Todo lo que está en juego en Celsa, el gigante desconocido de la industria catalana
La compañía siderúrgica, que arrastra problemas históricos de deuda, vive semanas decisivas
Celsa es una empresa importante pero poco conocida que afronta un momento particularmente delicado: los propietarios de la compañía y sus acreedores tienen que llegar a un acuerdo antes del 30 de junio. A pesar de que es una de las empresas catalanas que más factura, como se la conoce poco hasta ahora los problemas de Celsa han sido material para los especialistas. Sirva este artículo como guía para entender qué está pasando y por qué nos tiene que interesar cómo acaba el conflicto.
1. ¿Qué pasa en Celsa?
La compañía, que fabrica acero a partir de chatarra, tiene una voluminosa deuda de 2.700 millones: 2.200 millones a fondo extranjeros y 500 a banca local. Hace muchos años que arrastra el problema, pero la compañía ha podido ir tirando a base de renegociar las condiciones con los acreedores, que antes eran únicamente los bancos. Pero los bancos se cansaron y vendieron la mayor parte de su deuda a varios fondos especializados. Como especialistas que son, estos fondos reclaman hasta el final para cobrar lo que les corresponde.
2. ¿Qué hay en juego?
Está en juego la propiedad de la compañía, controlada al 100% por la familia Rubiralta. De los 2.200 millones de deuda con los fondos, 1.400 son convertibles (es decir, se pueden convertir en acciones). Los fondos hacen valer esto para reclamar que quieren entrar en el capital del grupo. Es más: tienen suficiente deuda convertible para obtener una mayoría del capital. Los Rubiralta no quieren ni oír hablar de renunciar ni a un 1% del accionariado.
3. ¿Qué pasaría si los fondos entraran en capital de Celsa?
Una de las debilidades de la industria catalana es que, en muchos casos, está formada por empresas controladas por grupos extranjeros. Esto les resta capacidad de decisión y, cuando vienen sacudidas, están en una situación de debilidad en comparación con las fábricas que sus propietarios tienen en sus países de origen. Lo que pase a Celsa es importante, por lo tanto, porque se está jugando si Celsa sigue en manos catalanas.
Ahora bien, los fondos argumentan que Celsa rinde por debajo de sus capacidades y que, si estuviera mejor gestionada, sería mejor para todo el mundo. La intención de los acreedores, aseguran fuentes próximas a ellos, es entrar en el capital para poner orden y sacar la empresa a bolsa. Voces cercanas a Celsa, sin embargo, replican que hay riesgo de que quieran trocearla y venderla a un tercero y, por lo tanto, poner en peligro los 4.500 puestos de trabajo que tiene la empresa en España.
4.¿ Qué pinta el Estado en esto?
El gobierno español creó un fondo especial para rescatar empresas afectadas por la pandemia. Celsa hace muchos meses que pidió acceder a este fondo. Las negociaciones han sido larguísimas, pero finalmente el Estado ha aceptado prestarle hasta 550 millones. Es una cifra muy importante. Antes, sin embargo, exige a Celsa que reestructure su deuda. Y Celsa ha pedido a los fondos que renuncien a mitad de los 2.200 millones a los que tienen derecho. La compañía sostiene que los fondos, cuando compraron la deuda a los bancos, la adquirieron con un descuento del 55%, de media. Por lo tanto, Celsa argumenta que realmente no perderán dinero. A los fondos no les gusta la idea, pero están dispuestos a negociar. La fecha tope es el 30 de junio.
5. ¿La deuda de Celsa es excesivo?
Los acreedores opinan que sí. Es difícil de decir desde fuera porque la compañía no da datos que permitan hacer un cálculo objetivo. La empresa insiste que el año pasado fue extraordinario para Celsa, con 5.300 millones de facturación (cifra récord para ellos) y un ebitda de casi 600 millones. Pero estas cifras son de todo el grupo Celsa. El problema de la siderúrgica es su división española, que es la que tiene los 2.200 millones de deuda con los fondos, a los cuales se tienen que sumar 500 millones que la filial debe a la banca local para financiar su circulante (dinero que las empresas necesitan para poder pagar proveedores mientras esperan cobrar facturas pendientes, por ejemplo). Esto suma 2.700 millones.
Voces próximas al grupo sostienen que la filial española representa la mitad de las ventas y de la ebitda. Asumiendo esto como cierto, Celsa Espanya tenía al cierre del año pasado (recordamos que fue un año récord) un ebitda de 300 millones y una deuda de 2.700. Es decir, que la deuda de la filial española multiplica por nueve su ebitda. Y esto normalmente es una proporción que indica un endeudamiento excesivo. Celsa, es evidente, tiene mucha deuda. La cuestión es si esto la estrangulará o podrá sobrevivir una vez más .
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