la importante cadena farmacéutica Walgreens, que llegó a instalar sus aparatos en decenas de establecimientos en Estados Unidos.

Pero su imperio se había construido sobre una gran mentira: una serie de reportajes del Wall Street Journal destaparon en 2015 que la máquina de análisis de sangre que había presentado Theranos no solo no funcionaba, sino que, además, ponía en riesgo la vida de los pacientes. De hecho, la tecnología que había repartido a farmacéuticas como Walgreens provenía de la empresa rival, Siemens. Theranos negó en todo momento la acusación, mientras se apresuraba a hacer desaparecer las pruebas y a llegar a un acuerdo con los inversores y los reguladores federales. Pero Holmes no pudo evitar ser encausada, junto con su socio y ex pareja, Sunny Balwani, en 2018, por nueve cargos penales y dos de conspiración.

El proceso judicial, que se ha alargado cinco años debido a los dos embarazos de Holmes y la interrupción de la pandemia, llegó en enero del año pasado a su fin con una condena por cuatro delitos de fraude y asociación ilícita. Una década después de su apogeo, Holmes ingresó la semana pasada en una prisión federal de Texas, donde cumplirá 11 años por haber defraudado los inversores de su empresa, y tendrá que pagar hasta 452 millones a sus víctimas, como Murdoch (125 millones) o Walgreens (40 millones).

La empresaria que engañó al mundo

Hasta que se destapó su gran farsa, el nombre de Elizabeth Holmes solo aparecía a la prensa internacional acompañada de afirmaciones loables. Se había construido meticulosamente una imagen de mujer hecha a sí misma, fría, distante, siempre vestida con cuellos altos negros, con los labios pintados de rojo carmín. Una imagen en consonancia con los resultados de su empresa, que había creado con tan solo 19 años, y que la catapultó a la fama internacional.

Este es "el personaje que creé", dijo Holmes el mes pasado a The New York Times, en su primera aparición en prensa desde el 2016, cuando sus asesores le recomendaron que estuviera callada. "Pensaba que era la mejor manera de ser buena en el negocio y que me tomaran seriamente, no como una niña pequeña sin ideas técnicas", afirmó. Holmes fue reconocida a escala mundial como una de las CEO más exitosas, y llegó a acumular 4.500 millones de dólares en acciones de Theranos, pero su fama y el dinero cayeron en picado cuando la prensa descubrió su engaño.

"Cometí demasiados errores y había muchas cosas que no entendía", se sinceró Holmes dos semanas antes de ingresar en prisión por uno de los escándalos más grandes del siglo en Silicon Valley. Durante el juicio, su abogado defendió que la clienta había "cometido errores, pero los errores no son delitos". Uno de los fiscales, Robert Leach, le contestó que este caso no iba de los errores cometidos, sino "sobre el fraude, la mentira y el engaño" de Theranos a decenas de multimillonarios.

Entre ellos, Rupert Murdoch, de 92 años, propietario del grupo empresarial News Corp, que controla importantes medios en todo el mundo, como Fox News, Wall Street Journal, New York Post o The Sun. En un correo electrónico enviado al Wall Street Journal, el mismo diario que descubrió la farsa de Holmes, se definió a él mismo como "un de los muchos hombres viejos engañados por una joven que parecía genial" y afirmó que sentía una "vergüenza absoluta".

La acusación afirmó durante el juicio la existencia de 30 víctimas –de perfil similar al de Murdoch: hombres mayores y multimillonarios–, pero, finalmente, el juez solo a citó 10 a declarar, para facilitar el proceso de sentencia. Todos ellos fueron víctimas del engaño de una empresaria que consiguió cautivar el mundo con veinte años. Entre los testigos, declaró Tyler Shultz, exempleado de Theranos y nieto de un directivo, que denunció públicamente a la empresa, y acabó de desmontar la fama construida por Holmes.

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