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Guía para entender el veto en la opa sobre Talgo

La situación económica e industrial del fabricante español obliga a buscar una alternativa a la opción húngara

MADRIDLa opción de que la empresa húngara Magyar Vagon, con sede en Budapest, compre el fabricante de trenes español Talgo ha quedado descartada. Este martes, el gobierno español vetaba la operación por motivos de "seguridad nacional" y declaraba "materia clasificada" toda la información que le había llevado a tomar la decisión. ¿Cómo se ha llegado hasta ahí? ¿Cuál es el escenario de futuro que se abre en Talgo?

¿Cuándo aparece la empresa Magyar Vagon?

Magyar Vagon es una empresa húngara que forma parte del consorcio Ganz-Mavag Europe y que ha liderado la oferta pública de adquisición (opa) sobre Talgo, uno de los fabricantes de trenes español por excelencia. Ganz-Mavag Europe, especializado en el transporte ferroviario, está participado por Magyar Vagon (55%) y el fondo estatal Corvinus International Investment (45%), dependiente del ministerio de Economía del gobierno de Viktor Orbán.

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El pasado mes de abril, la compañía húngara confirmaba el interés por Talgo y pedía la autorización del gobierno español -Talgo se considera una empresa estratégica- para adquirir el 100% del fabricante español por 619 millones de euros.

El millonario Andras Tambor es quien ha liderado la operación. Tambor vive en Londres y se define como un "international bussinesman", según explicó en una entrevista a Expansión. Ahora bien, su vínculo con Hungría no ha desaparecido. Aparte de haber nacido, se le vincula con el entorno del gobierno de Orbán, con quien Tambor trabajó de asesor durante dos años. Pero él ha calificado la relación "anecdótica".

¿Cuál es la relación actual con Hungría?

El vínculo con Viktor Orbán es uno de los elementos que disparó las alarmas en el gobierno español. Aunque Hungría forma parte de la Unión Europea, las relaciones diplomáticas con el actual gobierno de Orbán no son buenas: ni las españolas ni las europeas.

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El recelo nace por la buena sintonía entre Orbán y Vladimir Putin, incluso en plena guerra en Ucrania. Pero tampoco gusta que Orbán despliegue sus tentáculos en el resto de los estados miembros de la Unión Europea por la deriva autoritaria que ha tomado el régimen ultraconservador húngaro. Por su forma de gobernar, contrarió a los valores europeos, Orbán es visto como un socio poco fiable política y económicamente.

¿Qué vínculo hay con Rusia?

Una de las preocupaciones del ejecutivo era si la propia Magyar Vagon tenía estrechos vínculos con Rusia. Según ha informado El País, uno de los detonantes de la negativa del gobierno español a la compra son informes del CNI y Seguridad Nacional que apuntan a contactos entre Magyar Vagon y la compañía rusa Transmashholding (TMH), el fabricante de material rodante para trenes más importante de Rusia. De hecho, ambas empresas estuvieron vinculadas hasta el año 2022 porque compartían el accionariado de una compañía: la húngara Dunakeszi Járműjavító. Cuando se activaron las sanciones contra Rusia, Magyar Vagon compró la parte de TMH. Fuentes del ministerio de Economía y del ministerio de Transportes consultadas por el ARA se niegan a hacer comentarios sobre la información y se remiten al comunicado del gobierno español: "Es información clasificada", recuerdan desde Economía.

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La importancia del tren en plena guerra en Ucrania

"Talgo es un ejemplo de la industria española en colaboración con Rusia". De estas palabras del ex ministro de Transportes, José Luis Ábalos, han pasado sólo cinco años. Pero una guerra vigente de por medio es motivo suficiente para saber que no se repetirán, sobre todo si se tiene en cuenta el rol del tren en lo que respecta a la movilidad militar. "Debemos proteger la tecnología [del ferrocarril]", ha expresado a menudo el actual ministro de Transportes, Óscar Puente.

