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El gobierno español veta a la opa húngara en Talgo por motivos de "seguridad nacional"

La empresa Magyar Vagon, con sede en Budapest, acometerá "acciones legales" contra la decisión del ejecutivo

Una fábrica de la empresa española Talgo en imagen de archivo.
27/08/2024
5 min

MADRIDLa oferta pública de adquisición (opa) de la húngara Magyar Vagon sobre el fabricante de trenes español Talgo ha llegado, de momento, a su punto final. El gobierno español ha vetado la compra este martes para "proteger los intereses estratégicos y la seguridad nacional de España", tal y como ha explicado en un comunicado de prensa.

En abril, Magyar Vagon, con sede en Budapest, lanzó una oferta para comprar el 100% de Talgo (619 millones de euros), pero necesitaba la autorización del gobierno de Pedro Sánchez para poder ejecutarla : Talgo es considerada una "empresa estratégica" porque forma parte de las infraestructuras consideradas críticas para el buen funcionamiento del Estado. En ese caso, el tren.

Así, con el escudo antioperas bajo el brazo –la norma que también ha entrado en juego en operaciones como la del saudí STC Group sobre Telefónica–, el ejecutivo de Pedro Sánchez ha determinado que "la autorización de esta operación comportaría riesgos insalvables para la seguridad nacional y el orden público", explica la Moncloa en el mismo comunicado. En ese mismo contexto, toda la información vinculada a la operación y que ha permitido al gobierno español tomar la decisión final será materia clasificada.

La decisión ha dado lugar a una caída de Talgo en bolsa de casi un 9% a cierre de mercado, lo que ha dejado la acción en 3,92 euros. De hecho, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ha llegado a suspender su cotización durante más de dos horas por las filtraciones a los medios de comunicación cuando el gobierno de Pedro Sánchez aún no había confirmado el veto a la operación.

Batalla judicial

La decisión del ejecutivo no implica que el estruendo empresarial de Talgo haya terminado. Como ya advirtió a principios de julio, el grupo Magyar Vagon iniciará "todas las acciones legales al alcance", tanto en España como en la Unión Europea, contra la decisión del gobierno de Pedro Sánchez, según explicaron fuentes del consorcio húngaro en Europa Press. Las mismas fuentes defienden la "legitimidad de la oferta sobre Talgo" y el "cumplimiento de todos los requisitos legales vigentes". También los accionistas minoritarios de Talgo (unos 8.000 inversores) han advertido de que emprenderán acciones legales contra un proceso que consideran "irregular". A través de la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (AEMEC), estos accionistas quieren impugnar el escudo antioperas y el análisis que ha realizado el gobierno español.

El ejecutivo ha defendido que "la no autorización de la operación se produce en aplicación de la normativa española vigente en materia de control de inversiones exteriores y con pleno respeto al derecho comunitario y las competencias de la Unión Europea sobre inversiones extranjeras directas, protección del mercado interior y la libre circulación de capitales".

Recelos de Hungría

Según ha podido saber el ARA, el presidente español, Pedro Sánchez, ha pilotado el proceso junto al ministro de Transportes, Óscar Puente, mientras que los titulares de Industria y Economía han quedado a un segundo plano. El gobierno considera que Talgo es una "empresa estratégica dentro de un sector clave para la seguridad económica, la cohesión territorial y el desarrollo industrial de España".

El binomio Talgo y Hungría no ha gustado en ningún momento al gobierno español, que desde el primer minuto se ha mostrado en contra. De hecho, el ejecutivo de Pedro Sánchez, con el ministerio de Transportes al frente, ha buscado evitarlo hasta el punto de propiciar la fusión planteada por el fabricante de trenes checo Skoda como alternativa, explican fuentes conocedoras del proceso al ARA. Sin embargo, el movimiento no dio ningún fruto porque fue el propio fabricante español quien lo rechazó con el argumento de que la operación no garantizaba "los recursos financieros e industriales de Talgo para hacer frente a los retos de presente y futuro". La Moncloa también llamó a la puerta de inversores como CriteriaCaixa, el brazo inversor de La Caixa. Fuentes del mercado apuntan al ARA que la salida "pacífica" a la oferta húngara habría pasado por dar luz verde a la opa, pero con fuertes condiciones, como la obligación de tener socios industriales españoles en el accionariado.

Pero para entender la negativa del ejecutivo hay que fijarse bien en la empresa. El consorcio Ganz-Mavag Europe es uno de los mayores conglomerados de Hungría especializado en transporte ferroviario. El grupo es participado por Magyar Vagon (55%) y el fondo estatal Corvinus (45%). Y esto es lo que disparó las alarmas en su día: la adquisición de Talgo llevaría el sello del gobierno de Viktor Orbán, actual presidente de Hungría.

Orbán no ha escondido la sintonía que mantiene con Rusia y Vladimir Putin pese a la guerra en Ucrania, algo que no gusta ni en España ni en Bruselas. Es un vínculo que, frente a una empresa como Talgo, aún cobra más peso: uno de los elementos que preocupaba al ejecutivo era el acceso a la patente tecnológica de cambio de eje ferroviario que tiene Talgo y que permitiría conectar territorios con anchos de vía diferentes, como son el ancho europeo y el ruso. Esto es importante porque Ucrania tiene un ancho de vía ruso, como la mayoría de países de la antigua Unión Soviética, por lo que tener acceso al cambio de eje permitiría una correspondencia directa de los ferrocarriles de la Unión Europea con el territorio ucraniano y ruso y viceversa.

El recelo del gobierno español, pues, también nace de una operación que supondría abriría las puertas del gobierno de Orbán, visto como un socio poco fiable política y económicamente, a esta tecnología ferroviaria en un momento en que el tren es se ha convertido en una infraestructura clave en plena guerra en Ucrania, sobre todo para el transporte de material. En cualquier caso, hay que tener en cuenta que las patentes de Talgo ya vencieron y, por tanto, son accesibles a cualquier fabricante. Además, Talgo posee una patente de cambio de eje para el tren de pasajeros, pero no opera en mercancías.

Futuro incierto

Recientemente, el fabricante de trenes se ha situado en el punto de mira por las entregas con retraso de algunos pedidos de Renfe, así como por los problemas técnicos que están sufriendo los trenes Avril S106. Además, el fabricante español tiene un frente abierto en Alemania: el operador ferroviario Deutsche Bahn y Talgo firmaron un macrocontrato de un centenar de trenes que, por el momento, también ha tenido que posponerse. Situaciones como éstas han puesto en duda la capacidad industrial de Talgo para afrontar solo estos encargos. Aparte, el fabricante español no atraviesa un momento dulce en cuanto a las cuentas: aparte de una deuda de 241 millones de euros en 2023, Talgo tiene más de 200 millones en créditos bancarios.

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