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Así pues, conociendo la relación entre Orbán y Putin y el vínculo del primero con la empresa Magyar Vagon, el gobierno español veía con preocupación el acceso a la tecnología ferroviaria de un fabricante como Talgo. Destacaba, sobre todo, la posibilidad de acceder a la patente del cambio de eje ferroviario que permite adaptar anchos de vía diferente, como el europeo y el ruso (Ucrania tiene un ancho de vía ruso), o la capacidad de fabricación de trenes de alta velocidad, incluso para territorios con severas condiciones técnicas, como es el caso de Rusia. Talgo tenía un papel clave en el mantenimiento de una pequeña cantidad de trenes en Rusia, como los que conectaban Moscú con Berlín (Alemania). Desde el inicio de la guerra en Ucrania, fuentes de Talgo aseguran que la compañía "no tiene ninguna actividad en Rusia".

¿Qué norma ha permitido el veto?

El gobierno español se acoge al real decreto aprobado durante la pandemia de cóvid-19, el llamado escudo antioperas, que establece que "se someterán a autorización [del gobierno] las inversiones de residentes en países de la Unión Europea o de la Asociación Europea de Libre Comercio cuando su valor supere los 500 millones de euros o se dirijan a cotizadas en España , siempre que inviertan en alguno de los ámbitos previstos en la ley de control de inversiones exteriores".

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Este real decreto no sólo pone el foco en las inversiones de fuera del Viejo Continente. El gobierno español defiende que esto no vulnera ni el derecho comunitario ni las competencias de la Unión Europea sobre inversiones extranjeras directas. También afirma que protege al mercado interior y la libre circulación de capitales, un elemento básico sobre el que se levantó la Unión Europea. Es en ese terreno donde la compañía húngara y los accionistas minoritarios de Talgo quieren jugar la batalla judicial contra la decisión del gobierno español.

¿Existen precedentes de otras compras frustradas?

No existen casi precedentes de operaciones frustradas como ésta. Entre 2020 y 2023 sólo se denegó una operación de inversión extranjera de la Junta de Inversiones Exteriores (Jinvex), el órgano interministerial encargado de dictaminar si una inversión se autoriza o no, o bajo condiciones. Fue la del grupo francés Vivendi para incrementar su peso en el Grupo Prisa.

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Por tanto, la inversión húngara, la primera de este país que se plantea durante este periodo de tiempo, es la segunda gran operación que se veta. En 2023, de las 97 solicitudes de inversión extranjera analizadas, 80 se aceptaron sin condiciones; 8 tuvieron medidas de mitigación (o condiciones), y el resto se archivaron. Ninguna fue denegada.

La necesidad de un plan B

Talgo necesita un plan B, como el propio gobierno español ha reconocido. El fabricante checo Skoda era una opción que gustaba al ejecutivo de Pedro Sánchez y que ahora podría volver al tablero de juego. Pero la oferta checa no pasaba por una compra, como quieren los accionistas de Talgo, sino por una fusión. Sobre si el gobierno español mantiene vías de diálogo abiertas con otros socios industriales, fuentes del ministerio de Transportes se limitan a decir que a partir de ahora "se irá paso a paso".

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A su vez, fuentes de Talgo explican que la compañía esperará a que Magyar "le comunique los próximos pasos para tomar sus propias decisiones". "Talgo sigue con su actividad industrial y de negocio y con sus compromisos", manifiestan las mismas fuentes.

La compañía no atraviesa un momento dulce, lleva años arrastrando deudas y el principal accionista, el fondo británico Trilantic (40%), quiere salir, pero siempre que la alternativa sea una compra de su participación. Asimismo, Talgo tiene firmados pedidos que, por ahora, no puede satisfacer: los trenes Avril a Renfe son un ejemplo. De hecho, Magyar Vagon aseguraba que tenía fábricas disponibles, pero fuentes conocedoras de la visita que una delegación del gobierno español hizo a Hungría explican al ARA que las plantas "no estaban preparadas".